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Boletín Diario Informativo de AMYTS del 8 de enero de 2023

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1. Nuevo año y nuevo editorial de AMYTS de Ángela Hernández: «Profesionalizar la gestión de la sanidad»

2. ¿Qué está pasando en la Urgencia del Hospital La Paz? Daniel Bernabéu, presidente de AMYTS, denuncia la situación por el aumento de virus

3. Entrevista a Ángela Hernández, secretaria general de AMYTS, en Al Rojo Vivo (LaSexta) por la sobrecarga ante la gripe y el Covid

4. AMYTS en los medios: alertamos de la saturación de las Urgencias y los centros de salud en tv y medios digitales

5. CADENA SER. «El Ministerio de Sanidad estudia implantar las bajas autojustificadas de tres días ante el pico de la gripe»

1. Nuevo año y nuevo editorial de AMYTS de Ángela Hernández: «Profesionalizar la gestión de la sanidad»

Si hay algo que es vital en la valoración de un paciente por parte de un médico es la historia clínica. Está estructurada en diferentes apartados, y para acabar en un diagnóstico certero y poder administrar el mejor tratamiento conforme a la evidencia científica disponible, cada apartado importa. Hay uno al que a veces se nos acusa a los cirujanos o traumatólogos de prestarle poca importancia. Dependerá del profesional, pero a mí, aún siendo cirujana, me parece fundamental el de los antecedentes. No se asusten, no voy a hacer un editorial de propedéutica clínica para legos, pero sí considero que, sin antecedentes cualquier historia clínica estaría incompleta y eso puede conducir a errores graves. Demasiado a menudo se echa de menos ese conocimiento de los antecedentes aplicado a la gestión sanitaria. Predomina la impresión de que cada equipo va poniendo parches a las situaciones que se desbordan, sin una visión de conjunto que permita abordar las causas de las goteras por decirlo de una forma gráfica. De poco sirve tapar agujeros tras la tormenta si no se solucionan los déficits estructurales del tejado antes del siguiente aguacero.

El desborde de lo que yo llamo a menudo “la primera línea de atención” que comprende la Atención Primaria, la Urgencia Extrahospitalaria y la tiene un carácter periódico en toda España y debería ser previsto por gestores y gobernantes tanto autonómicos como centrales. No hay que ser adivino para saber que el sistema sanitario se sobrecarga con los virus estacionales en invierno y con las olas de calor en verano, sumadas a la acumulación lógica de los preceptivos permisos vacacionales en dichas fechas (1). Al menos en la Comunidad de Madrid, isla en cuanto a la organización de la atención urgente extrahospitalaria respecto a otras comunidades, aún no se han resuelto preguntas básicas que planteaba en este (largo) con firma de mayo de 2020. De hecho, se empeoró la situación con el sinsentido de la desorganización de los servicios de urgencias extrahospitalarios del pasado septiembre de 2022 que aún no se ha repuesto y presentan el riesgo de “puestos de urgencias” de 24 horas sin equipos completos en los que falta precisamente el personal facultativo. En cualquier caso, parece claro que tenemos un sistema sanitario dimensionado en cuanto a plantillas para los meses de octubre a diciembre y de marzo a mayo, que se ve desbordado periódicamente en invierno y en verano. Esto sucede en cualquier trabajo, podría argumentar alguien. Es posible, lo comentaba estos días con los dependientes de un gran centro comercial, pero ellos reciben refuerzos porque hay personal disponible para su contratación. Y, además, como ellos mismos me dijeron, no es lo mismo esperar para que te envuelvan algo que cuando estás malo. 

El tema está más que diagnosticado, destaco este escrito del sindicato médico de Asturias “De Eugenio a Darwin. Quemando médicos en epidemias estacionales”, que describe perfectamente la situación actual en Atención Primaria destacando los tres factores que fallan año, tras año, la prevención, la preocupación por la seguridad del paciente y el tener en cuenta el sufrimiento laboral del personal. Nuestro presidente Daniel Bernabeu, hace lo propio en su Con Firma «Las Urgencias del HU La Paz, por Navidad». Se puede decir que el problema está sobrediagnosticado, desde hace años, en los diferentes niveles asistenciales y en toda España. 

Ahora queda lo de siempre, el sobreesfuerzo de los profesionales y la paciencia en tiempos de espera prolongados de los pacientes. La aplicación de planes de contingencia en los que se forzará una vez más la capacidad de los profesionales apelando a su cada vez más maltrecha vocación (2) y a las conocidísimas necesidades del servicio. Y apelar a la responsabilidad de la población informando de la situación (3). Una población bombardeada por los políticos de todos los colores con mensajes de que disfrutamos de la mejor sanidad que, cuando enferman y adquieren el estatus de “pacientes” ven demasiado a menudo frustradas dichas expectativas. Pero no queda más remedio que asumir que si los recursos son limitados, es vital que se haga un uso lo más ordenado (no lo están) y responsable de ellos (campañas que escasean). 

Tenemos un sistema nacional de salud fragmentado en 17 servicios autonómicos de salud más dos ciudades autónomas que aún dependen del Instituto Nacional de Gestión Sanitaria (INGESA) que precisa de reformas urgentes desde hace décadas. Tan parcheado y soportado por el esfuerzo titánico de los profesionales que en cualquier momento puede caer como un castillo de naipes. Con una financiación muy inferior a la de otros países de nuestro entorno, se obtiene un grado de satisfacción muy elevado, pero el contrato entre profesionales y sociedad se está resquebrajando, por la excesiva tensión de unos y las expectativas frustradas de los otros. 

Es necesario, lo era hace años, abordar cambios para atraer profesionales antes de que sea demasiado tarde. Ahora bien, ¿qué cambios? ¿quién los va a implementar? Aquí entran muchísimos actores o stakeholders en juego, cada uno con sus intereses, y en general, todos escudándose en el paciente o usuario como auténtico motivo, lo sea o no. Los cambios dependen mucho de los objetivos a lograr, y no creo que dichos objetivos sean, ni mucho menos, compartidos. Por supuesto de eso mismo se nos puede acusar a AMYTS, como sindicato de médicos y titulados superiores, de preponderar las mejoras médicas sobre otras consideraciones. Pero la situación a la que hemos llegado los médicos y TS sugiere otra cosa, sugiere que somos incómodos para gestores y grupos de presión porque, al igual que la vocación, llevamos impreso en nuestro ADN profesional una línea roja, dar al paciente las mejores posibilidades de curación cuando se puede, alivio cuando no y consolar cuando no es posible otra cosa, citando a Claude Bernard. Por supuesto esto no lo hacemos solos, hay mucha otras categorías profesionales, profesiones, gestores y gobernantes implicadas en lo que debiera ser ese objetivo. Por ello es preciso un debate, urgente, pero sosegado, y un pacto de estado por la sanidad que establezca unos parámetros comunes y con el mayor consenso posible y que  que se trasladara a las comunidades alejando la sanidad de todos de la trifulca política. Que, además, diera una orientación y una visión del sistema sanitario que lo salvara de la dinámica de parches apresurados y lo protegiera de intereses de grupos de presión alejados del interés común. Muy difícil, soy consciente. 

Porque se vislumbran peligros. Parece haber una tendencia a hablar de rediseñar las competencias profesionales, con la de competencias profesionales actuales que no se despliegan al máximo en todas las profesiones. Parece que con el mantra de “no hay médicos” la profesión médica tiene que escuchar y asentir sonriendo a las aspiraciones de otras profesiones de “hincar el diente” en competencias médicas. La Ley 44/2033, de ordenación de las profesiones sanitarias ya abrió grietas por las que hay quien intenta hacer un difícil ejercicio de escalada hacia no se sabe muy bien dónde. Cuidado con esto, porque si lo que puede hacer un médico lo puede hacer también una enfermera dándole cobertura legal y las competencias, luego lo podrán hacer otras categorías con el mismo razonamiento. No digo que sea ni bueno, ni malo. En España la emergencia extrahospitalaria la atienden equipos que incluyen médicos mientras que en USA la atienden paramédicosSe debe decidir el sistema, a ser posible con estudios basado en la evidencia científica, no solo en el coste. Y no hacer parches por la puerta de atrás como las SVAE en el SUMMA 112 en la CM. Una hipótesis, estoy casi segura de que una forma imaginativa de solucionar los problemas de atención médica en la España vaciada sería atraer facultativos facilitándoles los beneficios de la dispensa de fármacos, por ejemplo. ¿Verdad que esto levantaría ampollas en la profesión farmacéutica? Pues yo ya he oído en numerosas ocasiones a responsables de farmacia solicitando, por supuesto en beneficio del paciente, poder prescribir fármacos crónicos o realizar funciones de asistencia sanitaria en sus oficinas. Mucho cuidado con el tema de las competencias profesionales, que existen por algo y ese algo debería ser primar la calidad de la asistencia sanitaria de forma global, no solo orientada a la eficiencia o a la obtención de beneficios de cualquier grupo de presión.  Y como población deberíamos estar informados con la mayor transparencia posible de los motivos y razones de los cambios. ¿Por qué no vamos a las causas por las que no hay médicos? ¿Por qué no se analizan las condiciones de ejercicio a las que se está sometiendo a los médicos o se tiene en cuenta que vivimos en un mucho globalizado para la bueno y para lo malo y que nuestro contexto es un mercado laboral único en el Unión Europea? 

Ojo con las “ocurrencias sanitarias”, que veremos muchas y variadas con la excusa de asegurar la asistencia cuando lo que se ha producido es un déficit clamoroso en la gobernanza y gestión de la sanidad de todos, por múltiples causas (incapacidad, intereses específicos, falta de medios, etc.). Resulta complicado entender que haya empresas que hayan podido desarrollar la distribución y entrega de una amplísima gama de productos en apenas 24 horas, mientras que los problemas de gestión de la sanidad se acumulan y parecen irresolubles. ¿Significa esto que todos los gestores sanitarios lo hacen mal? Para nada. Hay excelentes profesionales en la gestión directa e indirecta en España y en la CM. En el caso de la directa cuesta entender que antes de las transferencias se pudiera gestionar el SNS desde el Ministerio de Sanidad con una cantidad de personal muy inferior a la que ahora tiene la Consejería de Sanidad de la CM por ejemplo y ahora se haya normalizado la externalización hasta de procesos selectivos. Si multiplicamos por 17 servicios de salud autonómicos… “Algo huele a podrido en Dinamarca” citando a Horacio en Hamlet, y habrá que ver qué es. Urge profesionalizar la gestión de la sanidad, y en eso, lo más difícil es apartar los intereses políticos partidistas de ella. Vamos en el sentido contrario, me temo. 

Se avecinan tiempos convulsos para la sanidad de todos. Ojalá sirvan para que salga reforzada y para que, como población, podamos seguir teniendo la tranquilidad de que, a la mala suerte de enfermar, no se sumen otras preocupaciones como si disponemos del suficiente poder adquisitivo como para acceder al manejo óptimo según la evidencia científica disponible. Y en ese camino hay que analizar si estamos haciendo la mejor gestión directa o no, comparar tipos de gestión según resultados en salud. Decidir entre todos, de qué tipo de sanidad queremos dotarnos y cómo estamos dispuestos a financiarla, porque la vocación y el esfuerzo de los profesionales y no dan abasto. 

Referencias que considero que dan contexto al editorial así como enlaces a fuentes fiables que se esfuerzan por informar a la población del uso de los recursos sanitarios. 

Sobrecarga periódica el sistema sanitario.

  • Isabel Vázquez, presidenta de Atención Primaria sobre las causas en AP.

  • Diálogos de “Gila” de Julián Ezquerra Gadea. 

  • Adivinando el futuro. 

Planes de contingencia.

  • Hilo Presidente del SEMES sobre el uso de los recursos en sanidad.

Responsabilidad de la población informando de la situación.

  • Recomendaciones sobre cuándo consultar por infección respiratoria durante la actual situación, de SEMFYC: https://t.co/eQr1UbphC4 
  • Microbiólogo muy fiable durante la pandemia.

Ángela Hernández Puente

SG de AMYTS

Cirujana General y del Aparato Digestivo

Fuente: AMYTS

 

2. ¿Qué está pasando en la Urgencia del Hospital La Paz? Daniel Bernabéu, presidente de AMYTS, denuncia la situación por el aumento de virus

La situación de las URGENCIAS del H.U. La Paz son una continua fuente de noticias, en general para mal y relacionadas con sus frecuentes episodios de saturación derivados de patologías estacionales: procesos infecciosos respiratorios durante el invierno, y plurifactorial en época estival, generalmente coincidiendo con los cierres de camas por las vacaciones veraniegas de los trabajadores del hospital.

Esto lleva pasando desde hace más de 10 años, pero parece que nos sorprende como si fuera cada invierno, o cada verano, la primera vez. Me remito a editoriales o artículos de opinión publicados en nuestra web:

Verano en las Urgencias: Un año más. Por Daniel Bernabeu.

Servicios de Urgencia hospitalaria. Hasta cuándo. Por Pablo Cereceda.

El problema no es exclusivo del HU La Paz, aunque entiendo que su imagen icónica de gran hospital de referencia para la sanidad española le haga merecedor de todos los focos. También hay que decir que su deteriorada infraestructura, pendiente de una remodelación completa que fue aprobada hace 4 años (proyecto RETAMA) y que, pese a la insistencia de todos los actores del hospital: JTA, trabajadores y Dirección; no acaba de ver la luz verde.

En este principio de invierno 2023/24 tres infecciones respiratorias (COVID, Gripe A y VRS) se han visto involucradas en la afectación de la población, especialmente la gripe A. El adelanto del pico y su coincidencia con las fiestas navideñas, tradicional periodo de reuniones, comidas y cenas familiares y de amigos, juntos con las aglomeraciones en centros comerciales cerrados, etc, es posible que expliquen parte del efecto amplificador que están teniendo, así como la especial repercusión sobre un sistema sanitario que se encuentra todavía convaleciente de los estragos del COVID y, para amantes de la previsión, coincidente con los permisos vacacionales navideños en hospitales y centros de salud.

El golpe, como siempre, se lo llevan los servicios sanitarios de primera línea (Atención Primaria, Urgencia Extrahospitalaria y Urgencia Hospitalaria). En el caso de esta última, hay que considerar que se trata de espacios pensados para el manejo de patología urgente, para su estabilización y su rápida derivación a hospitalización o al ALTA, según proceda. Pero que cuando reciben más pacientes necesitados de ingreso, sin que el hospital y sus centros de apoyo puedan habilitar más camas, se colapsa. Es la situación actual. Es la misma situación que el pasado junio y julio de 2023, la misma que en febrero de 2023, la misma que todos los inviernos y todos los veranos.

El problema del colapso de las URGENCIAS hospitalarias está claro: no tenemos camas de hospitalización suficientes para absorber las peticiones de ingreso en un tiempo razonable. Le pasa a HU La Paz, le pasa al HU 12 OCTUBRE, al HU de Móstoles, al HU Príncipe de Asturias, al HU Ramón y Cajal…

¿LAS CAUSAS? Multifactoriales, pero básicamente una mala planificación y gestión sanitaria que vienen de largo, y que no parece que haya voluntad clara de modificar.

1) El número de camas hospitalarias han ido disminuyendo progresivamente en la Comunidad de Madrid en los últimos años. El H.U. La Paz no es una excepción a esta pérdida. Faltan especialmente camas de crónicos (media/larga estancia), precisamente las más necesarias en estos episodios epidémicos de infecciones respiratorias, que tienen en los pacientes con enfermedades crónicas y a los ancianos como los más afectados. Frente a la media de 2,4 camas/1000hab de España (de las más bajas de Europa), Madrid tiene 1,8 camas/1000hab (la más baja del país, junto con Andalucía).

2) Los planes de contingencia estacional que se ponen en marcha todos los años, mediante la contratación de personal de refuerzo, resultan todos los años insuficientes. Pese a esa evidencia, todos los años se conceden desde la Consejería de Sanidad el mismo número de contrataciones. A este respecto, poco se puede hacer desde el HU La Paz. Y cuando llegan los colapsos, las prisas y las noticias, se abre el grifo de la Consejería, con la dificultad de encontrar entonces personal cualificado para estas plazas «in extremis», de oferta especialmente precaria y de muy corta duración.

3) La mala situación de la AP y la Urgencia Extrahospitalaria en Madrid tiene una relación compleja con la saturación de las URGENCIAS, puesto que de forma inmediata no son responsables ni pueden hacer nada por evitar el aumento de los ingresos hospitalarios, que son los que colapsan las URGENCIAS. De forma diferida si tienen un impacto importante, puesto que un buen control del estado de salud de su población asignada puede retrasar o incluso evitar el deterioro de salud de los pacientes más lábiles que, de estar mal controlados por dificultades de acceso a los servicios de AP, pueden terminar requiriendo ingreso.

4) El envejecimiento de la población. Vivimos más, pero nuestra resistencia a las infecciones se debilita con la edad y las probabilidades de necesitar ingreso se multiplican.

5) El ZENDAL claramente no sirve para lo que fue creado: hospital de epidemias/pandemias. Básicamente porque nunca se le dotó de personal propio. Para que funcione hay que desmantelar al resto de hospitales, o a la actualmente moribunda Atención Primaria.

6) Hace falta una mayor financiación de la Sanidad Pública. En España y en Madrid en particular. Para contratar personal suficiente y abrir camas hospitalarias de forma estable. Para reflotar la Atención Primaria y que recupere su papel de regulador del sistema y de alerta temprana de los problemas de salud de la población.

7) Tener una DG de Salud Pública potente que ejerza un verdadero papel de control epidemiológico, y establezca alertas y prioridades; a las que se deben acompañar los recursos económicos adecuados. No hemos oído avisos de las autoridades para usar mascarillas FP2 en lugares cerrados, en el transporte público, o de evitar reuniones familiares cuando existan  “síntomas gripales o de resfriado”. Evitar la transmisión y el contagio de los virus respiratorios es una forma importante de luchar contra el colapso de las URGENCIAS.

8) Ser plenamente consciente que la saturación/colapso de las URGENCIAS hospitalarias es una situación altamente estresante para pacientes y para profesionales, en las se pueden producir situaciones de riesgo para ambos colectivos. No es asumible, y es todo lo opuesto a la tan cacareada humanización que se pretende de la Sanidad. Los picos epidémicos por infecciones respiratorias son razonablemente previsibles y periódicos, y por tanto nunca son excusa para el colapso. Lo mismo sucede con los periodos estivales.

Desde esta tribuna, mi reconocimiento y admiración a la abnegada labor de todos los profesionales de las Urgencias Hospitalarias, de la Atención Primaria y de las Urgencias Extrahospitalarias. Que luchan un día sí, y otro también, contra la incomprensión y abandono de las autoridades sanitarias.

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