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Boletín Diario Informativo de AMYTS del 20 de diciembre de 2021

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1. ¡NUEVA CONCENTRACIÓN DE LOS SINDICATOS DE LA MESA SECTORIAL! Este miércoles a las 12:00 frente a la Asamblea de Madrid

2. AMYTS en los medios: denunciamos el colapso de la Atención Primaria y reclamamos medidas urgentes

3. Vuelve a leer el último artículo de opinión de AMYTS: «La Sanidad, un bien común (aunque expropiable)»

4. Nueva viñeta de Javier Sánchez para AMYTS: «Y el premio a la gerencia más negligente va para…»

5. Los ingresos por covid en España casi se triplican en un mes

1. ¡NUEVA CONCENTRACIÓN DE LOS SINDICATOS DE LA MESA SECTORIAL! Este miércoles a las 12:00 frente a la Asamblea de Madrid

Los 5 sindicatos de la Mesa Sectorial de Sanidad de Madrid volvemos a tener una cita muy importante esta semana. Este miércoles a las 12:00 horas de la mañana protestaremos frente a la Asamblea de Madrid para reclamar una mayor financiación en la sanidad.

Se trata de una concentración clave donde nos jugamos mucho delante de todos los diputado electos de la Comunidad de Madrid. Os necesitamos a todos.

En todo caso, aquí os dejamos los motivos que nos llevaron a iniciar este calendario de movilizaciones.

Fuente: AMYTS

 

2. AMYTS en los medios: denunciamos el colapso de la Atención Primaria y reclamamos medidas urgentes

  • Entrevista a Silvia Durán (AMYTS) en Cuatro sobre el pésimo estado de la Atención Primaria en Madrid

  • Julián Ezquerra en La Sexta: «La Atención Primaria está desbordada, estamos agotados»

  • AMYTS denuncia en el Telediario de TVE la situación insostenible de la Atención Primaria

 

3. Vuelve a leer el último artículo de opinión de AMYTS: «La Sanidad, un bien común (aunque expropiable)»

CON FIRMA. «La Sanidad, un bien común (aunque expropiable)», por Miguel Ángel García

Hace unos años, en la Feria del Mercado Social de Madrid, tuve la oportunidad de escuchar una pequeña conferencia en torno a la gestión de lo común. El tema me había llamado la atención por mi interés en al concepto y la práctica del bien común, pues estoy totalmente convencido de que la sociedad es una aventura compartida por quienes formamos parte de ella. Pero he de decir que el contenido me sorprendió bastante, y creo que me abrió un poco los ojos ante la gestión de “lo común”.

Lo más llamativo fue, ya de entrada, el esfuerzo en diferenciar “lo común” de lo gestionado públicamente. Porque mientras lo primero hace referencia a las realidades que son de propiedad y uso compartido y/o universal (o incluso inapropiables, como el aire que respiramos), lo segundo se limitaba a una forma, sólo una, de entre las posibles para gestionarlas.

En Economía se distingue entre los bienes públicos y los recursos comunes. Ambos serían bienes que se pueden acceder libremente, sin tener que pedir permiso a nadie, pero en el primer caso se trataría de bienes que no se “consumen” (“gastan”) con el uso, como el aire que respiramos, y en el segundo sí que habría una disminución del bien en cada utilización que reduciría las oportunidades de acceso del resto de los miembros de la comunidad (por ejemplo, las plazas de aparcamiento de una calle). Parece que a estas alturas, no obstante, la distinción no parece del todo sostenible, porque estamos viendo que, si bien es posible no “gastar” el aire de la atmósfera (gracias al reciclado gratuito que generan las plantas), sí que es posible contaminarlo y hacer perder su usabilidad cuando se le convierte, como hemos venido haciendo de forma irresponsable, en un vertedero de residuos gaseosos de nuestra actividad. Nos quedamos, por tanto, con que hay una serie de bienes comunes, bienes cuyo uso y titularidad es compartido por todos, que conviene gestionar adecuadamente para que su “usabilidad” sea sostenible en el tiempo.

Ahora, ¿cómo gestionamos ese tipo de bienes? Es aquí cuando entra la clásica contraposición entre la gestión pública y la privada, de la que tanto oímos hablar. O bien lo gestionaría, por delegación, el poder público, o bien lo haría, por encargo o derivación, la iniciativa privada. Pero en todo caso debería ser gestionado con arreglo a unos criterios centrados en la utilidad común, en la utilidad de todos sus beneficiarios. Y ningún otro interés debería priorizarse sobre este criterio.

La Sanidad, entendida como el conjunto de servicios destinados a mantener la salud de l@s ciudadan@s, sería uno de esos bienes. Si nos enfocamos en la sanidad que tenemos en España, con un fuerte sistema sanitario que tiene como horizonte la atención universal a tod@s los ciudadan@s, es aún más evidente: ha sido el fruto de una larga evolución, que tiene su origen en las primeras instituciones de previsión originadas durante la monarquía del inicios del siglo XX, que la República intentó potenciar y que encontró su desarrollo durante la dictadura del general Franco, aunque no fue hasta el advenimiento del actual régimen democrático que se consolidó como una Sanidad de cobertura universal, cobertura luego relativamente traicionada por algunas reformas durante la pasada crisis económica. Un esfuerzo continuado de l@s españoles/as, a lo largo de decenas de años, liderado por diferentes regímenes políticos y personas dentro de ellos, tejido de competencia y profesionalidad por tant@s y tant@s profesionales sanitari@s a lo largo de su historia, y que ha contribuido a que tengamos algunos de los indicadores sanitarios más avanzados del mundo, no puede ser gestionado ahora como si de un bien privativo se tratara. Ni por los poderes públicos ni por los intereses privados. Y eso es lo que me está ayudando a comprender aquella ilustrativa charla.

Estaríamos, por tanto, ante un falso dilema si limitamos el problema de la Sanidad a la modalidad de su gestión. Porque la Sanidad, construida con el esfuerzo de tantos ciudadan@s y gestores/as, y sobre todo con el compromiso de tant@s profesionales, puede resultar expropiada en una modalidad y en la otra. En la gestión pública por los intereses, personales y/o políticos, de sus máximos responsables, que utilizan la Sanidad como arma arrojadiza, a la que cubren con el velo del engaño para pretender mantener ante la ciudadanía la idea de su buen estado, mientras se descuidan sus necesidades económicas y humanas; y en la gestión privada por los intereses grandes y pequeños inversores que, en la lejanía de sus planes de pensiones y fondos de inversión, dotan de capacidad de compraventa a intermediarios financieros sin ningún interés real en la salud de la población, y que sólo la usarán para magnificar sus beneficios económicos, constriñendo con ello la calidad de la atención sanitaria.

Gran parte de la Sanidad se vive hoy expropiada por unos y por otros, y sus profesionales contemplan atónitos esta realidad y la pasividad con que la sociedad no sólo lo acepta, sino que incluso llega a contribuir activamente a ello desde la indiferencia o la mera credulidad a lo que cuenta el líder político en el que depositan su confianza, a pesar de las evidencias y de los testimonios en contra. Y destacan entre esos testimonios, los de l@s propi@s profesionales, que nos ganamos la vida tratando de mejorar la salud de quienes nos consultan, y vivimos con dolor cualquier limitación que impide llevar a efecto esa mejora. Por eso las denunciamos, cosa que además nos exige nuestro código de ética y deontología. Mientras, no sabemos qué ética siguen nuestr@s polític@s y gestores/as, que, dicho sea de paso, no tienen siquiera un código ético público y reconocido al que amoldarse.

No podemos dejarnos expropiar la Sanidad. Es un bien común, cuyo uso consume recursos, y cuyo mal uso lo deteriora. Por eso necesita de la participación y el compromiso de todos. Y de una buena gestión, privada o pública, pero orientada claramente a mejorar el bienestar de la población. Porque si funciona principalmente para generar beneficios económicos, se habrá convertido en un mero producto financiero de apariencia sanitaria; y si funciona para generar rentabilidades políticas, pasará a convertirse en mera propaganda.  Y ni uno ni otra son verdadera Sanidad.

Cuidemos, pues, la Sanidad. Cuidémosla como lo que es, un bien común que hemos de mantener entre todos. Y cuidemos de que no nos la expropien, ni desde el interés privado ni desde la gestión pública.

Miguel Ángel García Pérez 

Médico de familia, doctor en Medicina 

Director médico de la Revista Madrileña de Medicina

Fuente: Revista Madrileña de Medicina

 

4. Nueva viñeta de Javier Sánchez para AMYTS: «Y el premio a la gerencia más negligente va para…»

Javier Sánchez, médico de Familia y uno de nuestros viñetistas, nos trae este nuevo trabajo artístico dedicado especialmente a la Gerencia de Atención Primaria y a sus últimos movimientos. Movimientos que van enfocados más de cara a la galería -como esta entrega de premios que ha protagonizado-, en vez de mejorar la Atención Primaria.

Fuente: Revista Madrileña de Medicina

 

5. Los ingresos por covid en España casi se triplican en un mes

NOTICIA EL PAÍS

Los centros sanitarios contienen el aliento ante el auge de la sexta ola de la covid. Los ingresos hospitalarios y las entradas en cuidados intensivos (UCI) a causa del coronavirus casi se han triplicado en el último mes —hay 6.667 personas hospitalizadas, 1.306 en la UCI— y los sanitarios miran con “preocupación” las próximas semanas. Si bien la vacunación masiva de la población —cerca del 80% de los españoles ha completado la pauta vacunal— está funcionando como muro de contención para evitar el colapso y los niveles de ocupación hospitalaria siguen por debajo de los registrados en otros meses de 2021, los centros de salud ya acusan la saturación y el escenario a corto plazo es poco halagüeño: los profesionales auguran más presión asistencial en hospitales y atención primaria a causa de la expansión de la variante ómicron, los efectos de la interacción social tras la Navidad y la confluencia del coronavirus con el virus de la gripe.

Pintan bastos para el sistema sanitario: la presión asistencial se recrudece y la incertidumbre se cierne sobre el futuro inmediato. Para empezar, porque los indicadores epidemiológicos no acompañan, advierte Álvaro Castellanos, presidente de la Sociedad Española de Medicina Intensiva: “Todo está al alza y teniendo en cuenta que las restricciones no son importantes, la previsión es que todo siga en aumento”, zanja. Tampoco ayuda el previsible auge de los encuentros sociales en las fiestas navideñas, caldo de cultivo para la expansión del virus, ni la amenaza de la variante ómicron. El Centro Europeo para el Control y Prevención de Enfermedades (ECDC) ya ha encendido todas las alarmas y ha instado a los hospitales a prepararse ante una previsible explosión de casos. “Es previsible que la ómicron cause más hospitalizaciones y fallecimientos que los ya contemplados en las previsiones que solo han tenido en cuenta a la delta”, reza el informe de riesgos publicado por la agencia de salud europea.

La situación hospitalaria en España todavía no es la vivida en otras olas. A estas alturas, el año pasado, con una incidencia de 207 casos por 100.000 habitantes, había más de 11.300 pacientes ingresados, cerca de 2.000 en la UCI; este viernes, sin embargo, la tasa de contagios era más del doble, de 511 casos por 100.000 habitantes, y las hospitalizaciones eran un 41% menos: 6.667 ingresados, según los datos del último informe del Ministerio de Sanidad. Pero esta ola todavía está en ascenso y la situación es desigual entre las comunidades: de hecho, hay media docena de comunidades con una ocupación hospitalaria similar o superior al pico de su quinta ola —todas por debajo del 8%— y hay también varias, como el País Vasco, Asturias o la Comunidad Valenciana, entre otras, cuya ocupación de las UCI está al nivel del pico de la ola anterior.

Por su parte, en los centros de salud, si bien la carga asistencial ha aumentado y siguen instalados en una saturación permanente, no llegan al colapso de la quinta ola: por ejemplo, en Aragón, explicaba el pasado miércoles una portavoz de la Consejería de Salud, se está haciendo seguimiento a unos 4.300 contactos de casos desde atención primaria, pero el pasado verano esta cifra llegó a ser de 18.500 y en octubre de 2020, de 24.300.

Con todo, crece la presión en todos los niveles asistenciales, y los sanitarios acusan ya la sobrecarga. Jesús Díez Manglano, presidente de la Sociedad Española de Medicina Interna y médico internista en el Hospital Royo Villanova de Zaragoza, ejemplifica: “El número de casos en mi hospital se ha cuadruplicado en los últimos 15 días. No es una situación de colapso, pero es preocupante”. Coincide Pere Domingo, coordinador covid del Hospital Sant Pau de Barcelona: “El viernes pasado [por el día 10], como la cosa pintaba mal, se suspendieron algunas intervenciones, pero al final, el fin de semana estuvo más tranquilo de lo esperado. Tenemos 25 pacientes con covid en planta y una decena en UCI [llegaron a tener 450 y un centenar, respectivamente, en la primera ola]. Si esto no va a peor, lo aguantamos. El problema es si esto es un presagio de lo que va a ocurrir”.

Nueve comunidades ya están por encima del 15% de ocupación de las UCI con pacientes con covid. Incluso hay varias que superan el 20%: la más “preocupante”, a juicio de Castellanos, es Cataluña, donde una cuarta parte de sus camas de críticos ya están repletas de enfermos infectados por coronavirus (338 personas). María José Abadías, subdirectora asistencial del Vall d’Hebron, el hospital más grande de Cataluña, apunta que la hospitalización “va creciendo de manera lenta” y la situación todavía está controlada: la semana pasada tenían una veintena de pacientes en estado crítico, muchos menos de los 220 que llegaron a atender de forma simultánea en la primera ola. También Sonia García de San José, subgerente del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, apunta que la situación en su centro está bajo control, pero se muestran “expectantes”: “Vemos un aumento de la presión en urgencias, con unos 600 pacientes diarios, entre 50 y 80 más de lo habitual. Y el porcentaje de pruebas covid positivas pasó del 7% al 26% en una semana. Pero los cuadros que vemos son más leves”, explica. Todavía no han tenido que alterar la programación quirúrgica ni habilitar nuevas plantas covid.

Los perfiles de pacientes más habituales en esta sexta ola, tanto en la UCI como en planta, coinciden los expertos consultados, son dos: no vacunados y personas de edad avanzada y con patologías de riesgo (inmunodeprimidos o con dolencias crónicas) que han completado la pauta vacunal hace tiempo. La protección del pinchazo en este colectivo decae con el paso de los meses, apunta Castellano: “Ahora vemos que el 60% son vacunados: el virus afecta más a personas inmunodeprimidas y el efecto protector de la vacuna declina”.

El intensivista señala que la edad media de los ingresados en la UCI es de entre 60 y 63 años. En planta, agrega Díez Manglano, también hay gente, sobre todo, de entre 50 y 70 años: “Hay personas mayores con la pauta vacunal completa o las tres dosis y también gente con 15 años menos que estos y que no están vacunados o tienen la pauta incompleta”. El internista insiste en que, incluso a pesar de que hay personas vacunadas que ingresan, los hospitales están “en un alza contenida gracias a las vacunas”: “Cualquier vacuna ayuda a prevenir la enfermedad, pero no tiene una efectividad del 100%. En la gente mayor, igual que envejece todo el cuerpo, también lo hace su sistema inmunitario: este genera menos anticuerpos y menos respuesta a la vacuna”. Aun así, concreta Díez Manglano, “estas personas vacunadas que están ingresando llegan con cuadros menos graves de los que ingresaban hace un año”.

Todavía no se han desplegado los planes de contingencia de forma generalizada en los centros sanitarios, pero, puntualmente, algunos hospitales ya han tenido que tomar medidas. En el Hospital San Jorge de Huesca, por ejemplo, ya se han abierto más camas específicas para los pacientes con covid, y en Vigo se ha comenzado a reprogramar operaciones no urgentes. En el País Vasco han incrementado plazas de UCI a finales de noviembre y han limitado la programación quirúrgica. También en el Hospital de Valdecilla de Santander se ha abierto una nueva UCI covid y se han cerrado esta semana dos quirófanos. En Navarra, donde la ocupación hospitalaria global ronda el 79% (por asistencia covid, no covid y recuperación de actividad ordinaria), ya se ha reconvertido la quinta planta del Hospital Universitario de Navarra para dar atención diferenciada a los pacientes con coronavirus, se ha reforzado la atención domiciliaria y se han desprogramado algunas operaciones no urgentes.

Por su parte, la atención primaria también denuncia la saturación de los centros de salud, que están asumiendo la asistencia de sus pacientes convencionales, la campaña de vacunación y la detección y seguimiento de los positivos y sus contactos.

De punta a punta del país, en la atención primaria se repite el diagnóstico. Una doctora de un centro de salud de Mallorca que prefiere mantener el anonimato, asegura que no llegan a todo: “Ahora se nos junta la sospecha de covid con la gente que viene por otras patologías y trae una lista de motivos de consulta atrasados. Esto es una locura”, lamenta. Y, además, faltan profesionales: “En mi centro, por ejemplo, hoy faltan tres compañeros y yo tengo 30 pacientes citados, más las urgencias que me vengan de mi cupo, más los pacientes de mis compañeros, que tenemos que atenderlos los que quedamos porque no los sustituyen”, ejemplifica. No pueden más, insiste: “Estamos cansados, quemados y nos sentimos abandonados. El miedo de las primeras olas ya no lo tienes, pero psicológica y físicamente estamos agotados”.

Ante el devenir de las próximas semanas, los centros sanitarios están a la expectativa. La incertidumbre del papel que tendrán algunas variables epidemiológicas les impide predecir qué pasará, admiten los expertos consultados. Clara Prats, investigadora en Biología Computacional de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC), avisa, por ejemplo, de que “la evolución de la ocupación en UCI en Cataluña está yendo por la franja alta de los valores estimados y eso es preocupante”. La física, experta en proyecciones de la pandemia, mira con desasosiego a la variante ómicron: “Si fuese una ola de la variante delta, entre terceras dosis y alguna medida menor, se podría controlar bien. Pero lo que vemos con la variante ómicron, que parece hasta dos o tres veces más transmisible que la delta, es un cambio de escenario de un día para el otro. Es como si, de repente, pulsas un interruptor. Tendría que bajar mucho la severidad para compensar el colapso que puede generar esta alta transmisión”.

Tampoco tendría un efecto menor una eventual convergencia de la ola de covid con una epidemia de gripe. El año pasado, apenas hubo casos de este virus estacional, pero ahora ya se empieza a ver alguno, apunta Abadías: “La covid ya deja entrar otros virus: hemos ingresado ya algún paciente con gripe y ya hemos tenido mucha presión a nivel de la UCI pediátrica por el virus respiratorio sincitial [el microorganismo causante de la mayoría de las bronquiolitis en los más pequeños]”. Los profesionales urgen a mantener las medidas de protección individual para combatir la covid-19 y otros virus respiratorios, pero también acelerar la vacunación contra el coronavirus en los niños y las terceras dosis en los grupos de riesgo para cortar la transmisión y evitar ingresos.

Con todo, en un escenario de más saturación, los expertos coinciden en que los centros sanitarios tienen ahora más elasticidad que al principio de la pandemia para adaptar sus recursos a las necesidades del momento. Pueden montar y desmontar camas en pocas horas. También habilitar plantas enteras y activar dispositivos con agilidad. Pero avisan de que otra saturación pasará factura a la población, que volverá a ver aplazada la atención no covid para responder a la pandemia, y también a los profesionales: los sanitarios están “más preparados”, apunta Domingo, pero “más cansados”. Sobre todo viendo la que se les viene encima, admite: “Estamos entre el miedo y el hastío”.

Fuente: El País

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