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Boletín Diario Informativo de AMYTS del 25 de marzo de 2024

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1. ¡Por si estuviste desconectad@! Estas fueron las 4 noticias imprescindibles de Sanidad de la semana pasada en poco más de 1′

2. «El uso malintencionado de la cultura del esfuerzo», el necesario artículo que hemos publicado en AMYTS

3. ¿Qué está pasando con la atención domiciliaria en Madrid? Lo explica Javier Bermejo, presidente del Sector SUMMA 112 de AMYTS

4. AMYTS en los medios: Sheila Justo habla para El País sobre la reivindicación laboral de las nuevas generaciones de médicos

5. El Foro de la Profesión Médica reitera a Sanidad la exigencia de cumplir la normativa para evitar que se contraten médicos sin la titulación exigida

1. ¡Por si estuviste desconectad@! Estas fueron las 4 noticias imprescindibles de Sanidad de la semana pasada en poco más de 1′

 

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Fuente: AMYTS

 

2. «El uso malintencionado de la cultura del esfuerzo», el necesario artículo que hemos publicado en AMYTS

Llevo un tiempo queriendo hablar del lema cada vez más recurrido de forma intencional por nuestros dirigentes políticos y empresarios para justificar sus decisiones y la ausencia de mejoría de la situación social de nuestro país y comunidades autónomas: la cultura del esfuerzo. Esto es especialmente empleado en el ámbito sanitario para culpar a los más jóvenes de no querer aceptar unas condiciones de trabajo adversas con contratación precaria y mal remunerada a la vista del resto de países europeos, asumiendo que como la situación años atrás había sido en mayor o menor medida aceptada por los titulados superiores, debería seguir siendo asimilada como normal para las siguientes generaciones. Afortunadamente hay un cambio de tendencia actual y la vocación no nos ciega a la hora de buscar las condiciones que nos permitan tener una vida más cómoda.

Empezaré para ello explicando que yo soy médico de familia y médico de urgencias hospitalarias y, hasta hace poco tiempo, he sido médico interno residente y un poco más atrás estudiante universitario de medicina. Con ello no trato de acumular títulos que la mayor parte de mis compañeros comparten, sino que trato de limitar el tema planteado a mi ámbito, el sanitario, sobre todo en lo que respecta a médicos y titulados superiores.

Hoy salgo de una guardia de 24 horas de fin de semana y pienso: si realmente hay un lema que podríamos asumir como lema de vida desde que empezamos en nuestra andanza escolar, hasta que llegamos al fin de nuestra actividad laboral o incluso vital, es ese, el de cultura del esfuerzo.

Cultura del esfuerzo que demostramos en nuestra infancia y adolescencia, cuando sacrificamos horas de nuestro tiempo libre, horas de disfrute con los amigos y con la familia, y en ocasiones hasta con horas extras de apoyo académico, para poder llegar a terminar el bachillerato y poder acceder a la EBAU con la mejor de las calificaciones para tener una opción, por pequeña que sea, de hacer medicina. Esto lleva inherente, lo cual muchas veces pasa desapercibido, que una calificación en una asignatura de 9 sobre 10, que ya por si misma marca excelencia en la persona que la obtiene, en nuestro caso puede suponer la angustia y tristeza más absoluta, ya que supone alejarnos de la posibilidad de nuestro sueño vocacional, o tener que buscar de métodos alternativos para lograrlo.

Cultura del esfuerzo que demostramos tras haber obtenido las mejores calificaciones en el instituto, y pese a ello debemos enfrentarnos a la temible EBAU en un tiempo límite y sacrificando, ya no solo nuestro tiempo libre, sino nuestras horas de sueño, de comer,… hasta si cabe, de actuar sin pensar que estamos desaprovechando el tiempo. Y es que, para poder hacer medicina, no es suficiente con haber tenido un expediente impecable ni toda la vocación desde bien pequeños, sino que aparte necesitamos obtener calificaciones que se encuentran entre los 13,52 de 14 puntos en la Universidad de Murcia, hasta los 12,51 de 14 en la Universidad de Vic, de gestión mixta. Todo ello sin tener en cuenta que, al igual que cualquier carrera universitaria, tal vez tengamos que desplazarnos y pagar un alquiler o el transporte, y el ajuste que tengamos que hacer para ello, ya sea mediante ahorros o un trabajo a tiempo parcial.

Cultura del esfuerzo que demostramos en nuestra carrera universitaria, en la que ya partimos de la desventaja de tratarse de una carrera de 6 años pese a considerarse a efectos administrativos un nivel A1, y en la que salimos con una titulación que a efectos europeos es un nivel 3 MECES, de máster universitario. Pero no solo con ello, son años de estudio y práctica continuada, que en algunos casos implican solo con su parte obligatoria jornadas de hasta 12 horas, y con sacrificio nuevamente de horas de descanso, especialmente si además necesitamos combinarlo con el desempeño de un trabajo, ya que seis años de carrera universitaria son un desembolso económico importante y no todo el mundo puede permitírselo sin planificación.

Cultura del esfuerzo que demostramos en la preparación del examen MIR. En un primer momento, porque empezamos a introducirnos en su preparación mediante las academias creadas para ello (ya que no hacerlo, aunque sea solamente a nivel mental, ya supone una desventaja), hoy en día toda una institución a veces más importante que la carrera universitaria, en los últimos dos años de carrera, donde debemos atender a ambas responsabilidades. Y en un segundo momento porque pasamos posteriormente y si nos sale bien, 8 meses de dedicación exclusiva a la preparación intensiva del examen, sin descansos, sin tiempo libre y ya habiendo cumplido los 24 años, prorrogando cuestiones vitales y de cronología a “algún momento posterior”, y que en ocasiones hasta se lleva por delante amistades, parejas, y un sin fin de etcétera.

Y cuando ya accedemos a la formación MIR, nuestra puerta de entrada a la actividad laboral que llevamos deseando y preparando toda nuestra vida, aunque para muchos parezca mentira, sigue nuestra cultura del esfuerzo. Y es que la gente ajena al sistema cree que el examen MIR es una oposición que ya te da plaza de por vida, pero todos los que conocemos su funcionamiento sabemos que la realidad es desalentadora. Los 4 y 5 años de formación MIR (importante resaltar que se considera un periodo formativo aunque en la práctica en muchos casos se emplee prácticamente de mano de obra barata) son años de duro trabajo, de jornadas interminables de las que sabemos, y quien intente negar lo contrario miente, ya que no cumplen en su mayor caso las horas máximas de jornada semanal en cómputo semestral, ni las horas mínimas de descanso entre jornadas, semanas ni anual; ni el derecho a una supervisión gradual o el derecho a no ser considerados personal estructural. Y muchos dirán: “pues que protesten o se nieguen”, pero entonces entra la cara B de la moneda: el no operar, el no dejar hacer una determinada rotación no obligatoria, el no ir a un determinado curso formativo, o el más preocupante, el no ofrecerte trabajo al terminar ese periodo formativo y o bien irte al paro, o ponerte a buscar a conciencia trabajo para disponer de uno nada más terminarlo, mientras sigues terminando tu periodo formativo.

Y ya por último llega la cultura del esfuerzo por excelencia, la que pretenden nuestros dirigentes que aceptemos, ya que si no lo hacemos es que no tenemos vocación, la del contrato laboral tras la especialidad ya realizada. Llega entonces cuando quieren que aceptemos la concatenación de contratos laborales temporales durante años, o incluso contratos de tipo diferente a la función que vamos a desempeñar (de otra categoría, o de investigación, con una remuneración menor), con guardias de 24h en la mayor parte de los casos gracias a las que conseguimos la mitad de nuestro salario,  pero sin efectos a nivel de tiempo trabajado ni ninguna ventaja fiscal pese a ello; contratos que se desarrollan en los peores periodos temporales (periodo estival, puentes, navidades, temporada de gripe/COVID…), para así poder acumular tiempo de trabajo que te lleve a una mayor estabilidad, y sin procesos de oposición durante largos periodos temporales que permitan darnos tranquilidad y seguridad para el desarrollo de nuestra vida. Todo ello bañado de unas condiciones económicas mejorables, si tenemos en cuenta la situación europea en general, de una sobrecarga laboral por la falta de profesionales prácticamente estructural desde hace año y, en grandes ciudades se suma la dificultad para disponer de una vivienda en condiciones óptimas y que no se lleve la mitad de nuestro sueldo, ya sin tener en cuenta si queremos hacer caso a cuestiones vitales que, recordemos, habíamos abandonado a los 24 años y que 10 años después en muchos casos no es posible retomarlos porque la situación laboral no es mucho mejor y es difícil una buena conciliación familiar.

Y una vez comentado todo esto, muchos dirán que este extenso texto es un sollozo de un médico joven que acaba de salir al mercado y con aires de grandeza, pero la realidad es que es un reflejo de la situación pasada. Es muy importante mirar al futuro sin olvidar el pasado: una situación anterior en la que el exceso de profesionales les hacía aceptar condiciones deplorables, de contrataciones de lunes a viernes y fines de semana sin cobertura, de avisos en el mismo día para cubrir esa jornada, de desplazarse de un punto a otro del mapa de la comunidad, y de trabajar hasta el momento del parto para garantizarte el tener un sueldo durante tu periodo maternal, ya que cualquiera cosa en contra de esto podría suponer el que no te llamaran y estuvieras mucho tiempo sin trabajar y sin disponer de un salario que te permitiese subsistir.

Por último, solo me queda decir:

  • olé por los que se atreven a irse al extranjero a buscar condiciones que consideren dignas pese a dejar a todo su entorno en su país natal,
  • olé también por los que se niegan a aceptar y buscan alternativas laborales de mejores condiciones, aunque suponga dejar a un lado la vocación,
  • y un último olé por todos aquellos que, como yo, luchamos día a día porque las condiciones mejoren y que las próximas generaciones tengan una situación mejor que les permitan tomar el relevo con orgullo y satisfacción.

Cristian Vale Varela

Presidente Sector MIR y Médicos Jóvenes de AMYTS

Médico de Familia C.S Panaderas

Médico de Urgencias Hospital de Fuenlabrada

Fuente: AMYTS

 

3. ¿Qué está pasando con la atención domiciliaria en Madrid? Lo explica Javier Bermejo, presidente del Sector SUMMA 112 de AMYTS

Hoy traigo un tema que creo no se esta debatiendo en gran medida o si se hace no se le esta dando la importancia que merece.

De todos es sabido que se esta produciendo un importante envejecimiento de la población tanto a nivel europeo como a nivel nacional. Es reciente el dato de que la natalidad este año pasado en España ha descendido un 26%, la cifra mas baja desde que se tienen registro. Por otro lado la esperanza de vida en España el año 2022 se sitúa en los 83,08 años, en el caso de la Comunidad de Madrid dicha esperanza sube hasta los 85,4 años, esto es motivo de alarde de algunos políticos.

Cuando se trata coloquialmente este tema, se suele decir que la población es cada vez más mayor, tiene mayores necesidades a múltiples niveles, tanto económicos como asistenciales tanto a nivel social como sanitario. Todos damos por hecho que las personas mayores necesitan mayores cuidados y son más dependientes. Esto es indiscutible, la cuestión es si alguien lo está cuantificando de algún modo.

En mi práctica clínica habitual de trabajo en una UAD (Unidad de Atención Domiciliaria) del SUMMA 112 pude constatar algunas cosas interesantes. Una de ellas es que la mayoría de los avisos atendidos son de personas mayores, por cierto, una de las sorpresas probablemente más gratas es encontrar en el domicilio personas muy mayores (90 años o más) que son totalmente independientes para sus actividades de la vida diaria. Otro dato que he podido constatar es que los ancianos que viven en residencia tienen un deterioro cognitivo y orgánico muy avanzado, (de hecho, yo, que al inicio de mi andadura profesional lo hice como médico de residencia he visto que la situación clínica de los pacientes que entran en residencia es progresivamente peor) lo que hace que precisen de muchos cuidados, ello explica en parte los estragos que generó la pandemia en las residencias.

Pero quisiera centrarme en la atención domiciliaria que estos pacientes reciben, ¿es adecuada?, ¿se puede mejorar?,¿es eficaz y eficiente?

Para intentar resolver algunas de estas preguntas empezaré por la última. Para ello un dato. En el estudio de calidad realizado por el SUMMA 112 se han usado datos del mes de septiembre de 2023 de atención. De dicho estudio se desprende que de los pacientes atendidos en su domicilio el 50% aproximadamente es derivado al hospital. ¿Es esto eficaz y eficiente? Faltan datos para dar una respuesta clara, tal vez la pregunta que hay que hacerse es: ¿es eficaz atender a los pacientes en su domicilio?

Por otro lado, hay que recordar que, el SUMMA 112 ha atendido en al año 2023, 1.204.256 llamadas a través de su Centro Coordinador, lo que supone una media de 3299 llamadas al día y una cada 26 segundos, se activaron 559.829 recursos móviles (uno cada 56 segundos). Esto indica el nivel de asistencia domiciliaria y en vía pública que se realiza, no todos de estos avisos son emergentes, de hecho un importante porcentaje de ellos no son emergentes y muchos los realiza el SUMMA 112 debido a la pérdida de capacidad de poder atenderlos desde atención primaria.

Vivimos en una sociedad cada vez más tecnificada, la práctica de la medicina ha cambiado mucho, cada vez hay más adelantos tecnológicos y métodos diagnósticos más precisos. Voy a poner un ejemplo fácilmente entendible, ahora disponemos de test de gripe al alcance de cualquiera, no hace muchos años estos test estaban restringidos al ámbito hospitalario. Sin embargo, muchos de dichos métodos diagnósticos no son trasladables al domicilio del paciente. Por ejemplo, actualmente en atención primaria se dispone de un dispositivo capaz de medir los niveles de PCR y hemoglobina glicada. El valor de PCR es útil para valorar la necesidad de antibiótico en una reagudización de EPOC, el problema es que la máquina que realiza el test en cuestión precisa de 30 minutos para obtener el resultado y no se puede trasladar hasta el domicilio del paciente.

Es por ello que, la atención domiciliaria sigue siendo demasiado empírica para los tiempos que corren, la población también es cada vez más exigente en cuanto a conocer el origen de sus dolencias y enfermedades que por otro lado también son procesos más complejos. El diagnóstico debe ser lo más preciso posible, no me refiero a las situaciones de emergencia sino a las enfermedades urgentes y no urgentes.

Por otro lado, existe la problemática de quien sería el personal más adecuado para realizar esa atención domiciliaria. Parece bastante claro que debiera ser el médico de atención primaria. Me refiero a la atención no urgente o urgente, no la emergente. Pero está claro que hoy por hoy la situación de la atención primaria hace prácticamente imposible que pueda atender adecuadamente a los pacientes en su domicilio. Desde luego es el médico de atención primaria el que dispone de la información más adecuada de los pacientes, acceso a su historia clínica y pruebas e incluso a la historia hospitalaria sin olvidar algo fundamental: conoce a sus pacientes.  De lo que no dispone actualmente la AP es de tiempo ni de medios por falta de financiación. El acceso a la historia de los pacientes desde el SUMMA 112 es limitado al visor Horus, el paciente es un desconocido para el médico y como los medios son limitados al final la tendencia puede ser derivar al paciente al hospital. Tras la pandemia estamos asistiendo a un aumento progresivo de avisos domiciliarios atendidos por el SUMMA 112, los compañeros nos recuerdan día a día que el número de avisos que hacen es cada vez mayor, en gran parte también debido a la pérdida de profesionales que sufre el SUMMA 112. El volumen de pacientes atendidos en los centros de salud influye mucho en la imposibilidad de atender a los pacientes en su domicilio por parte de los médicos de atención primaria.

Derivar pacientes al hospital aumenta el gasto de forma evidente pero una mala práctica domiciliaria (por falta de medios) puede también ser perniciosa.

Así que la atención domiciliara que se presta, aparentemente es ineficaz e ineficiente, y eso ya responde a la segunda pregunta, se puede mejorar. Y mucho. Se podría plantear por ejemplo el traslado del paciente al centro de salud de inicio y que allí sea valorado, de modo que se haga un traslado secundario al hospital si asi lo precisa. Porque cada vez que un médico de Atención primaria acude a un domicilio tiene que dejar de atender a los pacientes de la consulta y luego cuando vuelve del domicilio seguir atendiendo a los que dejó esperando.

La otra cara de la moneda es el uso inadecuado de un recurso avanzado (UVI o VIR) para atender a un paciente en domicilio que realmente no precisa la atención por dicho recurso. Hasta un 20% de la población entrevistada que ha pedido una UVI reconoce que no lo pide por una situación emergente. Y además hasta un 20% de los pacientes valorados por el personal del VIR, deciden pedir una segunda opinión en el hospital.

Otro dispositivo de atención domiciliaria del que hay que hablar es de los ESADP, son los servicios de cuidados paliativos que atienden en domicilio a los pacientes. Aun cuando nacieron para tratar pacientes principalmente oncológicos en fase terminal lo cierto es que cada vez hay mas pacientes en fase terminal por otras patologías no oncológicas que precisan de esta atención. En la Comunidad de Madrid además están apoyados por el PAL 24 (servicio dependiente del SUMMA 112) que atiende de forma online a los pacientes derivando recursos del SUMMA 112 al domicilio si se precisa. Es necesario que este servicio se pueda dimensionar adecuadamente respecto a la demanda, no es raro el caso de pacientes en situación paliativa que hemos atendido en el SUMMA 112 y nos comentan que están en lista de espera para ser atendidos por el ESADP, lo cual indica que se necesita mejorar la dotación de los mismos e incluso ampliar su horario de cobertura.

Y ya para concluir también habría que hablar de ese servicio más desconocido de hospitalización domiciliaria que actualmente ofrecen hasta 14 centros hospitalarios de la Comunidad de Madrid. Dado que son servicios dependientes de los hospitales que los ponen en marcha no sabemos los datos globales de esos servicios, según parece son servicios eficaces, pero surge la duda si sería conveniente extenderlo como práctica global en todos los centros hospitalarios y ver la coordinación que tienen con el resto de recursos asistenciales (Atención primaria y SUMMA 112).

Y no se puede olvidar también la atención social de muchos de los pacientes. Es bastante insuficiente la atención, la falta de protocolos de actuación, en numerosas ocasiones el SUMMA 112 atiende pacientes cuya problemática es principalmente social y en esos casos queda patente la importante falta de recursos para atender adecuadamente al paciente.

Creo que la atención domiciliaria a nivel global, en esta comunidad es deficitaria y puede mejorarse, no solo habría que plantear un aumento de financiación y aumento de plantillas de profesionales dedicados a ello si se precisa, sino que también sería deseable una adecuada coordinación. Sería interesante un debate sobre cual es la mejor manera de abordar la atención domiciliaria de los pacientes, si hay que intentar minimizarla dado la cantidad de recursos que puede llegar a consumir pero planteándolo desde todos los ámbitos, de atención primaria, SUMMA 112, hospitales y servicios sociales. La población esta envejecida, tras la pandemia parece haber indicios de perdida de calidad de vida y eso puede hacer que la sociedad tenga que aumentar los recursos destinados a atender a esa población. Y debe hacerlo de la mejor manera posible.

Francisco Javier Bermejo Yagüe
Médico de Urgencias y Emergencias. Presidente Sección Sindical SUMMA 112 de AMYTS

Fuente: AMYTS

 

4. AMYTS en los medios: Sheila Justo habla para El País sobre la reivindicación laboral de las nuevas generaciones de médicos

EL PAÍS: Vida de mir: así es el día a día de los 32.517 jóvenes médicos imprescindibles para el sistema sanitario español

“El médico ha sido siempre muy poco reivindicativo”, explica Sheila Justo, médica de familia y vicepresidenta del sindicato AMYTS. “Nunca se ha planteado sus condiciones laborales, las consideraba parte de su oficio. El médico del pueblo estaba disponible 365 días al año. Pero ahora los profesionales aspiran a conciliar [en parte por la imparable feminización de la profesión] y tener una vida. Y el sistema se tiene que adaptar a ese médico, que lo único que quiere es ser mejor médico. Se puede y se debe conciliar, pero ahora provoca que sobrecargues a tus compañeros y te sientas fatal. Incluso las médicas embarazadas se sienten culpables, porque dejan a sus compañeros a los pies de los caballos. Es una razón del retraso de la maternidad en el sector. El problema es que hay unas plantillas muy reducidas. Pero ya no nos callamos, como hemos hecho con la huelga de cuatro meses de atención primaria en la Comunidad de Madrid. Tampoco nadie se ha ocupado de nuestra parte emocional, que es muy compleja. Pero eso está cambiando con los nuevos médicos. Hay otra generación de residentes entrando al escenario”, explica Sheila Justo.

 

5. El Foro de la Profesión Médica reitera a Sanidad la exigencia de cumplir la normativa para evitar que se contraten médicos sin la titulación exigida

El Foro de la Profesión Médica, en su reunión de la semana pasada, ha abordado la problemática que se está viendo en diferentes comunidades autónomas en cuanto a la contratación de médicos sin la titulación exigida legalmente para paliar unas necesidades asistenciales cada vez más acuciantes, especialmente en Atención Primaria, aunque también se está produciendo en Atención Hospitalaria, siendo más acusado en zonas de difícil cobertura.

Adelantándose al periodo estival, que este año en concreto será más complejo puesto que los residentes que comenzaron su Formación Médica Especializada en 2020 lo hicieron en septiembre por la pandemia de COVID19 y no en mayo como es habitual, el Foro recuerda, como admitió Sanidad, que la normativa exige que no puedan finalizar su formación antes de lo previsto, lo que puede suponer una oportunidad para analizar las necesidades reales de profesionales y la planificación de recursos en periodos vacacionales.

En este sentido, el Foro de la Profesión insiste en que en un momento de especial carencia de profesionales y en el que además se está planteando modificar el sistema de guardias médicas sin poner sobre la mesa un aumento de plantillas, resulta imprescindible la implicación ministerial y de las comunidades autónomas para asegurar la cobertura asistencial e incentivar el trabajo de los profesionales con soluciones atractivas desde el punto de vista laboral, económico y profesional, ofreciendo contratos estables una vez terminada la residencia para fidelizar a los médicos y con la estabilización de las OPEs para acabar con la temporalidad, evitando que los profesionales abandonen el Sistema Nacional de Salud.

Estas soluciones para paliar el creciente problema de falta de médicos, como ya señaló el Foro en ocasiones anteriores, no pueden pasar en ningún momento por rebajar los requisitos establecidos de formación y homologación regladas, ya que supondría cruzar unas líneas rojas que pondrían en riesgo la calidad asistencial y la seguridad clínica y generar una calidad asistencial de primera y otra de segunda para los pacientes.

El Foro de la Profesión Médica está conformado por:  Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos – CGCOM, Federación de Asociaciones Científico Médicas de España – FACME, Confederación Estatal de Sindicatos Médicos – CESM, Conferencia Nacional de Decanos de Facultades de Medicina – CNDFM y Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina – CEEM).

Fuente: CESM

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