Cargando

Type to search

E-BOLETÍN

Boletín Diario Informativo del 6 de septiembre de 2021

Share

1. AMYTS logra una nueva sentencia por agresión a una doctora. ¡DENUNCIA LAS AGRESIONES Y LAS AMENAZAS!

2. ¡No te pierdas los últimos artículos de opinión de AMYTS! «¡No empreñes! ¡Non fotis!»; «La vocación y la banalización del acto médico»; «Nuevo curso, mismos retos»

3. AMYTS en los medios: ¿soluciones al problema del Covid persistente?; denunciamos ante la Inspección de Trabajo la situación en el C.S Carabanchel Alto

4. La pauta completa de la vacuna reduce un 50% el riesgo de ‘Long Covid’, según un estudio publicado en The Lancet

5. El verano concluye con 13.000 nuevos sanitarios contagiados por la Covid-19

1. AMYTS logra una nueva sentencia por agresión a una doctora. ¡DENUNCIA LAS AGRESIONES Y LAS AMENAZAS!

Desde AMYTS no vamos a parar y lo tenemos muy claro: ni una sola agresión a médicos sin consecuencias penales. Así lo vimos hace unos meses y ahora en una nueva sentencia judicial.

En una reciente sentenciada liderada por nuestra abogada penalista, Ana Fernández, el Juzgado de lo Penal nº 3 de Móstoles ha condenado a una paciente por varios delitos por agredir a una doctora y afiliada de AMYTS.

En este sentido, se ha condenado a la agresora por un delito de atentado a personal sanitario con pena de seis meses de prisión, por un delito de lesiones con pena de tres meses de multa a razón de cinco euros diarios y por un delito de resistencia con pena de tres meses de multa a razón de cinco euros diarios.

Además, la Justicia le ha obligado a indemnizar a la médico con una cantidad de 9.120 euros por las lesiones sufridas.

Hasta el momento desde AMYTS hemos conseguido que todas las agresiones a nuestros afiliados finalicen con una sentencia condenatoria y con una indemnización por las lesiones sufridas.

Fuente: AMYTS

 

2. ¡No te pierdas los últimos artículos de opinión de AMYTS! «¡No empreñes! ¡Non fotis!»; «La vocación y la banalización del acto médico»; «Nuevo curso, mismos retos»

Este domingo ha vuelto la Revista Madrileña de Medicina tras el descanso de agosto. Una vuelta con fuerza y cargada de interesantísimos artículos de opinión, incluido un editorial que no podéis perderos. Os los facilitamos a continuación:

EDITORIAL. “¡No empreñes! ¡Non fotis!”, por Ángela Hernández

Quirófano de “hepatobilio”, hospital de Sant Pau, entre 2002 y 7. En mitad de cualquier cirugía compleja se palpa en el quirófano una atmósfera muy peculiar, inevitablemente impregnada del carácter de quien ostenta el puesto de primer cirujano. Uno de mis mentores quirúrgicos era un excelente cirujano al que jamás vi renunciar a un reto quirúrgico, al que, cuando surgía una complicación grave durante una cirugía, te dabas cuenta inmediatamente porque dejaba la charla intrascendente y se le acentuaban las arrugas, ya marcadas, de su frente. El equipo de instrumentistas callaba a su vez, perfectamente conscientes de que la cirugía se hallaba en una encrucijada de la que dependía el paciente. De vez en cuando algún anestesista cubriendo por el motivo que fuera el puesto de los habituales de ese quirófano, o algún residente -e incluso en alguna ocasión estudiante-, osaban hacer una pregunta o indicación fuera de lugar, y la respuesta siempre era la misma, en un tono exaltado, aunque no de grito:

– ¡No empreñes! ¡Non fotis!

Se entendía perfectamente, venía decir: no me vengas ahora con eso, que tenemos que solucionar la cirugía del paciente. No culpaba de la cirugía al equipo instrumentista, ni a los ayudantes o a los instrumentos, pero sí necesitaba un estado de concentración para salir de la situación con los recursos de los que disponía. Era comprensible.

¿Imaginan que en mitad de una complicación durante una cirugía dicho cirujano se hubiera erguido muy digno, se hubiera quitado los guantes y hubiera dicho algo así como que con el presupuesto destinado a Cirugía General por la Gerencia no se podía hacer más, o que hubiera empezado a culpar de la complicación al resto de presentes en el quirófano, desde el equipo de anestesia hasta el quirofanista circulante? No, ¿verdad?. ¡Menos mal que seguía al frente hasta controlar la situación!

Eso es precisamente lo que más echo de menos en la gestión sanitaria de cargos intermedios hacia arriba, y cuanto más arriba más. Desconozco, por mi inexperiencia directa en gestión en el SERMAS, cómo se trasmite la idea de culpar a alguien de lo que pasa en lugar de tratar de solucionarlo. Y si en medio se puede salpicar a los representantes elegidos de los profesionales, mejor que mejor.

Desde luego en la teoría de la gestión sanitaria, al menos en la que me impartieron a mí en el Máster Universitario de Administración Sanitaria, no lo daban. Ahí se trataba de la teoría de las relaciones entre los diferentes actores interesados (stakeholders), de cómo acortar las distancias entre la corbata y la bata, de restablecer los puentes de confianza, y de conceptos como la responsabilidad social corporativa y el clima laboral en el ambiente de trabajo. Así que me temo que deber ser un conocimiento a medio camino de unas cañas, a modo asequible de lo que a menudo llamo la “política del palco del Bernabeu”. ¿Que no hay medios suficientes, que tus superiores no solo no te hacen caso, sino que se ríen de tus peticiones? Tú échale la culpa a los sindicatos, y, eso sí, mantente bien aferrado a tu puesto.

Es algo que he visto una y otra vez a lo largo de los últimos años. Hasta el punto de que se hace imperativo contrastar la información que les hace llegar la Administración a los profesionales de las reuniones que mantiene con las organizaciones sindicales, en concreto con el sindicato profesional médico, tanto a nivel de centros o a nivel de la Mesa Sectorial, con el contenido real de dicha reunión, constatando, en demasiadas ocasiones, que no coincide. Y no con escasa frecuencia podemos comprobar que lo que se ha transmitido es una clara manipulación de lo hablado para desviar la culpa de lo que sucede hacia la organización sindical. Lo he vivido con el manejo de los cambios de profesionales solicitados por los facultativos de planta del Zendal, y continuamente con Atención Primaria en un grado preocupante, que incluso ha llegado a fomentar enfrenamientos entre equipos.

Y me viene a la memoria a menudo el ¡No empreñes! ¡Non fotis! del cirujano de la escena inicial. Si no ayudas, o si no puedes ayudar, por lo menos no empreñes, no emponzoñes. Si la macroestructura de gestión sanitaria del SERMAS no es capaz de aportar soluciones para los profesionales o para la sanidad de todos, por lo menos que no estorben. Si les embarga la impotencia por no poder hacer más, quedaría la solución perfectamente noble de dejar el puesto y ayudar en la asistencia, lo que en Atención Primaria no sería mucho más que un gesto, pero sería más que lo que hay.

Tapar el problema no va a solucionar el problema.

Señalar a los que destapan el problema no va a solucionar el problema.

El problema está hiperdiagnosticado: falta de financiación, centrifugación en 17 del SNS, escasa profesionalización de la gestión sanitaria, ausencia de planificación y coordinación de personal, plantillas de facultativos infradotadas, sobreexplotación y abandono de la Atención Primaria… De hecho, desde mi residencia (y antes) ya se hablaba de los problemas del SNS. Este mismo verano se han producido análisis acertadísimos, con réplicas igualmente brillantes -aunque no se dé la respuesta a la principal pregunta que plantean– y aportaciones de solución solventes. Esta situación no es justa, en primer lugar, para los pacientes, pero tampoco -y además se está haciendo insostenible- para los profesionales, y precisa de soluciones ya: el “paciente” se desangra en la mesa de quirófano.

La cuestión es: ¿hay voluntad desde el gobierno de la Comunidad de Madrid (y de otros gobiernos) de solucionar el problema? Porque demasiados ya malpensamos que todo esto forma parte de una estrategia soterrada de lo que ya intentaron en el 2012 para desprestigiar la sanidad de todos y avocar a un cambio de modelo que esté más de acuerdo con la visión del negocio que algunos ven en la sanidad. Una vez más toca dar un paso al frente, no por los “privilegios” (disculpen si no me río teniendo en cuenta las retribuciones médicas en España comparadas con los del resto de países de la OCDE), no por el “corporativismo” (que habría que desarrollar, pero de forma conjunta y no parcelado por intereses colegiales, de asociaciones agrupadas por especialidades -o quienes deberían serlo- o sindicales profesionales), sino unido y enfocado a la defensa de las condiciones de ejercicio, que son las que van a repercutir directamente en la calidad de la asistencia. También lo he dicho muchas veces, pero mientras a cualquier médico no le duela la mala situación laboral de otro médico como si fuera la suya propia, mal vamos.

¿Es esto un editorial contra la sanidad privada? Nada más lejos de mi intención, y desde luego siempre teniendo en cuenta que bajo el paraguas de AMYTS también se encuentran mucho facultativos que desarrollan su profesión en ella. Pero esto tampoco debe sustraer el debate de la situación. En España, en Madrid, hemos tenido y aún disfrutamos de un privilegio, el de que cada ciudadano cuenta con el acceso a los mejores tratamientos en condiciones de equidad. Anécdotas de viajes a Houston recogidas en las páginas de “Hola” o “Lecturas” aparte, una enfermedad grave dispone en la actualidad de una teórica igualdad de oportunidad de tratamiento y de que dicho tratamiento vaya a ser puntero, con mayores o menores dificultades entre comunidades, en todo el país. Pero hay mucho por pulir, el último ejemplo que he leído en redes sería el del tratamiento de ECMO a pacientes pediátricos. También tenemos ejemplos brillantes, como el funcionamiento de los trasplantes, seguro que también con sus áreas mejorables y sus claroscuros. Por experiencia personal hace ya cinco largos años acompañé en su tránsito por el SNS a una persona muy cercana a mí con una enfermedad muy grave. Sé que dicha enfermedad habría conducido a la bancarrota a varias familias en un país con un gasto en sanidad por PIB altísimo como EEUU, mientras que aquí tuvimos la certeza de los mejores tratamientos sin dicha ruina. Luego ya el resultado, pues ya se sabe, para cuando va bien y para cuando no también…

Estamos jugando con fuego. No hablo ya como cirujana o como representante de un sindicato médico profesional, sino como futura paciente o familiar de paciente. Si queremos que la sanidad se convierta en su totalidad en una supuesta libre elección (supuesta porque a menudo faltan datos de resultados para poder elegir de forma objetiva e informada) y cobertura similar a la de los talleres mecánicos o los dentistas (según la letra pequeña de la póliza contratada), se están dando todos los pasos para que suceda: o, dicho de otra forma, no se están tomando las medidas para que no suceda. La medicina privada (la de verdad, la que asume riesgos, no me refiero a la que parasita los presupuestos públicos) en España tiene su función y lugar, pero no engañemos, sus precios se sostienen en base a que hay una sanidad pública fuerte que responde cuando es preciso. Perder una sanidad de todos lo más igualitaria y equitativa posible sería una auténtica desgracia.

La cuestión, claro, es: ¿quién le pone el cascabel al gato? Y añadiría: ¿Y estamos de acuerdo en el cascabel que queremos colocarle?

Ángela Hernández Puente
Cirujana General y del Aparato Digestivo. Vicesecretaria General de AMYTS


“La vocación y la banalización del acto médico”, por José Pleguezuelos

—Aquí tiene usted el título de especialista. No olvide que va acompañado de su correspondiente ración de vocación y que los comienzos siempre son duros.

—Pero qué comienzos, si llevo once años preparándome. Cuatro de ellos haciendo guardias y pasando consulta. Mire, me va a quitar un poco de esa vocación y me echa dignidad y estabilidad.

—De eso no nos queda. Se lo han llevado y no sabemos quién ha sido. Le podemos poner aplausos de vez en cuando, que nos han llegado hace poco.

—Quite, quite, cuando quiera de eso voy con mis amigos al karaoke. Yo es que había pensado que si no sería posible tener un máximo de pacientes para ejercer de verdad la vocación y dar su valor correspondiente al acto médico.

—¿Para qué?

—A ver, he aprendido mucho durante estos once años y si tengo cincuenta citados al día, más los que me fuerce cualquiera que considere que por un poco más no pasa nada, quizá más que Medicina lo que haga sea supervivencia. Que desespere y el agotamiento haga que me replantee todo y me dedique a otra cosa o escape a un país donde tengan eso que dicen que no les queda.

—Menudo rollo tiene usted; está hecho un filósofo. Si trabajan todos así, buen hombre. Son unos años aquí y allí, una interinidad, luego el examen, un poco de suerte y trabajo seguro. No le dé muchas vueltas.

—Pero si solo pido atender a veinte o veinticinco pacientes, como en cualquier país civilizado. Que sea yo quien controle mi agenda, que haya un LÍMITE. Que no descanse sobre mis hombros la accesibilidad entendida como un infinito en el que todo tiene solución inmediata.

—Qué trágico se pone. Alégrese, que es joven y médico. Y recuerde que, como usted mismo dice, esto es vocacional.

—Sí, por eso. Porque amo esta profesión que me está costando tanto sacrificio desde hace tantos años; por eso mismo creo que tanto el paciente como yo merecemos unas condiciones dignas. Lo que hacéis es banalizar el acto médico. Menospreciarlo masificando consultas, repartiendo pacientes ante las ausencias de profesionales. Se juega con la salud del médico y del usuario; habéis convertido esta profesión en la barra de un restaurante de comida rápida en la que el cliente consume revisiones inútiles, pruebas innecesarias, tranquilidad efímera y recetas.

—Bueno, bueno… Que no me dice nada que no sepa. Que todos hemos pasado por eso.

—Y se hace bajo amenaza, las cosas por su nombre. Porque no puede educarse a medio centenar de personas al día que acuden con unas expectativas irreales. Amenaza de enfrentamientos a diario que nadie puede soportar durante demasiado tiempo. El que no huye piensa en evitar el conflicto; en salir del centro de salud sin reclamaciones ni voces o insultos. Cobrar a final de mes y descansar en casa para poder enfrentarse a lo mismo al día siguiente. Por eso se van, por eso nos vamos. Porque, si buscarais realmente la eficiencia, nos dotarías de tiempo, medios y autoridad; y poca cosa llegaría al hospital. Eso es eficiencia, objetivo que cada vez me creo menos, a la vista de los hechos.

—Le recomiendo que haga una cosa. Llame a la resignación, bondad; a la cobardía, vocación  y al hastío, burnout. Verá como todo parece algo así como… más lubricado…Y todos contentos.

Los nuevos médicos de Familia no quieren trabajar en Madrid, pero éste es un problema nacional. Repetirán el MIR para hacer otra especialidad o se marcharán a algún país, allí donde la formación y la responsabilidad sean asuntos valorados. Tras diez años de formación, nota elevada en Selectividad y un MIR de por medio; tras guardias inhumanas propias de las condiciones de trabajo de otros siglos, se encuentran con la precariedad, turnos incompatibles con la conciliación familiar y agendas sin límite dadas de sí hasta lo eterno por cualquiera. ¿Cómo van a querer trabajar así? La primera conclusión es que nos vamos a pique; pero la segunda es que, quizás, haya esperanza: en que las nuevas generaciones no hereden la mansedumbre y la pasividad que algunos llaman vocación, y que nos ha llevado a considerar normal atender a cuarenta, cincuenta o setenta personas en una jornada.

Nos quedamos sin Primaria. Todos al hospital, que es donde está la chicha.

Hasta hoy, le he dado muchas vueltas a la palabra vocación; bueno, me refiero al concepto, lo de la palabra está claro:

La palabra vocación proviene del latín vocare, que significa llamado o acción de llamar, se entiende como llamado hacia un determinado fin o destino.

Suena a cosa de iluminados. El caso es que cuando las cosas se convierten en algo insoportable, siempre aparece alguien haciendo alusión a la vocación. Con la vocación pasa como con el amor, o con la verdad, que cada cual entiende una cosa distinta; aunque sea en los matices, pero distinta. Depositamos en conceptos de este tipo emociones que pertenecen a las más íntimas vivencias particulares; esas que vienen dadas por las experiencias, por la infancia, por los intereses, por la educación o por las necesidades emocionales de cada momento. Si la persona intenta definir lo que siente al referirse a una de estas nociones o ideas, será distinto a como lo haga otra; salvo, clara excepción, que repita lo oído o lo leído; es decir, que no sea cosecha propia, que no sea original, que no sea auténtico, que no sea sincero consigo mismo.

La vocación implica una autoasignación para aquel que dice tenerla, una especie de llamada religiosa o, por lo menos, moral. Luego, es la Selectividad la que se encarga de conceder, o no, a esa vocación la posibilidad de ejercerse en forma de Medicina. Recuerdo que el  profesor de Psicología Médica de Segundo año de carrera decía que toda persona que decidía estudiar Medicina era una buena persona. Aquella chorrada gustaba mucho al auditorio; probablemente porque una autoridad reafirmaba la idea de ser unos escogidos, no solo a nivel académico, que lo era, sino ético. Alguien bueno no puede fallar a la sociedad. La trampa está tendida. Y así, llegábamos a la residencia, a los años de formación en la Especialidad; es decir, a las guardias de veinticuatro horas, al uso del joven médico como mano de obra barata en nombre de la formación y con la mochila de la vocación bien atada a la espalda. Durante la residencia, nos disolvemos en las expectativas ajenas. Firmas cosas sin saber, recibes infartos tras veinte horas de trabajo sin descanso o accidentes de tráfico sin experiencia previa y a siete euros brutos la hora (años 2003-2006, ahora es algo más). ¿Por qué se hace esto, que no solo perjudica al que lo hace, sino también a quien merece una mejor atención? Supongo que por presión de grupo. Podríamos llamarlo de una forma más fea, pero nos quedamos en presión de grupo. Porque se hace, simple y llanamente, porque es lo que se espera de nosotros. Porque es el camino para culminar el sacrificio de la carrera con una especialidad, y de ahí a ganarte la vida con aquello de lo que familia, amigos y tú mismo estás tan orgulloso de haber conseguido. No hay otra.

Al finalizar la residencia, y con la extraña sensación de que sigues debiendo algo, empiezan los contratos encadenados. No hay médicos de Familia, dicen. No pueden cubrirse suplencias porque no hay profesionales suficientes. Y miras tu vida laboral, con la que puedes empapelar una habitación; y no lo entiendes: pero lo sientes. La vocación te acompaña y cada poco tiempo se oye hablar de ella. No sé qué será para ti, que lees esto, pero podemos decir lo que no es y para qué cosas no sirve:

No es decir a todo que sí, para evitar el conflicto, y acabar convirtiéndonos en la carta de un restaurante donde cada cual elige. Para eso no hacían falta diez años de estudios. Eso es miedo.

No es aguantar listas interminables; ver a más de cincuenta pacientes en una jornada poniendo en peligro nuestra salud mental y la salud, global, del paciente que trae algo importante, que los hay. Eso es sumisión.

No es tragar con la indignidad que supone tener consultas infinitas porque hayamos elegido esta profesión y trabajemos con enfermos; porque las consecuencias reales, las que a veces no queremos ver, es que la atención empeora. Los compañeros abandonan, las consultas se masifican y alguien sale ganando: pero ni eres tú ni es el enfermo. Eso es resignación.

La vocación, sea lo que sea para ti, no sirve para pedir un crédito o una hipoteca. No descuenta a la hora de pagar la guardería de los niños ni le impresiona al cerrajero o al informático que te cobran por un trabajo. En definitiva, no forma parte de la remuneración. La satisfacción de trabajar en algo que has elegido es la recompensa de un esfuerzo, un fruto que uno se da a sí mismo tras años de sacrificio y renuncia a otras cosas; así que no puede ser una herramienta de doma ni una forma de pago, ni puede ser el disfraz bajo el que se oculten actitudes mucho menos románticas y heroicas, pero más reales, ante la situación de los médicos de Primaria en España. Porque todo ello conduce a banalizar al protagonista: el acto médico.

La prevención, el diagnóstico, el pronóstico y el tratamiento se convierten en la firmita, la actualización de las recetas, mándeme una cosa o mándeme a este sitio; las agendas son ya papel mojado y se han convertido en un contenedor simbólico, diversión de quien se entretiene estudiando un supuesto control sobre la demanda que no existe en la realidad, un recipiente sin paredes desbordado por la impaciencia, la ausencia de filtro alguno y la constatación de que lo que se puede estirar hasta el infinito, acaba siendo despreciado…

Y mientras pienso en aquel joven que devoraba temarios con la idea de ser útil a los demás y disfrutar de su trabajo, me interrumpen. Alguien acude con urgencia; su jefe le ha dicho que tal y como está no puede trabajar, pero que para ello necesita que un médico se lo firme.

José Pleguezuelos Martínez
Médico de familia y escritor. Centro de Salud Valdemoro


“Nuevo curso, mismos retos”, por Julián Ezquerra

Dice María Dueñas que “después de tantos años peleando, uno no se acomoda fácilmente a ver las cosas desde la distancia, ¿sabes? El cuerpo te pide otros retos, otras aventuras. Te vuelves ambicioso, te resistes a parar”. Esto resume lo que siento, muchos años peleando y no me acomodo ni me distancio de las cosas. Me apena y me estimula iniciar un nuevo curso viendo que hay muchos retos por delante, que la situación no solo no cambia a mejor, sino que empeora cada día más.

Dejamos muy mal la situación de la Sanidad cuando llegamos a las vacaciones de verano. Todos vimos cómo estaba la situación: el Sistema haciendo aguas por todos lados, carencia de médicos, urgencias cerradas, hospitales con altísimas listas de espera, pacientes que no se pueden atender en tiempos adecuados, las urgencias hospitalarias con problemas todos los días, la 5ª ola de la Covid en plena ebullición, la vacunación copando muchos recursos, etc. Y la gente cansada, viendo que no había solución, que todo se desmorona. Pero había en el horizonte cercano algo estimulante, las ansiadas vacaciones, esa “pócima” maravillosa que te hace olvidarte de todo lo malo y pensar solo en esos días que tienes por delante, unos días para olvidar penurias, trabajo, el día a día, pensar solo en familia, descanso, viajar, disfrutar del verano.

Atrás dejamos a nuestros compañeros, con trabajo inabarcable, ahora además haciéndose cargo de lo que nosotros dejamos, ya sabemos que no hay suplentes, que el SERMAS hace mucho tiempo que nos dice eso de “No hay sustituto, apañaros como podáis”, doblad consultas (en agendas en las que caben 50, entran 70). En los hospitales, ya sabes, en verano las guardias aumentan; para poder irte de vacaciones un mes, cuando vuelvas tienes que hacer el doble de guardias. En el SUMMA 112 ni les dejan decidir cuándo se toman su mes de vacaciones, y hay días en que no se dispone de médico en varios dispositivos de UVI móvil, UAD, etc. Pero es verano, nos vamos de vacaciones y todo esto queda atrás.

Ahora viene la vuelta a la actividad normal. Volver a enfrentarnos a nuestras miserias, los problemas de cada día. Agendas desbordadas, pacientes en lista de espera, presión de las gerencias para intentar cuadrar los números… Nuestra tradicional responsabilidad y vocación salen a relucir y se doblan agendas, doblas consultas, no descansas la guardia, haces quirófanos o consultas de tarde, etc. Lo de siempre: me dejo apalear, dejo que me maltraten, el tan arraigado “síndrome de Estocolmo” que sufrimos aflora, nos sentimos los causantes del problema, empatizamos con nuestros maltratadores y asumimos todo con normalidad. Eso sí, afortunadamente no todos. Siempre queda un nutrido número de profesionales que constituyen esa “aldea gala” de resistencia que es AMYTS, que siempre estarán ahí para recordarnos a todos que en el SERMAS no es oro todo lo que reluce.

El SERMAS es un gran servicio de salud, sin duda, con unos profesionales de excelencia. Un ejemplo de eficiencia: ya sabemos que, tras Andalucía, Madrid es la CCAA con menos gasto en Sanidad por habitante y, por el contrario, es una CCAA dotada de unos servicios sanitarios punteros, en muchos aspectos envidiados por todo el mundo. Eso sí, todo ello gracias a las anchas espaldas de sus profesionales, que soportan estoicamente la precariedad, la eventualidad, el ”robo” de derechos como las oposiciones justas en tiempo y forma, los traslados, el cobro de la carrera profesional por esos 40% de compañeros no fijos, el complicado ejercicio del descanso tras la guardia -en muchos casos inexistente-, las “localizaciones” mal pagadas y poco reconocidas, el ejercicio de una medicina precaria (en la que lo que importa es la cantidad y no la calidad asistencial), ese mirar para otro lado cuando ves que mandan una UVI móvil sin médico, que ya no hay Servicios de Urgencia de Atención Primaria, los SUAP, y por tanto todo llega a la Urgencia del hospital… Tantas cosas, tantos problemas, tantas injusticias.

También, tras este verano, entro en una etapa personal diferente. Afronto con un horizonte temporal ya muy cercano un cambio que debo acometer, al que debo prepararme y adaptarme. Un cambio que a todos nos llega, que se puede asumir con pena y tristeza o, por el contrario, con alegría e ilusión. Hay vida después de la actividad laboral, de la Medicina, de la actividad gestora o sindical, al final de una larga etapa; cuando miro atrás, veo que he tenido un ejercicio de la profesión muy dilatado, variado, con retos personales muy variados. Y siento orgullo de pertenencia, de ser médico clínico, gestor, docente/tutor, sindicalista… De haber tenido un desarrollo profesional variado que me ha ido dando lo que en cada etapa me suponía un reto.

Espero, confío y deseo que los retos que tenemos pendientes en esta vuelta al nuevo curso constituyan un revulsivo, que todos seamos capaces de darnos cuenta de la situación de riesgo que tenemos, que sepamos hacer frente a una crisis de tal calibre que está terminando con un modelo de sistema sanitario, y que debemos ser partícipes, es más, debemos ser los que lideren el cambio, un cambio que necesariamente pasa por la implicación y el reconocimiento de los profesionales, los médicos y demás facultativos, la enfermería, todo el personal sanitario. Posiblemente habrá que asumir cambio en el rol de cada profesión, entender que la Medicina del siglo XXI necesariamente debe ser diferente a la de los siglos pasados, que debemos adaptarnos a las nuevas tecnologías, al conocimiento de los propios pacientes, al mundo globalizado, al “Big Data”, etc. Pero todo ello desde la idea básica de que somos los que tenemos el conocimiento, que con nosotros se puede hacer todo, alcanzar cualquier objetivo, pero contra nosotros todo será imposible. Por eso confío en que nuestra organización, AMYTS, seguirá siendo la referente para los facultativos, seguirá siendo la de los “médicos que cuidan de los médicos”, entendiendo como médico a todos los facultativos, médicos, psicólogos, farmacéuticos, biólogos, químicos, físicos, algunos veterinarios, que también los hay, etc.

Ánimo en esta vuelta a la vida normal, fuerza y a por ello, empezando por terminar con esta lacra que ha sido y es la Covid-19, y un especial reconocimiento a los compañeros que han fallecido, sus familias, y a los muchos que han enfermado y que en muchos casos están afectados por una Covid persistente que no les permite normalizar su vida. Un fuerte abrazo a todos.

Julián Ezquerra Gadea
Médico de familia, CS Las Rozas – El Abajón
Secretario General de AMYTS

Fuente: Revista Madrileña de Medicina

 

3. AMYTS en los medios: ¿soluciones al problema del Covid persistente?; denunciamos ante la Inspección de Trabajo la situación en el C.S Carabanchel Alto

REDACCIÓN MÉDICA ha recogido el problema del Covid persistente que ya afecta, por ejemplo, a uno de cada siete adolescentes. Para ello, ha consultado a Julián Ezquerra, secretario general de AMYTS, para aportar soluciones. Esto es lo que ha respondido nuestro secretario general:

Expertos estiman que entre un 10 y un 20 por ciento de los pacientes infectados con Covid-19 desarrollan prolongación de la enfermedad (Covid persistente o ‘Long Covid’) hasta ocho meses después de la infección. En este contexto, Julián Ezquerra, secretario general de la Asociación de Médicos y Titulados Superiores de Madrid (Amyts), explica a Redacción Médica que Medicina de Familia necesitará fichar a unos 400 médicos de Atención Primaria más para consultas exclusivas de pacientes con Long Covid y evitar un aumento en la saturación sanitaria por la pandemia del coronavirus.

Al respecto, Ezquerra señala que la pandemia aún no ha terminado y que no se puede cerrar el número de casos de pacientes afectados por esta nueva patología, por lo que Atención Primaria debería reforzar su servicio dedicado a estos pacientes.

“Primero es necesario definir el concepto de Covid persistente o ‘Long Covid’. Aún se afronta con cierta inquietud porque realmente no sabemos muy bien qué hacer con este grupo de pacientes. Tienen patologías muy variadas que en ocasiones requiere de alguna especialidad concreta. También genera incertidumbre en lo que deriva de las bajas de larga duración”, comenta Ezquerra.

En este hilo, el secretario general de Amyts hace una estimación del número de profesionales sanitarios de Medicina de Familia necesarios para enfrentar esta nueva patología tras la infección del Covid-19.

“Si consideramos que hay entre un 10 y un 20 por ciento de afectados con Covid persistente (500.000 pacientes a atender), y si se asume que cada paciente necesitará una consulta cada dos meses, lo que significa el orden de 3 millones de consultas al año, con esta cifra a groso modo, se necesitarán 400 médicos de Familia dedicados exclusivamente a este grupo de pacientes”, calcula el experto.

Ezquerra, sin embargo, manifiesta que la “realidad” en el sistema sanitario es otra. “Si dividimos el número de casos de afectados por el número de médicos totales realmente no creo que se hagan plazas de Primaria destinadas a los pacientes ‘Long Covid’. Creo que cada médico de Familia tiene que hacerse cargo de los pacientes que le toquen con esta y otras patologías, lo que pasa es que van a caer sobre unas agendas desbordadas, por eso hay que ahondar en incrementar las plazas de Medicina de Familia, no solo por el Covid, sino por toda la agenda pendiente”, agrega.

Respecto a la visibilidad que ha desarrollado Medicina de Familia para enfrentar la pandemia del coronavirus, Ezquerra enfatiza que “solo se ve lo que ocurre en los hospitales”, a lo que define como ‘hospitalocentrismo’.

“Es una tendencia habitual en la política sanitaria. Parece que Sanidad y para el mundo de la Medicina no existe nada más que lo que ocurre dentro de los hospitales, cuando todos sabemos que los centros hospitalarios vienen a resolver aproximadamente un 15 o un 20 por ciento de los problemas de salud de la población. El resto de los problemas sanitarios, el resto de las patologías se resuelven en el ámbito de la Atención Primaria”, reclama el experto.

Además, argumenta que “centrar” una patología como el Covid persistente y “hacerlo” recaer sobre una estructura hospitalaria no tiene mucho “sentido”. “No podemos olvidar que el 90 por ciento de los casos o de las necesidades de los pacientes que tengan Covid persistente van a ser atendidos por los Médicos de Familia en los centros de salud”, sentencia.


Por su parte, ACTA SANITARIA se ha hecho eco de la grave situación en el C.S Carabanchel Alto y de nuestra denuncia ante Inspección de Trabajo:

AMYTS lleva a la Inspección de Trabajo la situación del Centro de Salud de Carabanchel Alto

La situación del Centro de Salud Carabanchel Alto, que refleja el abandono en el Servicio Madrileño de Salud (SERMAS) mantiene a la Atención Primaria, ha sido denunciada por el sindicato médicos AMYTS a la Inspección de Trabajo, en la esperanza de que, además de que gire una visita al centro para conocer la situación, adopte alguna medida que proteja la seguridad y la salud de los trabajadores. Hace unos días, Acta Sanitaria se hizo eco del SOS lanzado por los médicos del citado centro que, entre otros aspectos, advertían que, desde julio, de los 11 médicos de familia que están en plantilla sólo había dos por la mañana y dos por la tarde: atendiendo domicilios, atendiendo urgencias, intentando resolver mucha demora para derivar a un especialista, con demoras para las ecografías o radiografías… y se preguntaba cómo se podía atender así a una población asignada de 20.000 personas y señalaba se estaban produciendo esperas de más de un mes.

Fuente: Redacción Médica; Acta Sanitaria

 

4. La pauta completa de la vacuna reduce un 50% el riesgo de ‘Long Covid’, según un estudio publicado en The Lancet

Una investigación realizada por investigadores del King’s College de Londres ha evidenciado que la administración de la pauta completa de las vacunas contra el coronavirus reduce en un 50 por ciento el riesgo de Covid prolongado o persistente si contraen la infección. El estudio también ha demostrado que los adultos inmunizados con dos dosis tienen un 70 por ciento de menor probabilidad de ser hospitalizados y menor carga de síntomas agudos (31 por ciento menos de probabilidad).

En el estudio, publicado en The Lancet Infectious Diseases, los investigadores señalan que el Covid prolongado, o Covid persistente o ‘LongCovid’ es una de las secuelas que más “preocupa” a la comunidad científica por su alta presencia en jóvenes y por una eventual saturación sanitaria en el inicio de otoño.

Para llevar a cabo esta investigación, se analizaron datos recogidos  a través de la aplicación gratuita ZOE Covid Symptom Study del Reino Unido entre el 8 de diciembre de 2020 y el 4 de julio de 2021, incluidos 1.240.009 personas adultas inmunizadas con una primera dosis y 971.504 personas con segunda dosis en Reino Unido.

Se incluyó a los participantes si dieron positivo al SARS-CoV-2 al menos 14 días después de su primera vacunación o al menos 7 días después de su segunda vacuna cuando se había desarrollado la inmunidad y es poco probable que la infección se deba a la exposición en el momento de la vacunación.

“Descubrimos que las probabilidades de tener síntomas durante 28 días o más después de la infección posterior a la vacunación se redujeron aproximadamente a la mitad con dos dosis de vacuna. Este resultado sugiere que el riesgo de Covid prolongado se reduce en las personas que han recibido doble vacunación, al considerar además el riesgo reducido de infección ya documentado en general”, explican los autores de la publicación.

Respecto a la gravedad del Covid los investigadores señalan que “la infección fue menos grave, tanto en términos de la cantidad de síntomas en la primera semana de infección como de la necesidad de hospitalización, en los participantes después de su primera o segunda dosis de vacuna, en comparación con los participantes no vacunados.

«Anteriormente hemos demostrado que tener más de cinco síntomas en la primera semana de infección se asoció con la gravedad de Covid y duración de la enfermedad”, sentencian en el estudio.

Fuente: Redacción Médica

 

5. El verano concluye con 13.000 nuevos sanitarios contagiados por la Covid-19

El verano se ha saldado con 13.000 sanitarios más contagiados. El último informe ministerial a 3 de septiembre de este año cifra en 95.926 los sanitarios contagiados, 12.914 más que a principios de verano cuando ascendían según el informe del 2 de julio a 83.027.

El grueso de estos casi 13.000 nuevos contagios del verano se habría dado en personal de centros sanitarios (7.039 casos), seguido del personal de los centros sociosanitarios (3.030 contagios) y otro tipo de centros (1.930 casos).

Pese a haberse producido estos contagios en sanitarios, Sanidad vincula sólo un tercio de ellos a su actividad laboral como sanitarios. En concreto, analizando el ámbito de exposición en el que probablemente se ha producido el contagio, la estadística ministerial atribuye sólo un 13% de los contagios a exposición al virus en el centro sanitario, un 9,6% de los casos a contagios fruto de exposiciones en el centro sociosanitario y un 13% a contagios de sanitarios en el ámbito laboral en general. En total, poco más de un tercio de los contagios en sanitarios se vincularía a su actividad como sanitarios.

Por el contrario, se estima que el 17,5% de los contagios sufridos por sanitarios se han producido en el ámbito de su domicilio, el 2,3% en el ámbito social y casi un 38,5% tendrían todavía un origen desconocido.

La estadística ministerial recoge en realidad dos datos sobre los contagios en sanitarios, uno con cifras individualizadas a partir del sistema establecido el 11 de mayo de 2020, que es el que alcanza una cifra total de contagios en sanitarios camino de superar la barrera de los 100.000 casos, con casi 96.000 contagios.

La otra cifra que recoge Sanidad, ya habría superado sin embargo esa barrera psicológica de los 100.000 casos el pasado enero y se encaminaría ahora a superar la de los 150.000, al recoger los datos agregados de contagios en sanitarios, conforme al sistema que se seguía antes del 10 de mayo de 2020 y que, por tanto, incluiría el periodo más dramático de contagios, los inicios de la pandemia con la falta de equipos de protección individual que se produjo en los primeros meses. Según esos datos, la cifra de contagios en sanitarios alcanzaría ya los 146.346.

DESDE AMYTS LO TENEMOS MUY CLARO: EL CONTAGIO POR COVID ES ENFERMEDAD PROFESIONAL.

 

Fuentes: Diario Médico

Tags:

Deja un comentario

Your email address will not be published. Required fields are marked *