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Boletín Diario Informativo de AMYTS del 2 de octubre de 2023

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1. Ángela Hernández, secretaria general de AMYTS, interviene en el IV Simposio del Observatorio de la Sanidad» que organiza ‘El Español’ e ‘Invertia’

2. El Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina (CEEM) ha organizado este fin de semana las Jornadas Formativas 2.0 en nuestra sede. ¡Sois bienvenidos/as siempre!

3. «Que no falte levadura», el último artículo de opinión de la doctora Isabel Vázquez en la Revista Madrileña de Medicina. ¡No te lo pierdas!

4. «Desde las Urgencias del Hospital Infanta Sofía», artículo de un adjunto anónimo del Hospital Infanta Sofía publicado en nuestra Revista Madrileña de Medicina. Imprescindible lectura

5. Disfruta de la última viñeta de nuestra viñetista de cabecera, Mónica Lalanda. «Trabajando por el futuro»

1. Ángela Hernández, secretaria general de AMYTS, interviene en el IV Simposio del Observatorio de la Sanidad» que organiza ‘El Español’ e ‘Invertia’

Desde el 2 hasta el 5 de octubreEL ESPAÑOL e Invertia organizan el IV Simposio del Observatorio de la Sanidad ‘Los cambios que necesita la sanidad actual’. Unos encuentros que contarán con la participación de José Manuel Miñones, ministro de Sanidad; Héctor Gómez, ministro de Industria; Silvia Calzón, secretaria de Estado de Sanidad; Raquel Yotti, secretaria general de Investigación del Ministerio de Ciencia e Innovación; Fátima Matute Teresa, consejera de Sanidad de la Comunidad de Madrid; o Marciano Gómez, conseller de Sanidad de la Generalitat Valenciana; entre otros altos cargos de la administración, representantes de las principales empresas y asociaciones sanitarias de nuestro país y destacados especialistas del sector.

Se trata de un proyecto con diferentes sesiones, divididas en focos, en las que se analizará la situación de la sanidad actual, los grandes retos del sistema sanitario, las novedades de la industria y la digitalización del sector, así como también las posibles soluciones a los problemas previamente planteados, entre muchas otras temáticas.

Este lunes Ángela Hernández, secretaria general de AMYTS, participará para analizar la situación de nuestra sanidad y abordar los retos médicos.

Podéis seguir su intervención en este enlace de YouTube

Fuente: EL ESPAÑOL

 

2. El Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina (CEEM) ha organizado este fin de semana las Jornadas Formativas 2.0 en nuestra sede. ¡Sois bienvenidos/as siempre!

El Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina (CEEM) ha celebrado este fin de semana sus Jornadas Formativas 2.0. Un interesantísimo y necesario evento organizado en nuestra sede de AMYTS. 

El domingo, las jornadas contaron con la presencia e intervención de Ángela Hernández, secretaria general del sindicato. Hernández, siempre muy comprometida con el futuro y con las preocupaciones que puedan tener nuestros residentes y estudiantes de Medicina, no quiso perder la oportunidad de pasar un rato con ellos/as.

Fuente: AMYTS

3. «Que no falte levadura», el último artículo de opinión de la doctora Isabel Vázquez en la Revista Madrileña de Medicina. ¡No te lo pierdas!

Allá por marzo de 2020 se produjeron una serie de hechos relacionados con la pandemia producida por el coronavirus que dan cuenta de la capacidad de reacción de la población ante ciertas amenazas, y, si bien algunos comportamientos no estuvieron exentos de egoísmo y de una suerte de sálvese quien pueda, sí suponen un ejemplo y espejo para próximas crisis sanitarias.

Particularmente, recuerdo que una de las cosas que más me llamó la atención fue el cierre simultáneo y en bloque de los establecimientos regentados por ciudadanos de origen chino. Como signo, debimos entonces darle la importancia que tenía, y haber deducido de tal comportamiento que algo muy serio se avecinaba. Tan serio que hasta la actividad comercial de un colectivo tan entregado al trabajo se paralizó, pues lo que había en el otro platillo de la balanza implicaba un riesgo elevado para la salud. Fuera cual fuera la consigna, desde luego antepusieron la seguridad a las ganancias. Aquello no supieron verlo quienes deberían haber estado alerta a la vista de las noticias que iban llegando desde fuera de nuestras fronteras. Quizá minimizaron su significado o, como es costumbre en este país, pretendieron esconder una realidad que la población tenía derecho a conocer, porque nuestros políticos anteponen su imagen a la verdad, el rédito populista antes que el verdadero servicio público al que se deben, e infantilizan a los ciudadanos maquillando una situación por miedo a posibles consecuencias electorales.

Con el transcurrir de los días, esos ciudadanos empezamos a reaccionar, al nivel que podíamos hacerlo. Primero vino el desabastecimiento de papel higiénico, hecho cuando menos curioso, ya que su carencia precedió a otros artículos que podrían considerarse de mayor necesidad, como lo son los alimentos. Poco a poco, la leche, aceite, harina, etc. se fueron sumando a la lista de suministros demandados que iban escaseando. Hasta que empezó a faltar la levadura. Un producto normalmente discreto, poco demandado, no esencial en los hogares, que alcanzó su momento estelar en el periodo en el que la población, no pudiendo salir de casa, se dedicó a la fabricación de panes y dulces, embriagando los descansillos de las casas de aromas agradables en momentos tan complicados. La falta de levadura se convirtió en un motivo de malestar, ya que venía a entorpecer una actividad que hacía más llevadero el aislamiento.

Mientras esto ocurría en los hogares, en los establecimientos sanitarios empezaron a verse descubiertas otras necesidades mucho más relevantes y esenciales. Nuestra levadura, el suministro del que carecimos, fueron las medidas de protección. Los equipos de protección individual (EPI), las mascarillas, guantes, pantallas protectoras, agentes desinfectantes… Todo aquello que un sanitario que trabaja en primera línea necesita ante una enfermedad transmisible y poco conocida escaseó, no llegó, y nos colocó en una situación de injusta vulnerabilidad, obligándonos a elegir en muchos casos entre nuestra propia seguridad y la de nuestros pacientes y nuestra vocación de servicio y cuidado.

Ahora bien, el mayor descuido de la gestión sanitaria no está en lo material, sino en los recursos humanos. La sanidad madrileña, y especialmente la atención primaria, esa primera línea de asistencia, ha sufrido una merma de profesionales de medicina de familia y pediatría que nos inquieta a quienes trabajamos en el sistema. Ya era delicada la situación antes de la pandemia, pero desde entonces su deterioro ha ido agravándose de tal forma que muy probablemente si ahora se presentara una situación similar a la que produjo la COVID-19, sería incapaz de enfrentarse a ella con un mínimo de efectividad. No sólo por la escasez de profesionales, sino porque el desgaste, la desmotivación y el aprendizaje adquirido del trato que la institución sanitaria les proporciona han empezado a provocar un cambio en las justas exigencias respecto a la prevención de riesgos y las condiciones laborales.

De la experiencia debe aprenderse, y especialmente de los errores, dicen. Por ello, no me cabe duda de que los fabricantes de levadura no se vuelven a pillar los dedos si la ocasión se repite, pues casi seguro que ante el problema sufrido tienen preparado un plan de contingencia, porque de ello se derivan ganancias económicas, y no se debe perder ninguna ocasión de hacer buenos números. Otra cosa es la gestión pública, que en los peores momentos de pandemia no sólo no estuvo a la altura de las necesidades, sino que incluso dio lugar a algún que otro lucro de ética dudosa. No se puso el foco en la dotación de medios que precisábamos los trabajadores, que llegamos a protegernos con bolsas de basura, hecho este que simboliza muy penosamente la relevancia que se dio a quienes estábamos haciendo frente al impacto brutal de la enfermedad. Ni se planteó que la disminución en el número de profesionales debía convertirse en un problema de primer orden con prioridad para su resolución. Es ese un aspecto de la gestión que, dado que los médicos de atención primaria parecemos haber podido siempre con todo, no se está abordando con la premura y prioridad que merece.

Hace unos días la prensa ha publicado la aparición de casos de virus Nipah en Bangladesh e India, aunque, al menos de momento, no se ha emitido ninguna alerta de posible pandemia. Este virus tiene una mortalidad mucho más elevada que el coronavirus, y evidentemente no puede descartarse una expansión a nivel global. Y si no es este, será otro, incluso podría ser el temido ébola. Ocho mil kilómetros de distancia se quedan en nada a golpe de avión, y cualquier microorganismo puede viajar a cualquier punto del planeta. Por eso hay que estar preparados y no permitir que otro evento devastador nos encuentre sin recursos. Es una obligación de nuestros gestores anticiparse a una nueva crisis. Deben empezar por devolver a la atención primaria la dotación de recursos humanos que pueda garantizar la atención a los ciudadanos sin poner en riesgo su salud y su vida por la inaceptable negligencia de una gestión mal orientada.

Isabel Vázquez Burgos
Médica de Familia, C.S. Numancia (DASE). 

Presidenta del sector AP de AMYTS

Fuente: AMYTS

 

4. «Desde las Urgencias del Hospital Infanta Sofía», artículo de un adjunto anónimo del Hospital Infanta Sofía publicado en nuestra Revista Madrileña de Medicina. Imprescindible lectura.

Llevo más de 20 años trabajando en el servicio de Urgencias. Soy urgencióloga de vocación. Me di cuenta el primer día que pisé el servicio de urgencias en mi residencia que empecé hace mil años. Por aquel entonces ni siquiera existían los servicios de urgencias como tales, sino que por la mañana estaban adjuntos recién terminados de distintas especialidades hospitalarias esperando poder conseguir un puesto en la planta después de su “penitencia”, apoyados por residentes que rotábamos en Urgencias por la mañana. A partir de las 15h se hacían cargo de atender la patología urgente los facultativos de las diferentes especialidades del hospital.

He vivido la transformación inevitable de la Urgencia y parece que en estos momentos ya acariciamos la especialidad con la punta de los dedos. Hubo un momento después del 2008 en que creí que no lo viviría profesionalmente.

En esta transformación de la atención en urgencias los diferentes hospitales han evolucionado de manera distinta atendiendo a como se han posicionado respecto a sus servicios de urgencias.

  1. LOS QUE CONSIDERAN LA ATENCIÓN EN URGENCIAS COMO UNA PRIORIDAD:

Este tipo de hospitales han tenido que diferenciar a los facultativos de urgencias y su trabajo por las razones obvias que han hecho necesaria la creación de la especialidad:

  1. Los servicios de urgencias son la cara pública del hospital, donde casi toda la población tiene que acudir en algún momento de su vida. La demanda ha aumentado en los últimos años de manera exponencial, se ha hecho imprescindible el manejo de protocolos para la correcta atención rápida y eficiente de pacientes, así como el conocimiento de las guías de determinadas patologías que llamamos tiempo dependientes (ICTUS, Infarto, sepsis…) que debemos detectar y tratar en cuestión de minutos, no sólo para salvar vidas sino también para salvar la funcionalidad y calidad de vida de nuestros pacientes.
  2. No hay ninguna otra especialidad ni ningún otro ámbito de atención que sea capaz de atender las CATÁSTROFES O ACCIDENTES DE MÚLTIPLES VÍCTIMAS en los que los pacientes superan los recursos, la atención integral en las pandemias o virus emergentes, accidentes biológicos con conocimiento de protocolos y uso adecuado de Equipos de Protección Individual, manejo del paciente crítico y semicrítico previo al ingreso en unidades especializadas, manejo de las intoxicaciones por múltiples sustancias y un largo etcetera
  3. La atención urgente se realiza las 24h al día, 7 días a la semana y 365 días al año por lo que las estructuras de las plantillas de los servicios de urgencias deben diferenciarse del resto de especialidades tanto del hospital como de la atención primaria. Es inherente al trabajo del urgenciólogo la atención continuada y no a demanda como en el resto de las especialidades, por lo que se necesita una propuesta de regulación laboral específica que recoja y resuelva todas las peculiaridades con más descansos y complementos por penosidad.
  4. Formación y puesta en marcha de unidades especificas como otras urgencias europeas con manejo de ventilación no invasiva, ecografía clínica en urgencias, unidades de corta estancia, hospitalización a domicilio.

Y han buscado la manera de proveer a sus Servicios de Urgencias de los recursos tanto humanos, como materiales, como de formación y condiciones laborales favorables para fidelizar una plantilla cada día más especializada y eficiente capaz de atender todas esas demandas en horarios imposibles. Son hospitales con profesionales que se sienten valorados y reforzados tanto por el sistema como por sus pacientes en un ámbito de la medicina de condiciones especialmente duras.

  1. OTROS HOSPITALES HAN DECIDIDO QUE EL SERVICIO DE URGENCIAS NO ES UNA PRIORIDAD:

Que como no hace falta tener una especialidad determinada cualquier facultativo puede realizar esa función, que como es un ámbito muy duro la gente viene y va y asumen la rotación de facultativos como algo natural, y puesto que la rotación es la norma se creen en la potestad de poder EXPRIMIR a sus profesionales hasta que no puedan más y cambien de hospital o de lugar de trabajo.

LAS CONSECUENCIAS SON EVIDENTES:

  • En los pacientes: Esperas larguísimas para su atención en urgencias, atención por profesionales desgastados y estresados que intentan suplir la falta de tiempo de atención de calidad con pruebas complementarias en muchas ocasiones innecesarias, disminución de la seguridad tanto del paciente como de los trabajadores.
  • En los facultativos: Agotamiento físico y mental. Sentimiento de frustración en el trabajo. Negatividad y falta de concentración para realizar las tareas. Problemas de comunicación con los jefes y con los demás trabajadores, problemas somáticos como dolores de cabeza, problemas intestinales etc. Estos son los síntomas que la OMS reconoce como característicos del Síndrome del Burnout. Síndrome cada vez más frecuente entre los facultativos de estos hospitales con un nivel de infradiagnóstico preocupante y que además del riesgo personal, conlleva un aumento inevitable del riesgo de cometer errores.

¿DE QUIÉN O DE QUÉ DEPENDE LA DECISIÓN? Pues estos 20 años de experiencia de trabajo en urgencias me han hecho llegar a la conclusión de que no depende tanto de las crisis económicas como creía hace años (es que no hay dinero, es que presupuesto cero…. etc y esa retahíla con la que se zanjan todas las demandas de mejorar la calidad de la atención) sino QUE TIENE QUE VER DIRECTAMENTE CON LA DIRECCIÓN GERENCIA DEL HOSPITAL.

Y resulta que el Hospital Universitario Infanta Sofía, que es donde llevo trabajando 15 años pertenece a estos últimos.

Lo montamos de cero en el 2008, un grupo de facultativos de entre 30 y 50 años con unas ganas locas de construir el mejor hospital para atender a nuestra población. En el Servicio de urgencias llegamos a ganar el premio a la mejor urgencia en aquellos primeros años. Sin embargo, en 2012 cambió la gerencia y comenzó su decadencia. Desde la dirección se reunieron con nosotros y nos dijeron que a partir de ese momento el presupuesto para la urgencia era cero y que contaban con que el trabajo de la urgencia era esencialmente muy duro y solo para unos años. Nos lo dijeron a un grupo de 20 urgenciólogos de vocación, ojipláticos, que, como yo, queríamos desarrollar nuestro ejercicio profesional en el servicio de urgencias, formarnos, aunque fuera por nuestra cuenta, y ser los mejores para nuestros pacientes hasta el día de la jubilación.

Desde entonces:

  • La demanda ha subido de forma más que exponencial, se trata de un área en crecimiento, con una densidad de residencias muy alta, y el número de facultativos tanto en turnos como de guardia es cada vez menor.
  • El número de facultativos para atenderla ha ido disminuyendo hasta cubrir las guardias con un tercio y a veces la mitad de los que éramos.

En el 2008 se atendía la guardia de un día de diario con seis facultativos y 9 en fin de semana para atender toda la patología médica, traumatológica y quirúrgica del adulto.

Hoy, en el 2023, se asume que el número mínimo de facultativos de guardia es 4 en diario y 5 o 6 en fin de semana. Eso significa que dos facultativos atienden 3 salas de pacientes encamados y agudos, con una capacidad de 67 pacientes, con el apoyo de uno o dos residentes en formación a los que hay que supervisar. Y otros dos o tres facultativos atienden toda la demanda de los pacientes no encamados, tanto con patologías médicas como traumatológicas o quirúrgicas.

¿Qué está pasando con los facultativos?

  • Los facultativos se ven obligados a hacer entre 6 y 7 guardias al mes en esas condiciones con las consecuencias inherentes de desgaste profesional que comentábamos
  • Para poder mal cubrir las guardias desde este verano se ha creado una bolsa de voluntarios de diferentes servicios del hospital que no tienen formación en urgencias y que están cobrando el doble las horas que realizan cuando los compañeros de urgencias cobran el sueldo normal. Pero no pueden atender todos los pacientes que tienen asignados porque no tienen la preparación para ello.
  • Aun así, este verano ha tenido que acudir la policía en dos ocasiones por los problemas y conflictos generados por los altos tiempos de espera.
  • Los compañeros de urgencias hemos ido cayendo enfermos de esta situación y nos ha tocado aprender a ritmos acelerados todo lo relacionado con el síndrome de Burnout.

Yo me encuentro entre ellas.

  • Vivimos experiencias inimaginables cuando la población estaba confinada en la pandemia que nos hicieron enfrentarnos con la fragilidad del sistema, la fragilidad del ser humano en general y con la nuestra en particular.
  • Algunos de nuestros compañeros fallecieron esos días trabajando en el mejor trabajo del mundo.
  • Algunos se mudaron a apartamentos alejados de sus familias para no contagiarlos.
  • Fuimos las visitas y las familias de los centenares de pacientes que había en la urgencia en aquellos días y que no podía tener visitas.
  • Fuimos aprendiendo sobre la marcha y salimos de aquello aparentemente más fuertes, entre aplausos y canciones que nos mantenían de pie.

No habían pasado ni siquiera unos meses cuando la urgencia del Infanta Sofía se volvió a abandonar. Echaron a un director Médico volcado con el servicio de urgencias, con sus facultativos y con los pacientes, y el éxodo de profesionales ha sido tan numeroso que he perdido la cuenta.

Llevamos un año intentando convencer a una dirección gerencia impenetrable de la necesidad de reforzar el servicio, de buscar soluciones permanentes y duraderas y no parches inservibles.  Primero intentamos solucionarlo desde dentro, luego los sacamos a los medios, llegamos a convocar una huelga como último cartucho para poder salvar lo que quedaba, pero nada ha servido. Y parece que la “culpa” la tenemos nosotros porque ponen en nuestras quejas la razón por la que nadie quiere venir a trabajar aquí.

A día de hoy tenemos un equipo roto, con 8 personas de baja, la mayoría con síndrome de Burnout, dos personas de excedencia, dos que han dejado la urgencia después de más de 15 años para buscar trabajo en Atención Primaria, y varias con informe de salud laboral y reducciones de jornada que les permita no caer enfermos a unos y poder conciliar a los otros. La susceptibilidad entre los propios profesionales por las desigualdades generadas repercute en el ambiente y en la relación con otras especialidades.

La sensación de injusticia e impotencia llega a volverse insoportable.

Así que después de 15 años en el que consideraba MI hospital, donde me he desarrollado como profesional, y con la experiencia que en cualquier empresa privada haría que se peguen por ti, me veo avocada a irme.

Buscaré otro hospital de los primeros, de los que cuidan la calidad de la atención a sus pacientes y a sus profesionales.

Anónimo

Adjunt@ de las Urgencias del Hospital Infanta Sofía

Fuente: AMYTS

 

5. Disfruta de la última viñeta de nuestra viñetista de cabecera, Mónica Lalanda. «Trabajando por el futuro»

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