1. Este domingo se publicó la Revista Madrileña de Medicina. No te pierdas el artículo de Ana Giménez «Huelgas, estrategias, resistencia»
2. El artículo de opinión de Miguel Ángel García Pérez, «Desiertos ¿médicos?». ¡Imperdible!
3. No te pierdas la última viñeta de Javier Sánchez publicada en la Revista Madrileña de Medicina en la sección ‘Realidades médicas con humor’
4. La sanidad española se queda sin médicos en verano
5. La edad dorada de los trasplantes de órganos: «Hemos hecho rutinario algo de ciencia ficción»
1. Este domingo se publicó la Revista Madrileña de Medicina. No te pierdas el artículo de Ana Giménez «Huelgas, estrategias, resistencia»
Recientemente se ha publicado un artículo sobre la huelga de los médicos ingleses (https://www.bma.org.uk/news-and-opinion/strike-advice-for-junior-doctors-in-england-rest-and-recharge-this-round-of-strikes) , que nos recuerda una vez más que la profesión médica se encuentra en crisis y que se trata de un problema global.
La globalidad de este problema se ha visto agravada en todo el mundo con motivo de la pandemia, pero el problema es previo: se trata de un problema laboral de larga duración, que básicamente consiste en el abuso que durante décadas se ha estado haciendo sobre los profesionales médicos que trabajan para los servicios de salud. Pocas profesiones tienen unas mayores jornadas de trabajo (camufladas bajo la perversa denominación de “guardias”), y ese exceso en los tiempos de trabajo, encima no computan ni para la fecha ni para el montante a recibir para jubilación.
Amparados en la vocación de servicio que nuestra profesión conlleva y el bien social que sin duda supone la atención médica, un gobierno tras otro, no solo en España, sino en todos los países europeos, han aprobado directrices que suponen un claro abuso, como cuando se aprobó que el tiempo de inactividad durante las guardias no compute como jornada laboral, con el fin de poder continuar exprimiendo a los profesionales.
Esto último quiere decir, por ejemplo, que si un médico en un turno de 12 o 24 horas para media hora para comer, media hora para cenar y algún periodo más para sus necesidades, que ese tiempo no compute como trabajo. En el caso de algunas especialidades, significaría que solo les cuente el tiempo estricto de atención al paciente. Y esto, que los políticos y gestores decidieron emocionados por la genialidad de su decisión pues les permitía disponer de más horas de sus médicos sin con ello exceder las enormes jornadas también establecidas por ellos, esto es una barbaridad. Sin paliativos. Las jornadas laborales deben computar durante todo el tiempo en el que el trabajador esté a disposición de la empresa. Para los médicos y para el resto de los trabajadores.
¿O es que acaso a los bomberos sólo les computa la jornada cuando están apagando incendios?
Pero, por otro lado, aunque para la exigencia laboral si somos especiales (¡ay, el maldito Estatuto Marco!), no lo somos en absoluto a la hora de las crisis, pues la congelación o disminución de salarios se nos ha aplicado como al resto de los trabajadores. O mejor dicho, peor, pues al ser titulados superiores se nos han aplicado recortes muy superiores a los aplicados a otras categorías…
Es decir, para las desventajas somos como a todos los trabajadores públicos, pero para la imposición de exigencias somo exclusivos.
Y los médicos hemos tocado fondo.
Y se están poniendo en marcha movimientos de protesta en muchos países de nuestro entorno. En el artículo al que me refería anteriormente se pone en marcha una estrategia de huelga, una estrategia para una huelga larga, en la que exponen de forma clara que la huelga debe emplearse para descansar para relajarse y de forma programada para acudir a actos de protesta que visibilización de la huelga. Porque incluso en la huelga han aprendido que hay que adoptar estrategias de resistencia que consigan que los médicos no se quemen tampoco en las huelgas.
Buen ejemplo.
Ana María Giménez Vázquez Médico de familia. Tesorera de AMYTS
2. El artículo de opinión de Miguel Ángel García Pérez, «Desiertos ¿médicos?». ¡Imperdible!
El pasado viernes 7 de julio, la vocalía de Médicos Jóvenes y Promoción del Empleo del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos de España (CGCOM) hacía público su estudio sobre los llamados desiertos médicos, “Áreas de difícil cobertura en España. Desiertos médicos: perspectivas de los médicos jóvenes”. Y lo hacía con una perspectiva de complejidad que es muy de valorar, dada la tendencia a los análisis simplistas que se hacen con frecuencia sobre la disponibilidad de médicos en nuestro país. Desde aquí nuestra más sincera felicitación por poner el tema sobre la mesa, nuevamente, y hacerlo con cierto rigor, aunque hace falta aún mucho camino y debate por delante para conseguir arrojar la claridad necesaria para poder dar respuesta a un problema con el que nos estamos comenzando a enfrentar.
No es, desde luego, la primera publicación que se acerca al tema, aunque sí sea la que lo hace utilizando el término “desiertos médicos”. Hace ya años que la distribución geográfica de los médicos es motivo de análisis, y ya en 2009 tuve la oportunidad de publicar, dentro del trabajo realizado por la Fundación CESM en torno a la demografía médica, un estudio sobre la distribución geográfica de los médicos en España con datos disponibles a nivel provincial y una aproximación a los posibles factores que influían en ella. El texto pretendía llamar la atención sobre una desigualdad que, si en aquél momento no estaba creando graves problemas a nivel general, ya los estaba originando de forma puntual en diferentes localizaciones de nuestro país, y en especial en Canarias. El eco conseguido fue nulo, y la ausencia de medidas encaminadas a reducir esa desigualdad ha hecho que ésta se haya mantenido y esté dando, en este momento, más motivos de preocupación de los que debería.
El caso es que ya se ha puesto de nuevo el tema sobre la mesa, primero de forma dispersa ante las diferentes dificultades que se viven a lo largo de nuestra geografía y las caciquiles soluciones que se plantean por nuestras autoridades, y ahora por un informe que puede servir de inicio a un debate más que necesario, en el que por supuesto estaremos de forma activa desde CESM. Y para comenzar, me atrevo a hacer estas reflexiones iniciales sobre el propio término utilizado para designar el problema, ‘desiertos médicos’. No porque no sea el indicado para hacerlo, pues es el término con que se conoce el problema en Europa (algunos países lo viven desde hace ya muchos años), sino por los significados que puede ocultar. De hecho, yo mismo no lo usé en 2009 porque no acababa de satisfacerme.
Si aceptamos la primera definición nominal del término “desierto” en el diccionario RAE (“Lugar despoblado o en el que no hay gente”), todavía podríamos encontrar algún tipo de adecuación al problema que se pretende conceptualizar. Al fin y al cabo, se trata de territorios donde “no hay médicos” o, mejor dicho, donde hay pocos médicos, y no son suficientes para proporcionar, con la actual organización del SNS, un acceso adecuado a la atención sanitaria por parte de la población. Efectivamente, cuando uno se imagina un desierto no suele hacerlo con personas viviendo en él (aunque sabemos que las hay). En cualquier caso, es una característica compartida con las cumbres montañosas y las extensiones oceánicas; es decir, que no nos delimita mucho el problema.
Realmente hablamos de desiertos sociales y sanitarios, hacia los que los médicos, y otros profesionales asistenciales, no se sienten atraídos
Porque a diferencia de los otros entornos, lo que sí define muy bien al desierto es la otra definición nominal que encontramos en el mismo diccionario: “Territorio arenoso o pedregoso, que por la falta casi total de lluvias carece de vegetación o la tiene muy escasa”. Efectivamente, un territorio desagradable y poco apto para la vida, prácticamente inhabitable, que acaba quedando despoblado. Por aquí sí que me parece que el término es más significativo.
Pero no es la práctica médica, “la mejor profesión del mundo” para algunos, la que es en sí inhabitable (o no lo es todavía, como luego veremos), pues sigue generando ilusión y esfuerzo por parte de muchos de sus profesionales. Lo que se está haciendo inhabitable es el ámbito sanitario para los médicos, y esto cristaliza de una manera mucho más aparente en aquellos lugares que, desde el punto de vista sociodemográfico, ya llevan siendo poco habitables, por su escasez de recursos y de población, o por la problemática social que se vive en algunos entornos. Y juntando ambas “inhabitabilidades” obtenemos la situación actual: lugares nada atractivos para los médicos porque no lo son, de hecho, para el resto de la población, y encima se encuentran con estructuras sanitarias que no son precisamente amables con ellos.
Así que realmente no hablamos de desiertos médicos, no. Hablamos de desiertos sociales y sanitarios, hacia los que los médicos, y otros profesionales asistenciales, no se sienten atraídos. No es, pues, un problema de la medicina, sino más bien del conjunto de la sociedad. Y esto es lo que creo que no queda bien reflejado en el término “desiertos médicos”.
Porque si el problema fuera médico, se entendería entonces que las soluciones tuvieran que ver con los propios médicos, como torpemente surge de algunas de las propuestas de las Administraciones Públicas (atentando, por cierto, contra la libertad de movimiento y ejercicio de los profesionales). Pero si el problema es social y sanitario, será por aquí por donde haya que atajarlo adecuadamente.
El informe sobre los desiertos médicos del que partíamos en este artículo incluye una buena serie de factores determinantes del vaciamiento de médicos de algunas zonas, incluyendo algunos de los procedentes del ámbito sanitario, y lógicamente reúne una buena batería de posibles medidas a desarrollar desde ese ámbito. Curiosamente, ya se hace alusión a que muchas de ellas no han demostrado eficacia en los pocos estudios realizados. Y esto puede que se deba a que, o se enfrenta seriamente la desertificación social de muchos de nuestros entornos (y no sólo rurales, porque incluso en la ciudad de Madrid y su entorno hay centros de Atención Primaria con bastantes plazas no cubiertas, y algunos hospitales periféricos de la Comunidad de Madrid también sufren ese déficit, como también ocurre, por otro lado, en ciudades costeras con una elevada afluencia de turistas), o no habrá medidas que hagan posible la solución del problema, salvo que se condene a trabajos forzados a algunos profesionales (médicos, pero… ¿por qué no también abogados, economistas o, incluso, políticos?).
La conclusión es clara: tómense las medidas necesarias desde el punto de vista de la institución sanitaria para hacer más habitables los “desiertos”, y hay una buena batería de medidas posibles que recoge el informe y en cuyo análisis estamos dispuestos a colaborar); pero hágase una política real de “recuperación” y desarrollo de los desiertos sociodemográficos que no se limite a multiplicar los titulares de la “España vaciada”, pues sin ello la desertización (a todos los niveles) será irreversible.
Miguel Ángel García Pérez
Médico de familia, doctor en Medicina, máster en Bioética
Director médico de la Revista Madrileña de Medicina
Responsable de Estudios Profesionales de CESM
3. No te pierdas la última viñeta de Javier Sánchez publicada en la Revista Madrileña de Medicina en la sección ‘Realidades médicas con humor’
Javier Sánchez, médico de Familia y uno de los viñetistas de AMYTS, vuelve en este mes de julio con una viñeta ‘Guardianes de la Sanidad’ dedicada a los profesionales de la Sanidad.
4. La sanidad española se queda sin médicos en verano
Otro verano sin médicos. La falta de personal sanitario, tanto en el ámbito hospitalario como en Atención Primaria pone en una complicada situación a la sanidad y a sus profesionales un año más. Los centros de salud y los hospitales ven como sus plantillas se ven reducidas, por las vacaciones de los sanitarios, por lo que algunos centros tienen incluso que cerrar plantas enteras y UCIs o retrasar consultas. Porque sí, los médicos también se cogen vacaciones.
La escasez de profesionales que sufre el Sistema Nacional de Salud no es algo nuevo, pero en verano se hace más latente. Como consecuencia directa no se pueden cubrir al cien por cien las demandas sanitarias de los pacientes, produciéndose la temida sobrecarga asistencial. Según el director médico de Medicina Responsable, el doctor Pedro Gargantilla, la realidad en cada hospital es diferente. Los hospitales que acogen a desplazados, como la zona de Valencia o Muria, refuerzan la atención sanitaria, mientras que en los que no son de destino vacacional, como los de Madrid, se cierran camas porque hay menos ingresos de pacientes y la plantilla se reduce a la mitad.
El doctor Tomás Toranzo, presidente de la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM), indica que esto no es un problema nuevo, pero “este año es mucho más agobiante que otros años porque ha habido más jubilaciones, también más jubilaciones anticipadas, y los recambios no han llegado”. De hecho, afirma que, en los hospitales, también aumentan las listas de espera porque solo se garantiza la asistencia urgente o la patología no demorable. El resultado es un descontento generalizado tanto de los pacientes como de los profesionales sanitarios. Estos últimos, destaca, que “se quejan porque tienen una presión añadida que les sobrecarga, tensiona y estresa, a pesar de que no pueden satisfacer la demanda de los pacientes. En verano el tiempo de trabajo mensual es mayor”. De hechop, lo más habitual es realizar el doble de guardias o más, porque han de asumir las de los compañeros, indica la doctora Sheila Justo, vicepresidenta de la Asociación de Médicos y Titulados Superiores de Madrid (AMYTS). “Las consecuencias directas están sobre todo ligadas a su salud mental y física: agotamiento, insomnio por la sobrecarga de turnos nocturnos, estrés y ansiedad”.
La salud de los pacientes ¿En riesgo?
El déficit de médicos es un problema que persiste desde hace años. El sistema sanitario español parte de un déficit crónico y de una situación de sobrecarga de base. Según el informe “Oferta-Necesidad de Especialistas Médicos 2021-2035”, del Ministerio de Sanidad, en todo este periodo, las necesidades de la población son superiores a la oferta. De hecho, el déficit de médicos especialistas alcanzará su punto máximo en 2027, alcanzando los 9.000 profesionales.
La fuga de batas blancas a otros países, la precariedad laboral o la cantidad de profesionales que se jubilan están dinamitando a la profesión. Esta situación está afectando directamente a los pacientes. Factores como la sobrecarga, agotamiento, ausencia de tiempos, las prisas, etc. influyen enla calidad asistencial e, incluso, pueden vulnerar la seguridad de los pacientes, señala la doctora Justo. “Las necesidades de la población deberían estar cubiertas del mismo modo, independientemente de la época del año en la que estemos. De detectarse lo contrario, se debería intervenir en consecuencia”.
No obstante, el director gerente del Hospital Universitario La Paz de Madrid, Rafael Pérez-Santamaria Feijóo, afirma que en verano no hay ningún problema de cara a cubrir, con calidad, la demanda asistencial de la población. “En verano disminuye la presión asistencial, de forma que se reduce tanto la hospitalización, alrededor de un 10%, como la actividad quirúrgica, alrededor de un 15%”. Además, indica que lo que se hace es reordenar el número de camas operativas en función de la demanda en cada momento. “De esta forma, ante una posible contingencia, se pueden incrementar el número de camas de manera instantánea”. Es más, “a pesar de que no es fácil encontrar profesionales que suplan las vacaciones, en ningún momento esto ha puesto en compromiso la calidad de la atención”.
Desertificación de profesionales también en Atención Primaria
La escasez de profesionales en Atención Primaria es aún más notable si cabe en este periodo estival. “Se quiere cubrir el mismo trabajo con la mitad de personal”, indica José Polo, presidente de Semergen. Hay que partir de la base de que, en la actualidad, en esta especialidad hay entre 8.000 y 10.000 plazas vacantes en España. Aunque no se llegan a cerrar centros de salud por este déficit, sí que se suprimen consultas y se acumulan tanto en centros de salud urbanos como rurales. El doctor Polo destaca que en los ambulatorios de las zonas de costa se acentúa la demanda asistencial.
El colapso de la AP es generalizado en todo el territorio nacional. “Hay centros de salud que tienen muchas ineficiencias y están sobreexplotados, no se quiere hacer ninguna modificación, en eso prácticamente todas las comunidades mantienen la misma postura. Hay una utilización política de la gestión de la sanidad”, recalca el doctor Toranzo. No hay que perder de vista que los médicos llegaban a ver a 50 pacientes al día antes de que, tras las movilizaciones, los sindicatos acordasen con las diferentes comunidades autónomas que limitasen la capacidad asistencial o que la equiparasen a la capacidad que tiene un médico para mantener la calidad de la asistencia sanitaria. “Esto pone más que en evidencia que, para tener una asistencia de calidad, la plantilla actual, con la organización que tiene el Sistema Nacional de Salud (SNS), es totalmente insuficiente”, resalta Toranzo.
Soluciones: cambios organizativos
Ante esta situación, la pregunta es evidente: ¿por qué no se hacen más contratos para garantizar una atención sanitaria de calidad? Una de las posibilidades es que se haya normalizado esta situación, porque se repite cíclicamente todos los veranos. Pero, para el doctor Gargantilla la respuesta es que “no hay personal que quiera trabajar, ni dinero”. Por ello, el presidente del CESM considera que la única solución es reducir en el periodo vacacional la actividad asistencial, pero, como esta situación es utópica, se tendrán que hacer cambios organizativos. La doctora Justo se mantiene en la misma línea: “Habría que planificar los recursos humanos, teniendo en cuenta estas ausencias estacionales. Es algo previsible, por lo tanto, tiene solución si se dimensionan adecuadamente las plantillas y se invierten más recursos en Sanidad”.
En el caso del Hospital Universitario La Paz, su gerente explica que lo que hacen es optimizar los recursos de los que disponen, es decir, mejorar la eficiencia, manteniendo o mejorando los resultados en salud y disminuyendo los costes. “Como hospital nos gustaría tener recursos para todo, pero nuestro sistema público de salud se financia con los impuestos de los ciudadanos y es importante conocer el coste de oportunidad. El hecho de tener recursos ‘sobrantes’ en nuestro hospital significaría disponer de menos recursos para otros servicios también importantes”, concluye.
5. La edad dorada de los trasplantes de órganos: «Hemos hecho rutinario algo de ciencia ficción»
David Bennett se paseó por el mundo con un corazón de cerdo durante dos meses. A Emma le espera una larga vida gracias al intestino que recibió cuando ni siquiera podía gatear. Tamara dio a luz el pasado mayo a pesar de haber nacido sin útero.
Todos estos hitos de los trasplantes se han dado en apenas el último año y medio y son solo un ejemplo de lo que está por llegar: xenotrasplantes, órganos congelados a temperaturas bajísimas o terapias para evitar el rechazo sin necesitar inmunosupresión.
«No es que estemos en la edad dorada del trasplante, es que llevamos viviendo mucho tiempo en ella», afirma Beatriz Domínguez Gil, directora de la Organización Nacional de Trasplantes. «Hemos conseguido que una intervención mágica y casi de ciencia ficción hace unas décadas se transforme en una actividad prácticamente rutinaria y habitual pese a seguir siendo un procedimiento extraordinario».
Hace poco más de 50 años, el cirujano sudafricano Christiaan Barnard entraba en el Olimpo de la medicina al realizar el primer trasplante de corazón de la historia, lo que le valió fama universal: no hubo portada de periódico o revista en todo el mundo que no mostrara su cara a toda página. Hoy en día, en la Unión Europea se realizan anualmente más de 2.000 trasplantes de corazón, 311 en España.
Una década antes del hito de Barnard se realizaba en el Hospital Brigham de Boston el primer trasplante renal que lograba supervivencia a largo plazo. En nuestro país, a día de hoy, se realiza una operación de este tipo cada dos horas y media.
«Que hayamos conseguido que esa intervención se transforme en rutinaria define perfectamente la época dorada del trasplante», recalca Domínguez Gil a EL ESPAÑOL.
El hito definitorio de la última década ha sido el trasplante de donante en asistolia. Anteriormente, solo se aceptaban donanciones de personas en muerte encefálica ya que los órganos se podían mantener oxigenados hasta su extracción.
En cambio, los órganos se deterioran rápidamente tras un fallo cardiorrespiratorio, lo que impedía utilizarlos para trasplante. Fue una innovación española la que abrió la puerta a estas donaciones: la perfusión regional normotérmica, que mantiene igual de oxigenados los órganos, gracias al uso del sistema ECMO, oxigenación por membrana extracorpórea, pensado en principio para mantener con vida a personas con los pulmones y corazón gravemente dañados (por eso se hicieron tan necesarias durante la crisis de la Covid).
Ha pasado poco más de una década desde que se regulara la donación en asistolia y ahora supone el 42% del total en España. Que, por cierto, «es el único país del mundo que ha conseguido trasplantar con éxito todo tipo de órganos de estos donantes«, afirma orgullosa la máxima autoridad española en la cuestión.
Hitos del trasplante en España
Solo una veintena de países realizan trasplantes de donantes en asistolia, fundamentalmente riñones «porque son los órganos que más resisten el efecto de la isquemia». En nuestro país se han realizado injertos de hígado, pulmón, corazón, páncreas y hasta intestino, un órgano que hasta hace unos años se pensaba ‘intrasplantable’ por ser muy susceptible a la falta de oxígeno y tener una gran carga bacteriana.
Pero el octubre pasado el mundo conoció a Emma. Nació con el intestino más corto de lo normal, lo que obligaba a alimentarla de forma intravenosa. Cuando presentaron el logro en el madrileño Hospital de La Paz, la bebé sonreía pizpireta gracias a su nuevo intestino. Solo ha habido otros dos trasplantes más así, ambos también en España.
El caso de Tamara no es tan novedoso pero quizá sí es más espectacular. Sufría el síndrome de Rokitansky, esto es, nacer con ovarios pero sín útero. En 2020 recibió uno, el de su hermana. Tres años después daba a luz a Jesús, primer bebé español nacido tras este procedimiento. En el mundo apenas son medio centenar pero, como señala Domínguez Gil, parece más algo de ciencia ficción.
El de David Bennett ha sido el caso más sonado en el mundo de los trasplantes en décadas, con un impacto quizá similar al hito de Christiaan Barnard (cuyo paciente, por cierto, vivió menos que Bennett: 18 días). Desde inicios del siglo XX ha habido experimentos de trasplantes con cerdos, ya que estos animales tienen órganos similares en tamaño a los nuestros.
Los avances en edición genética de los últimos años han permitido adaptarlos a los seres humanos. El corazón que recibió Bennett tenía hasta 10 modificaciones. El paciente moría dos meses después de una insuficiencia cardíaca, pero el órgano no había sido rechazado: el corazón funcionó perfectamente durante 47 días.
Para la directora de la ONT, los xenotrasplantes son la «gran revolución» que nos espera y les ve más posibilidades que otras perspectivas similares, como la bioimpresión de órganos en 3D o su reconstrucción a partir de células madre del paciente.
Ensayos con órganos de cerdo
«Estas técnicas de modificación genética de cerdos, humanizándolos de alguna forma, aparte de ser criados en altas condiciones de bioseguridad, probablemente puedan hacer realidad el xenotrasplante en los próximos años», comenta.
Antes, habrá que realizar ensayos clínicos «muy bien diseñados» para evaluar su eficacia y seguridad. «Va a haber que dilucidar muy bien cúal es el tipo de pacientes que realmente se podría incluir en este tipo de estudios». Bennett probó el corazón de cerdo porque no era elegible, por su estado de enfermedad avanzada, para uno humano.
Sin embargo, la experta cree que en unos cinco años podremos ver los primeros ensayos clínicos en este área.
Pero la búsqueda de alternativas a los órganos humanos no es la única vía de avanzar en el campo de los trasplantes. Quizá menos espectaculares pero más cercanas son las investigaciones en mejorar la preservación de órganos y en extender la tolerancia –evitar su rechazo por el cuerpo– hasta límites hoy día insospechados.
«El trasplantado va a necesitar inmunosupresión durante toda su vida, y estos medicamentos tienen importantes efectos adversos», recuerda Domínguez Gil. El propio efecto del sistema inmune afecta a la vida del órgano: por ejemplo, la supervivencia de un corazón trasplantado se sitúa entre los 12 y los 15 años. Quizá en adultos mayores no suponga un problema, pero los niños tendrán que someterse a varios trasplantes durante su vida.
Un estudio realizado en el Hospital Gregorio Marañón ha utilizado terapia celular para evitar el rechazo y eliminar el uso de fármacos inmunosupresores utilizando células T reguladoras del timo del propio paciente –en este caso, una bebé de seis meses que recibió un corazón nuevo–, reduciendo al mínimo los efectos secundarios.
En la actualidad hay montado está desarrollándose un ensayo clínico con estas células ‘thyTreg’ y que puede suponer una revolución para los miles de trasplantados de todo el mundo.
Los avances en la preservación de órganos también están siendo espectaculares. Hay varios métodos, desde mantener el órgano con vida mediante líquidos de perfusión hiperavanzados con capacidad de recuperar las células del órgano, máquinas que asemejan las condiciones fisiológicas, etc. hasta la criopreservación, esto es, mantener los órganos congelados hasta que llegue el momento.
Este último método pertenecía a la ciencia ficción hasta hace un mes. Científicos de la Universidad de Minnesota han trasplantado a cinco ratas riñones que previamente se habían mantenido congelados a -150 grados, sumergidos en nitrógeno líquido, hasta 100 días.
Las ratas, según los resultados publicados en Nature Communications, han sufrido algunos daños tras la desvitrificación, pero han sobrevivido. Los investigadores creen que en un año pueden estar haciendo las primeras pruebas en humanos y montar un ensayo clínico unos cinco.
«Las técnicas de preservación de órganos adquieren todo el sentido en un momento enque nuestros donantes son cada vez más complicados, de edades más avanzadas, cada vez más en asistolia con el efecto deletéreo de la isquemia, que comprometen su viabilidad para el uso clínico», advierte Domínguez Gil.
Este es el gran reto de los trasplantes. «Todos los avances que se puedan hacer en el ámbito de la donación son muy relevantes, muy necesarios. Y en los próximos años vamos a ver muchos que no tardarán en ser parte de nuestro día a día».