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Boletín Diario Informativo de AMYTS del 8 de mayo de 2023

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1. Nuevo editorial de AMYTS de la mano de Manuel de Castro, nuestro vicesecretario: «¿Verdad, mentira o jugada maestra?»

2. ¡Por si te lo perdiste! Artículo de opinión de AMYTS sobre las guardias médicas

3. Ana Giménez: «Los nuevos profesionales no son como nosotros; nuestra vocación ha permitido un maltrato secular como facultativos» 

4. CESM considera intolerable el recorte de derechos que se está produciendo en la revisión del Estatuto Marco

5. Nuevo artículo de Julián Ezquerra en Redacción Médica: «Formación médica especializada. ¿Es hora de cambio?»

1. Nuevo editorial de AMYTS de la mano de Manuel de Castro, nuestro vicesecretario: «¿Verdad, mentira o jugada maestra?»

Desde hace algunos días estamos enfrascados en una polémica generada a raíz de las negociaciones entre organizaciones sindicales y gobierno central para la reforma del Estatuto Marco.

¿Qué es el Estatuto Marco? Pues es una ley un tanto curiosa (Ley 55/2003, de 16 de diciembre, del Estatuto Marco del personal estatutario de los servicios de salud). En principio no era nada extraño que se actualizara una normativa previa regulada en gran parte por estatutos preconstitucionales, el Estatuto jurídico de personal médico, el Estatuto de personal sanitario no facultativo y el Estatuto de personal no sanitario. Parecía claro que era necesario actualizar y adaptar el régimen jurídico de todo el personal de los centros sanitarios a los nuevos tiempos.

La figura del médico, por aquel entonces, gozaba de un gran prestigio social, era respetada y valorada por la población y tenía mucho peso en la toma de decisiones del ámbito sanitario… Quizás demasiado para el gusto de los políticos de turno, y de ahí creo que fue de donde surgió este engendro maldito para los facultativos.

Amparándose en las buenas intenciones de que todo el personal del Sistema Nacional de Salud nos adaptáramos a las específicas características del ejercicio de las profesiones sanitarias y del servicio sanitario-asistencial, así como a las peculiaridades organizativas del Sistema Nacional de Salud, y poniendo como objetivos la motivación del personal, su compromiso con la gestión, un adecuado sistema de incentivos, la desburocratización y flexibilización de las relaciones profesionales, la personalización de condiciones de trabajo, la promoción profesional y un sinfín de cantinelas (hoy con el paso del tiempo ya lo podemos decir), lo que intentaban era amordazar a los médicos, socavar su prestigio, reducirles a simples obreros asalariados y meterles en el mismo saco que otros profesionales a sabiendas de que ahí tendrían que cumplir con todas las obligaciones y tendrían muchas dificultades para disfrutar de los derechos laborales que en el Estatuto se consolidaban.

El principio de libre circulación y la posibilidad de movilidad del personal médico en todo el Sistema Nacional de Salud, por ejemplo, desapareció por completo en alguna autonomía (véase Madrid). No digo ya por dónde “se han pasado” la fijación que marca el Estatuto de unos límites máximos para la duración de la jornada ordinaria de trabajo, así como para la duración conjunta de ésta y de la jornada complementaria que resulta necesario realizar para atender al funcionamiento permanente de los centros sanitarios. Es curioso que sólo las categorías de médicos se vean imposibilitados de cumplir esta norma, sagrada para el resto de los colectivos sanitarios y no sanitarios.

También señala esta ley los tiempos mínimos de descanso diario y semanal, articulando regímenes de descanso alternativo para los supuestos en los que la necesaria prestación continuada de servicios impida su disfrute en los períodos señalados. Pues bien, en Madrid está mejora la hemos ganado en los tribunales de justicia hace bien poco, casi 20 años después de promulgarse el Estatuto que la contempla.

Podríamos seguir viendo hasta qué punto esta Ley no sólo no ha cumplido su objetivo con el personal facultativo, sino que ha contribuido a un maltrato institucional permanente y continuado en el tiempo.

Pues bien, ahora que por imperativo Europeo se han tenido que hacer modificaciones para que la precariedad en el empleo y los contratos fraudulentos no camparan por sus anchas, parecía un buen momento para abordar todas estas cuestiones y dar encaje y soporte a un colectivo desamparado laboralmente desde la desaparición del Estatuto de personal médico.

Por fin nos atreviamos a pedir nuevamente nuestro Estatuto, por fin podríamos alcanzar derechos laborales, regular las guardias médicas, hacer que contabilizaran para la jubilación, que se consideraran jornada ordinaria o se aplicasen coeficientes reductores, conseguir que se retribuyeran adecuadamente o que desaparecieran directamente y se hicieran turnos que no comportaran un riesgo para la salud de quienes los realizan. Que al fin se consolidaran los traslados, que el acceso a la fijeza no fuera un premio en la edad de jubilación… En fin, que se volviera a la normalidad.

Pero todo este espejismo se ha truncado con un anuncio de los sindicatos más representativos (OOSS de clase), que se salen de la negociación del Estatuto Marco porque no aceptan dos medidas vergonzosas.

Parece ser que el Ministerio de Sanidad pretende ampliar la edad de realizar guardias de forma obligatoria, pasando de los actuales 55 años a los 60 años, y por otro lado se habla de la posibilidad de alargar el MIR hasta los ocho años, para evitar la fuga de médicos.

Y yo me pregunto: ¿pero cuando esto a preocupado a las OOSS no profesionales? Nunca las he visto defendiendo a nuestro colectivo; más bien al contrario, siempre las he visto atacándolo. Considerándonos privilegiados, sonriendo cuando nuestros recortes salariales eran proporcionales, riendo cuando nuestras subidas posteriores eran lineales, luchando porque la productividad fuera lineal para todas las categorías profesionales, frotándose las manos cuando nuestras plazas de oferta pública de empleo engordaban otras categorías porque salian pocos puestos sin importarles que hubiera especialidades con 20 años sin oposición… En fin, no quiero eternizarme refiriendo lo mucho que nos quieren. ¿Y ahora dejan la negociación por estas medidas? Más que raro, me parece parte de una estrategia.

Con estas informaciones, los diferentes sindicatos médicos del estado español, hemos puesto el grito en el cielo y se aboga por una respuesta “unitaria y contundente”. Se debatirá este tema en el marco de las próximas jornadas que la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos celebrará en la isla de Mallorca los días 4, 5 y 6 de mayo y, donde seguro, se anunciarán convocatorias de movilizaciones estatales para parar este desatino.

Y lo conseguiremos. Tendremos un triunfo parando este despropósito. El Ministerio de Sanidad lo aparcará y nos felicitaremos por ello.

Se reanudarán nuevamente las negociaciones sin conseguir Estatuto propio, sin mejorar las condiciones de traslados, sin poner coto a las guardias, sin garantizar el descanso necesario mediante la limitación de la jornada laboral.

Pero podemos respirar tranquilos, porque conseguimos parar la nueva esclavitud.

Fuente: AMYTS

 

2. ¡Por si te lo perdiste! Artículo de opinión de AMYTS sobre las guardias médicas

El Gobierno central ha contemplado prolongar la edad de obligatoriedad de las guardias médicas de los 55 años actuales a los 60. Al respecto, la profesión médica tiene mucho que decir.

Es sabido que para la administración sanitaria, altamente politizada, resulta especialmente importante la imagen de cara a la galería. Hace años una candidata a presidenta autonómica llegó a hacerse fotos en la supuesta inauguración de un hospital delante de una incubadora, prestada para la ocasión para dar buena imagen en campaña electoral. Seguramente también consideran buena imagen informar de que se tienen cubiertos los puestos de profesionales médicos, aunque las condiciones en las que trabajan esos profesionales no reúnan las condiciones adecuadas para el ejercicio de la actividad. Ya se las arreglará el médico, sobre el que recaerá una carga añadida que no debería corresponderle.

El cansancio, está demostrado, puede provocar fallos de atención, errores clínicos o diagnósticos incorrectos. El estado de vigilancia y alerta, la coordinación motora, la atención, concentración, el procesamiento de la información e incluso la desmotivación pueden afectar a la toma de decisiones y facilitar el error en diagnóstico o tratamiento. Se ha comprobado que la reducción del número de horas de guardia en residentes de primer año redujo el número de errores y eventos adversos (1), así como que la falta de sueño incrementa la tasa de errores clínicos (2), y que los médicos experimentan un deterioro del rendimiento de entre 1,5 y 2 desviaciones estándar en relación con el rendimiento de referencia en reposo, tanto en tareas clínicas como no clínicas (3). También hay evidencia en lo que se refiere a la fatiga de decisión en aspectos como la prescripción de antibioterapia (4). Estos son solo algunos ejemplos de los factores que pueden darse debido a la prolongada jornada de trabajo, si bien son numerosos los estudios realizados al respecto. Pelayo Pedrero, del área de prevención de riesgos laborales de AMYTS, señala que el trabajo nocturno está relacionado científicamente con múltiples patologías, así como con el agravamiento de enfermedades previas, y que la privación de sueño y alteración del ritmo cardiaco, todo ello motivado por una guardia de 24 horas, favorece también la aparición de patología mental. Numerosas investigaciones científicas demuestran que las guardias médicas de 24 horas pueden tener efectos fatales sobre la salud de los facultativos

Los conductores de los servicios públicos, así como los pilotos, tienen limitado el máximo número de horas que pueden trabajar de manera continuada. Superarlas es motivo de sanción o de agravamiento de pena en el caso de incidente. Los controladores aéreos deben descansar cada cierto tiempo de actividad operativa. Parece que los médicos, sin embargo, son inmunes al cansancio y no precisan una normativa protectora (para sí mismos y los usuarios) a pesar la importancia que supuestamente dan las autoridades sanitarias a la seguridad del paciente.

A la vista de estos datos, cabría preguntarse si es seguro y sano para el médico realizar esas jornadas intensas y estresantes, si es seguro para el paciente o si garantiza la calidad de la atención. Las guardias, además, son obligatorias, por lo que un médico puede pasar a lo largo de su vida laboral más de 4 años de su vida, casi cinco en algunos casos, en el hospital, además de su jornada normal. Además, en caso de incapacidad temporal dejan

de cobrarse, por lo que el sueldo sufre una merma considerable. Si a todo esto le sumamos el factor edad, la repercusión de todos estos factores aumenta considerablemente.

Hace tiempo que desde sindicatos y organizaciones se viene solicitando una revisión global del sistema de guardias, tanto en cuanto a su número máximo de horas, tiempo de descanso, remuneración y efectos a la hora de jubilación. Sorprendentemente, el gobierno central comienza por mencionar una medida cuando menos de dudosa ética, habida cuenta de la importancia que en el nivel de atención de urgencias tiene la adecuación tanto de equipamiento como de recursos humanos. Si en estudios realizados con residentes se evidencian notables repercusiones del acúmulo de horas de trabajo continuadas en atención, concentración o capacidad decisoria, el componente etario muy probablemente añada un agravamiento de todas las consecuencias del cansancio.

Para un profesional médico la responsabilidad de atender correctamente a un paciente, con todas sus capacidades y conocimientos en alerta es una necesidad además de una responsabilidad. La responsabilidad es inherente al puesto de trabajo. En el momento en el que se acepta, responder del buen cuidado es una obligación que se verá controlada por el empleador, requerida por el usuario y autoexigida por el profesional. Todos los médicos sabemos qué supone para nosotros la intranquilidad de saber que existe alguna posibilidad de error, cuán alerta estamos para que no se produzca y las consecuencias emocionales y de cuestionamiento de la capacidad profesional que pueden aparecer en el caso de que, desafortunadamente, el error se produzca. La necesidad, ligada a la responsabilidad, reside en cada uno, como en una especie de grabado interno de la locución latina primum non nocere, atribuida a Hipócrates, que traducida sería “primero, sobre todo, ante todo, no hacer daño”. Ciertamente, los médicos no necesitamos tener conocimiento de esa advertencia de forma explícita. Esa máxima va con nosotros. A partir de ahí, nuestro instinto y obligación van encaminados a procurar lo mejor para nuestros pacientes, poniendo para ello todos nuestros conocimientos y recursos disponibles.

Para ello necesitamos que las condiciones en las que desarrollamos nuestra actividad sean las adecuadas para la importante labor de cuidar de la salud de los ciudadanos, ya que nosotros ponemos la motivación, la vocación, los conocimientos y el compromiso. Las instituciones sanitarias tienen la obligación ética de dotar a los profesionales de los recursos necesarios, entre los cuales se encuentra una adecuada jornada laboral, y, en este caso, una razonable jornada de guardia. Desde hace años se viene pidiendo una revisión de las jornadas de guardias, atendiendo tanto a su duración como a la remuneración y efectos en cuanto a tiempo cotizado. Lo que subyace tras el retraso de esta revisión es, una vez más, el componente económico en lo que a recursos humanos se refiere, ya que la medida más apropiada sería la de reforzar con más profesionales la atención de urgencias, lo que implica dotar de presupuesto. La urgencia es un nivel de atención el que la toma de decisiones debe ser ágil, rápida y efectiva. Un profesional con privación de horas de sueño y descanso ve reducida su capacidad de atención y concentración y ve enlentecida la toma de decisiones. Sabiendo esto y con el objetivo de garantizar la seguridad del paciente, no se entiende que no se acometa una reforma del sistema de guardias. Y, desde luego, no es admisible que las instituciones sanitarias

no atiendan al mínimo de cuidado de sus profesionales, a los que deberían proteger en el desarrollo de sus funciones.

Bastaría con que nuestros gestores se hicieran una simple pregunta. En el caso de que ellos mismos o una familiar acudiera a urgencias, ¿preferirían ser atendidos por un médico que lleva a sus espaldas una jornada de dieciocho horas sin descansos o por un profesional que está cumpliendo una jornada adecuada a la responsabilidad que asume?

Una guardia médica debe cumplir el objetivo de cuidar. Cuidando al profesional se protege la seguridad del paciente. Sobrecargar al médico puede resultar barato, pero solo en gasto presupuestario. El coste en salud de profesionales y pacientes es otra historia.

Isabel Vázquez Burgos
Médica de Familia, C.S. Numancia (DASE). Presidenta del sector AP de AMYTS


1. Matthew D Weaver, Christopher P Landrigan et al. National improvements in resident physician-reported patient safety after limiting first-year resident physicians’ extended duration work shifts: a pooled analysis of prospective cohort studies. BMJ Qual Saf 2023; 32:81–89. doi:10.1136/bmjqs-2021-014375

2. Johanna I Westbrook et al. Task errors by emergency physicians are associated with interruptions, multitasking, fatigue and working memory capacity: a prospective, direct observation study. BMJ Quality & Safety 2018; 27:655-663.

3. Laura K Barger, Najib T Ayas et al. Impact of Extended-Duration Shifts on Medical Errors, Adverse Events, and Attentional Failures Published: December 12, 2006, https://doi.org/10.1371/journal.pmed.0030487

4. Time of Day and the Decision to Prescribe Antibiotics Jeffrey A. Linder, MD, MPH et al. JAMA Intern Med. 2014;174(12):2029-2031. doi:10.1001/jamainternmed.2014.5225

Fuente: AMYTS

 

3. Ana Giménez: «Los nuevos profesionales no son como nosotros; nuestra vocación ha permitido un maltrato secular como facultativos»

La última ponencia de las Jornadas que la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM) está celebrando en Mallorca los días 4, 5 y 6 de mayo bajo el lema «Unidos en la defensa de una sanidad europea del siglo XXI» se ha dedicado a la Escasez de Profesionales, abordaje de la situación desde los distintos ámbitos, en la que Ana Giménez, secretaria técnica de Atención Primaria de CESM y responsable de Finanzas de AMYTS, ha expuesto la demografía médica pero desde un punto de vista cualitativo, de cómo afecta esa escasez a la calidad asistencial.

A lo largo de un recorrido que comenzaba señalando la mezcla de responsabilidad de la situación actual entre la Administración estatal y las Administraciones autonómicas en cuestiones como la producción de médicos, la fidelización, las condiciones laborales o la oferta de servicios, se planteaban cuáles son las posibles soluciones que está poniendo en marcha el sistema, como incrementar el número de profesionales. «Acceder a la profesión es una carrera de obstáculos y la recorre la élite de los estudiantes, pero ¿cuántos médicos hacen falta? Habrá que hacer una planificación realista, basada en qué trabajo tengo que sacar adelante, y debe ser con proyecciones poblacionales ajustadas, monitorizadas y revisadas de forma continuada y flexible», comentaba.

En este sentido, añadía la exigencia de una coordinación adecuada entre la formación universitaria y la formación de postgrado, ya que en las planificaciones no se puede olvidar a los profesionales que se están formando. «Los nuevos profesionales no son como nosotros, que nuestra vocación ha permitido un maltrato secular como facultativos. Ahora están más sensibilizados con sus derechos y su horizonte laboral es más amplio. Formamos bastantes profesionales pero luego el maltrato laboral y la precariedad les fuerzan a marcharse. Por tanto, el sistema de formación es ineficiente y no está teniendo en cuenta nuestras necesidades. No se está escuchando a los profesionales y se sigue aumentando el número de estudiantes pese a que luego se impone el embudo del MIR, y para esto se están improvisando soluciones como aumentar el número de médicos», lamentaba Giménez.

Para analizar la situación actual también se ha mencionado en la ponencia la competencia laboral, no solo entre las comunidades autónomos sino también entre países, ya que existe una importante migración mundial de la formación especializada. Además, existe la competencia entre la pública y la privada, ya que ésta última tiene más margen de modificación de las condiciones que ofrece para atraer profesionales.

¿Cuál es la solución?

La secretaria técnica de Atención Primaria de CESM señalaba que «debemos tener bien claro que hay que desarrollar medidas para fortalecer el bienestar y la salud mental tras la COVID, que aún estamos sufriendo las secuelas; hay que ofrecer estabilidad y futuro en el empleo e introducir una estructura sanitaria y de gestión que sea motivadora, que valore y reconozca a los médicos», aseguraba.

Para esto, hay que tener en cuenta que la demanda de asistencia está disparada, a lo que contribuyen factores como el envejecimiento de la población, la demanda retrasada por la pandemia y el incremento del consumo de los servicios sanitarios. «Se ha generado una dependencia de la población que no se atreve a hacer nada sin consultar por la estigmatización de los autocuidados, y además, estamos viendo constantemente una venta política de la sanidad. A esto se suma la ausencia de proyectos sanitarios con una adecuada planificación a nivel estatal, ya que se ha impuesto el cortoplacismo», lamentaba.

Por último, admitía que ante esta situación «tenemos, por tanto, la tormenta perfecta, y todos sabemos cómo acabó la película. No queda más remedio que tomar algún tipo de decisión al respecto», y esto debe pasar por «promover que la oferta de servicios sea limitada, concreta y planificada, con recursos adaptados a la oferta y a la población atendida«.

Fuente: CESM

 

4. CESM considera intolerable el recorte de derechos que se está produciendo en la revisión del Estatuto Marco

DESCARGA AQUÍ LA DECLARACIÓN DE MALLORCA

Mallorca, 5 de mayo de 2023. La Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM) quiere hacer público, tras la reunión de su Comité Ejecutivo en las jornadas celebradas en la capital balear, su absoluto rechazo al modelo y la forma de negociación que está imponiendo la Administración durante los últimos meses en la revisión del Estatuto Marco para dar cumplimiento al Real Decreto-ley 12/2022, de 5 de julio.

En este sentido, CESM exige que esta forma de negociación se modifique radicalmente para que sea un proceso más ágil, más transparente y a corto plazo, sin mayores dilaciones en el tiempo, ya que la necesidad de regulación de la profesión es urgente ante la crítica situación que se está viviendo en el Sistema Nacional de Salud. De ahí que la reivindicación de la Confederación, desde un principio, haya sido la de la elaboración de un estatuto específico para el médico y el facultativo que recoja aquellas condiciones diferenciales que afectan al médico por el hecho de serlo.

Una vez más, esta exigencia de CESM sobre una norma propia se articula en la necesidad de abordar cuestiones como la regulación de la jornada complementaria -retribución acorde a su penosidad (horas extra, equiparación europea); abolición de la obligatoriedad de las guardias y revisar la penosidad de las 24 horas; regular los salientes y descansos ajustando la jornada al número de guardias realizadas; inclusión de las retribuciones de guardias en las pagas extra, bajas por enfermedad y jubilación y que estas guardias computen como tiempo trabajado para la jubilación-, un marco regulatorio común para la movilidad y la selección de facultativos, la implantación de la categoría A1+ para el médico o que se incluya en la jornada laboral tiempo para la formación, docencia e investigación, todas ellas propuestas en las que la Confederación ha estado trabajando intensamente sin que la Administración haya tenido en cuenta las aportaciones hechas.

En esta línea, y a raíz de la polémica surgida estos días en torno al deslizamiento por parte del Ministerio de Sanidad de la opción de ampliar la edad de exención de guardias para profesionales a los 60 años, la Confederación insiste, como ya lo hizo en el propio Ámbito de Negociación y en la valoración posterior, en que se trata de una línea roja infranqueable que no va a permitir que se lleve a cabo. La carencia de profesionales y la falta de planificación de los recursos humanos por parte de los gestores sanitarios que llevamos años denunciando no pueden suplirse a costa de la profesión médica empeorando sus condiciones actuales y sus derechos adquiridos.

La sola idea de plantear este aumento de la edad para la exención de guardias supone empezar a asumir que la Administración tiende a condenar al médico al esclavismo, eliminando un derecho laboral conseguido en el siglo pasado. La escasez de profesionales y las plantillas mermadas actuales no pueden solucionarse ni trasladando competencias a otras categorías ni exprimiendo hasta el extremo a los médicos del SNS, y el déficit se debe exclusivamente una mala planificación y a las pésimas condiciones que están ofreciendo los diferentes sistemas de salud. El único recurso posible ante esta situación para lograr, no solo retener a los profesionales en activo sino atraer a aquellos que en algún momento han decidido abandonar, es mejorar las condiciones laborales para hacer atractivo ejercer en España, y un Estatuto médico es la norma clave que ahora mismo permitiría introducir estas mejoras para los profesionales, y la Administración está despreciando esa opción.

Por otro lado, y aunque no se haya plasmado en ningún documento oficial, CESM también quiere recordar que la Formación Sanitaria Especializada no es una fábrica de profesionales precarios ni pueden utilizarse como plantilla estructural para cubrir los déficits de personal en determinados servicios, por lo que rechaza de manera unánime cualquier idea referente a la obligatoriedad del residente a permanecer en aquel servicio donde haya realizado su formación especializada una vez terminada. En este sentido, la única manera de atraer o fidelizar al profesional es actualizar el Real Decreto 1146/2006, de 6 de octubre, de relaciones laborales del personal de formación especializada, para mejorar sus condiciones laborales.

Como representantes de la profesión médica, todos los sindicatos autonómicos confederados, además de Metges de Catalunya, Sindicato Médico Andaluz y Sindicato Médico de Euskadi, se muestran unánimes en el rechazo frontal a las informaciones que se han sucedido en los últimos días respecto a los posibles recortes de derechos y advierten de que, en caso de que la Administración finalmente decida continuar en este maltrato a los profesionales y cruzar líneas rojas señaladas, se tomarán medidas contundentes que llevarán a un conflicto nacional en los próximos meses.

Fuente: CESM

 

5. Nuevo artículo de Julián Ezquerra en Redacción Médica: «Formación médica especializada. ¿Es hora de cambio?»

“Cuando menos lo esperamos, la vida nos presenta un desafío para poner a prueba nuestro valor y nuestra voluntad de cambio. En un momento como este, no tiene sentido fingir que no ha pasado nada o decir que aún no estamos listos. El desafío no espera. El tren de la vida pasa”.  Esta frase de Paulo Coelho viene muy bien para introducir el tema de este artículo. Y lo relaciono con el momento que, de nuevo un año más, hemos vivido con la “retrasmisión” en directo del proceso de elección de plaza para la especialización, algo que nadie pone en duda es necesario para el ejercicio de la medicina en estos tiempos. ¡El primero elige Dermatología, Cirugía Plástica o Cardiología!; se agotan las plazas de tal o cual especialidad; ¡sale el gordo! ¡un número menos de 100 elige Medicina de Familia!; se van agotando las plazas…quedan solo Medicina de Familia, Preventiva, Trabajo, Medicina Nuclear, Anatomía Patológica, Microbiología, Inmunología, Bioquímica, Análisis Clínico, Neurofisiología…lo de siempre. La historia se repite año tras año y todos somos conscientes de que hay especialidades que se eligen con gusto y las hay que se hace por obligación. También cada año se renuncia a más plazas para repetir nuevamente el examen y mejorar la posibilidad de elección.

Desafío, valor, voluntad, fingir, cuatro palabras en esta certera frase que vienen muy bien para definir lo que está pasando. Nadie discute que el modelo de residencia, el MIR, FIR, PIR, QIR, BIR, FIR (de física) …es un modelo de éxito, que ha puesto a la medicina española en lo más alto, que ha sido clave en el desarrollo de las especialidades, en la formación homogénea y homologable a los países de nuestro entorno. Pero estamos ante un desafío: cambiar y actualizar algunos aspectos del modelo; hay que tener valor para afrontar este cambio, no podemos decir que todo está bien y conformarnos; también hay que tener voluntad para hacerlo; y dejar de fingir que todo está bien.

El ejercicio de la medicina asistencial en el ámbito público exige estar en posesión de un titulo de médico especialista. Ya se que no es necesario en otros tipos de ejercicio, pero somos conscientes que el mayor empleador es el Sistema Nacional de Salud y, por tanto, debemos organizarnos para dar satisfacción a las necesidades de este. Es decir, hablamos de la mayoría, de una casi exclusividad del ejercicio de la Medicina.

La Sanidad Pública tiene ámbitos de ejercicio muy delimitados. Está, por una parte, la Atención Primaria con dos especialistas claros, el médico de familia y el pediatra. Por otra parte, la urgencia extrahospitalaria, aún pendiente de reconocer su más que necesaria especialización. Y, finalmente, la Atención Hospitalaria, ámbito en el que se ejercen el resto de las especialidades, si no me equivoco, 46. Aproximadamente en Atención Primaria ejercen el 30% de los médicos entre sus dos especialidades, mientras el 65% lo hace en Atención Hospitalaria. Esta situación es fundamental entenderla para afrontar el posible cambio que haga que el modelo de residencia se adapte a las necesidades.

Hasta ahora, la entrada al Sistema se hace mediante un modelo en el que hay una prelación que se obtiene por el “número” de orden obtenido valorando dos variables, el expediente académico y la nota del examen. Con este número de orden es con el que optas a la elección de plazas de todas las especialidades. Aquí es dónde se podría plantear un cambio importante, derivado de la necesidad de formar a miles de médicos de familia. ¿Sería razonable hacer dos exámenes diferentes? ¿Sabiendo que el número de plazas ofertadas para medicina de familia es tan alto, merece la pena un examen propio? ¿Si tengo claro que quiero hacer medicina de familia, tengo que “competir” con quien quiere ser neurólogo, por ejemplo? Estas y otras muchas preguntas se deberían plantear.

No sé si sería factible hacer dos exámenes MIR, uno específico para quien desea hacer Medicina de Familia y otro para el resto de las especialidades. En el caso de las plazas de Medicina de Familia, también es fundamental garantizar que todo aquel que termina la carrera pueda tener acceso a la especialización; no olvidemos que actualmente para ser médico y ejercer como médico asistencial, se necesitan un mínimo de 10 años de formación y habría que asegurar a todos el acceso a la misma. No olvidemos que hay un notable déficit de especialistas en Medicina Familiar y Comunitaria, que son la base en la que se sustenta el Sistema Sanitario y que, con la cronicidad y las necesidades sociosanitarias en aumento, cada día serán más necesarios, tanto en cantidad como en calidad formativa adaptada a las nuevas competencias.

También hay que valorar la necesidad de un cambio en la formación de la especialidad de pediatría, respondiendo a la pregunta principal: ¿se quiere mantener el modelo de Pediatría de Atención Primaria? Si la respuesta es sí, ¿se debería hacer una especialidad/subespecialidad de Pediatría de Atención Primaria? Yo tengo claro lo que pienso, no se si también lo tienen claro los que deben responder a estas cuestiones.

Este es un debate que hay que tener, como lo es el de la necesidad de un nuevo Sistema Nacional de Salud, incluso los dos deberían ir unidos. No pretendo convencer, después de todo no sé si yo mismo estoy convencido, pero al menos si que los ideólogos y expertos saquen de la carpeta de “pendientes” estos temas y los afronten con valentía y decisión. Cuanto más tardemos, mayor será el deterioro, más complicado revertir la situación y más costosa la solución.

Es imposible que todos puedan acceder a la especialidad que desean; hay que “cuadrar” las necesidades del Sistema Sanitario; la formación se hace con financiación Pública; las salidas laborales son casi en exclusiva dentro de la Sanidad Pública. Por ello, es necesario garantizar mediante un “acuerdo por la formación” con participación de políticos, estudiantes, conferencia de decanos, sociedades científicas, Ministerio de Sanidad, Comunidades Autónomas y demás actores implicados, un nuevo modelo de regulación de la formación sanitaria especializada que garantice la actualización y de satisfacción a todos los intereses coexistentes.

Insisto, dejemos de fingir, afrontemos el desafío, con voluntad de acuerdo y con mucho valor.

Fuente: Redacción Médica

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