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Boletín Diario Informativo de AMYTS del 11 de marzo de 2024

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1. Nuevo editorial de AMYTS, esta vez de Daniel Bernabéu: «La Sanidad, un mundo (feliz) veloz»

2. AMYTS VÍDEO. Mañana es el Día Europeo contra las Agresiones a Médicos y Profesionales Sanitarios… y esto tiene que acabar

3. ¡Por si te lo perdiste! El imprescindible artículo que hemos publicado en AMYTS este fin de semana por el 8M

4. Sanitarios (testimonio de miembros de AMYTS) en el 20 aniversario del 11M: «Aquello era un campo de batalla»

5. Sheila Justo denuncia el coste salarial de ser madre en sanidad: de jornadas reducidas a guardias

1. Nuevo editorial de AMYTS, esta vez de Daniel Bernabéu: «La Sanidad, un mundo (feliz) veloz»

En el relato de ciencia ficción “Microcosmos God” (1941), de Theodore Sturgeon, se describe un genio científico, Kidder, que crea una civilización de humanoides dotados de inteligencia (neoterics). Se caracterizan por una alta velocidad de recambio generacional, y los mantiene encerrados en una caja, comunicándose con ello a través de un teletipo. Ellos le consideran como un Dios. Con el propósito de facilitar el avance científico, y aprovechando sus vidas aceleradas, somete a los neoterics a todo tipo de situaciones estresantes y crueles, para que produzcan soluciones a problemas o retos tecnológicos de todo tipo.

Las analogías con narrativas distópicas siempre son ilustrativas de que hay algo que no termina de ir bien en nuestro día a día. Tras meses viendo hospitales y centros de salud con cierta perspectiva, no puedo dejar de maravillarme de constatar riadas de buenos profesionales circulando aceleradamente por pasillos, consultas, laboratorios y quirófanos, solucionando problemas, desafiando al sueño para curar pacientes, sacando horas de formación para generar méritos, investigando para mejorar currículo, corriendo para conciliar con hijos e hijas, apurando tardes y noches para mejorar ingresos, estresados por la sobrecarga pero sacando adelante sus tareas, luchando por un puesto de trabajo estable y por cumplir sus expectativas laborales y/o sociales. Un ritmo vertiginoso, un ritmo neotérico. Y, de vez en cuando, una instrucción desde arriba (La diosa Administración) para cambiar algo, para afrontar un desafío nuevo, o para destrozar algo (urgencia extrahospitalaria) y obligarnos a recomponerlo, a solucionarlo, o a redescubrir alternativas, al ritmo cada vez más infernal de la presión institucional y social.

Más allá de esta analogía distópica, en la que la experiencia de cada uno se verá más o menos reflejada, lo cierto es que vivimos aceleradamente. Y esta aceleración limita una visión del conjunto de la Sanidad y de nuestra posición en ella, centrándonos inevitablemente en el sobrevivir. Sin tiempo para reflexionar, de guardia en guardia, de paciente en paciente; sin tiempo para evaluar perspectivas de futuro, sin poder visualizar potenciales contingencias, empujados a intervenciones muchas veces sin soporte de evidencia y sin evaluación de resultados; es fácil sentirse como un hámster corriendo hasta la extenuación en una jaula rodante (la tan de moda sisifemia). Mientras tanto, nuestro microcosmos sanitario es observado plácida y condescendientemente por la Administración.

Desde una perspectiva más científica, quizá podríamos profundizar y entender mejor qué nos está pasando y por qué, cómo hemos podido llegar a una situación tan distópica. En el conocidísimo libro “Pensar deprisa, pensar despacio”, el psicólogo y premio Nobel de Economía Daniel Kahneman postula la existencia de dos sistemas de pensamiento en el ser humano:

  • Un sistema 1 caracterizado por un procesamiento sensorial rápido que da lugar, en base a la experiencia acumulada, a respuestas rápidas; es un sistema constantemente activo que permite actuar y tomar decisiones con agilidad, y cuya única exigencia es que la realidad sentida/percibida sea coherente con nuestras ideas/prejuicios acumulados. Un sistema muy dependiente de lo emocional y sensitivo, y muy propenso a sesgos de todo tipo.
  • Un sistema 2, por el contrario, que se encarga del procesamiento probabilístico y reflexivo, y que es el que detecta incoherencias, estudia causalidades y procesa experiencias para su almacenamiento y posterior uso. Es un sistema que necesita activarse voluntariamente, con alto consumo de recursos y energía; y aunque lento en su respuesta, es mucho más fiable en el diagnóstico y evaluación de la realidad detectada por el sistema 1. El análisis racional y probabilístico dependen de este sistema “lento”.

Kahneman deja claro que el sistema 1 es mucho más ágil y cómodo al estar permanentemente activo, por lo que todos tendemos a utilizarlo (con sus sesgos) en nuestras decisiones la mayor parte del tiempo. No es difícil aventurar que la saturación de estímulos, la sobrecarga de tareas y el ritmo de vida acelerado que llevamos nos empujan hacia una utilización casi exclusiva del sistema 1, con nulo o mínimo tiempo disponible del sistema 2 para analizar el entorno profesional y vivencial en el que nos desenvolvemos. Un marco teórico que se adapta como un guante para explicar el individualismo de la “modernidad líquida” (Zygmunt Baumann), la autoexigencia de productividad en la “Sociedad del cansancio” (Byung-Chul Han), la facilidad para las “fake-news” o la emocionalidad que subyace a las polarizaciones.

Estamos inmersos en una espiral de agotamiento, que me atrevo a sospechar que se promueve de forma “consciente” desde los centros de poder. Obligándonos a no pensar de forma reflexiva y pausada, sino haciendo de la percepción rápida y emocional nuestra guía. Alimentándonos, cuales neoterics, con nuevos y más frecuentes estímulos que ocupen y saturen el sistema 1.

Solo tenemos una solución: PARAR EL RITMO, ¡STOP! No solo para reflexionar o para analizar nuestra labor médica y nuestro papel en la sociedad, que también; sino para cuidar nuestra Salud, para sentir que organizamos y controlamos nuestra vida, que se respeta nuestra capacitación y criterio en las decisiones de la organización sanitaria. Os ánimo a ello.

DANIEL BERNABÉU

RADIÓLOGO HU LA PAZ

PRESIDENTE DE AMYTS

Fuente: AMYTS

 

2. AMYTS VÍDEO. Mañana es el Día Europeo contra las Agresiones a Médicos y Profesionales Sanitarios… y esto tiene que acabar

 

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Fuente: AMYTS

 

3. ¡Por si te lo perdiste! El imprescindible artículo que hemos publicado en AMYTS este fin de semana por el 8M

“El núcleo de la masculinidad feminista es un compromiso con la igualdad de género y la reciprocidad como algo crucial para la interacción y la asociación en la creación y el sostenimiento de la vida. Este compromiso siempre privilegia la acción no violenta sobre la violencia, la paz sobre la guerra, la vida sobre la muerte”

Bell Hooks, El deseo de cambiar. Hombres, masculinidad y amor. Bellaterra Ediciones. Serie General universitaria, 2021. p. 111-112.

Mi llegada a AMYTS fue, hace seis años, un ocho de marzo. Con toda la ilusión de mi recién estrenado nombramiento como delegado, recuerdo que Angela Hernández, entonces presidenta del Sector Hospitalario del sindicato, me interpeló para que hiciera unas declaraciones con motivo de la efeméride.

En efecto, hay mucho que decir. Y pensé entonces, y sigo pensando ahora, que el sujeto político del 8 marzo son las mujeres, más de la mitad de la población. Mucho más de la mitad de nuestra población laboral en sanidad. Nuestro papel como hombres es apoyar a nuestras compañeras en sus demandas. Y, como en la histórica huelga de cuidados del ocho de marzo de 2018, ocuparnos del cuidado de familiares y dependientes, atender a la intendencia y a las tareas del hogar. Compartir la carga mental. Y escuchar y leer a mujeres en el espacio público.

En realidad, ese sería nuestro papel como adultos funcionales: corresponsabilizarnos de los cuidados, situarnos en el mismo plano relacional con las mujeres con quienes compartimos espacio de trabajo, con las mujeres con las que convivimos. Es de ley, es de justicia social y son derechos humanos.

¿Es la igualdad efectiva cosa de hombres? Si pensamos en que lo ecuánime es mantener relaciones de igualdad con respeto a las diferencias, sí. También es cosa de hombres.

Y eso supone revisitar nuestro proceso de construcción de la masculinidad. Un proceso complejo de socialización diferencial con mucho mensaje asumido de forma inconsciente y que, quienes queremos alcanzar ese objetivo de equidad, tenemos que cuestionar. De toda esa carga de mandatos ¿qué me va bien? ¿qué me hace mal? ¿qué es justo? ¿qué hace mal a otras, a otros? Muchas veces nuestro trabajo será renunciar a los privilegios. Ayuda a hacerlo analizar la desventaja y el sufrimiento que generan en nuestras compañeras. Porque la estructura que nos otorga dichos privilegios también nos da la servidumbre de lo que tenemos prohibido: la ternura, la expresión de sentimientos, la vulnerabilidad… etc.

Y supondrá también la renuncia consciente al uso instrumental de la violencia. Tan perniciosa para unas y otros. Empezando por uno mismo: el modo en que nos exigimos, el modo en que nos tratamos. En definitiva, gira en torno a atravesar el recorrido desde el maltrato al buentrato. En lo personal, en los social y en lo político o cultural.

Hay razones y emociones para desear hacer efectiva la igualdad por razón de sexo:

Hace unos dias publicábamos datos sobre brecha salarial, en los que se pone de manifiesto el techo de cristal (blindado, templado, de banco).

Me pregunto por cómo se distribuyen en función del sexo las peticiones de permisos y reducciones de jornada (y salario) por cuidados. Y me pregunto cómo se relaciona con la corresponsabilidad en las tareas que sostienen la vida en los hogares.

Me pregunto también si la Administración protege efectivamente situaciones como el complejo embarazo-parto-lactancia y vela porque esas diferencias biológicas no sean fuente de desigualdad y discriminación (sí, de nuevo salarial, aunque también en protección de la salud) por razón de sexo.

Me pregunto si mujeres y hombres optamos a puestos de prestigio en investigación o a cátedras y rectorías con iguales condiciones.

Me pregunto también si tenemos protocolos operativos anti-acoso que eviten hostigamiento por razón de sexo o acoso sexual en nuestros espacios de trabajo.

Podemos participar de la conspiración del silencio, del mirar hacia otro lado, del juego de la violencia de la estructura, o podemos trabajar, hombres y mujeres, con los mismos objetivos de construir un mundo más justo. Nos hace falta en lo profesional, en lo sindical, en lo colegial, en sociedades científicas, en lo académico y también en el mundo de la investigación. Yo lo tengo claro ¿tu?

Así que hoy, dos días después de que mis compañeras hayan manifestado públicamente sus reivindicaciones en un 8 M de 2024, yo también me uno…

Porque, en sanidad, #TambiénSeAcabó

Francisco Javier Huerta Dante
Especialista en Medicina familiar y Comunitaria. Delegado AMYTS de PRL, DASUR.

Fuente: AMYTS

 

4. Sanitarios (testimonio de miembros de AMYTS) en el 20 aniversario del 11M: «Aquello era un campo de batalla»

La mañana del jueves, 11 de marzo de 2004, un coche se dirigía a toda la velocidad que le permitían las circunstancias y con los intermitentes encendidos a modo de aviso hacia el Hospital 12 de Octubre. En su interior, cuatro jóvenes médicos de primer año del MIR trataban de tomar conciencia de lo que se les avecinaba. Uno de ellos era Juan José Parra: “Me imaginaba que iba a ser duro, pero no hay forma de prepararse para algo así”, reconoce el facultativo, hoy afianzado cardiólogo de este centro madrileño. Ni él ni los cientos de profesionales sanitarios que participaron en las labores de auxilio a las víctimas de los atentados de Atocha y otros puntos de la capital podían saber que ese día marcaría para siempre sus vidas.

Los primeros rumores de la tragedia trascendieron durante el cambio de guardia, a primera hora de la mañana. Visto con perspectiva, hay quienes consideran que fue un golpe de suerte, pues ello permitió a los hospitales reprogramar con tiempo las cirugías no urgentes para dejar espacio para las víctimas. Ese día, en torno a un millar de personas fueron ingresadas en los diferentes centros de la capital, principalmente en el Gregorio Marañón y el 12 de Octubre.

Las radios y las televisiones iban despejando la incertidumbre de los minutos inminentemente posteriores a las explosiones. “Al principio se creía que había sido una catenaria que se había caído encima de un tren; pero cuando nos desplazábamos hacia Atocha ya empezamos a intuir que era un atentado o una situación no habitual”, explica Alfonso Chamarro, enfermero de Emergencias del Summa 112. Al llegar, asegura, se encontraron un verdadero “campo de batalla”.

Según Chamarro, una vez hubo la suficiente certeza de que no habría nuevas explosiones, bomberos y policías les pidieron acudir a la zona interior del tren, donde estaban los heridos más graves que no se habían podido auto-evacuar. Fue “la primera vez”, asegura, que se pudo hablar de un triaje de catástrofes en un medio urbano.

“Empezamos a hacer maniobras que hasta ese momento no habíamos ensayado ni ejercitado todos los cuerpos de emergencia de la Comunidad de Madrid al unísono; era todo muy nuevo, pero aún así todos pusimos en práctica las nociones que teníamos”, apunta.

Un ‘caos ordenado’ en el hospital

Cuando Juan José Parra y sus compañeros llegaron al 12 de Octubre se encontraron con “un hospital de guerra”. “Eran pacientes y pacientes llegando sin parar; gente gritando, sangrando, con mucho dolor”, detalla el facultativo, que, como R1 que era (apenas tenía 25 años), trató de ayudar limpiando heridas, llevando sueros y apoyando al personal ‘senior’. No pararon de llegar heridos durante las tres horas siguientes.

Lo cierto es que, pese a la dimensión de la catástrofe, Parra recuerda la actuación del hospital bastante ‘metódica’. Él lo define como “un orden dentro del caos”. “En unas pocas horas, los pacientes más graves habían pasado a quirófano, los intermedios a Urgencias y los menos perjudicados se fueron”, destaca.

Los centros de la periferia también se prepararon para lo peor. En el Hospital Universitario Fundación Alcorcón, el cirujano Javier Ortega se encontraba ese día de guardia. “Hubo que suspender todos los quirófanos programados porque no sabíamos qué nos iba a venir”, expone el facultativo, quien era consciente de lo que suponía asistir a una persona herida por explosivos, pues ya integró el equipo que atendió en el Gómez Ulloa a Irene Villa, víctima de ETA en 1991.

“Como cirujano, son las dos cosas más impactantes que he vivido”, asume. Son situaciones que “marcan para siempre”: “Pero los sanitarios tenemos que tirar para adelante y actuar rápidamente, no nos podemos parar a pensar”, subraya.

El regalo que salvó vidas

En la Puerta del Sol, una hilera de personas daba la vuelta a la manzana y se perdía más allá de Ópera, a medio kilómetro de distancia. Todas aguardaban turno para donar su sangre a los heridos. “Querían ayudar en lo que pudieran y ese fue su regalo”, cuenta Pilar de la Peña, enfermera responsable del área de promoción del Centro de Transfusión de la Comunidad de Madrid. Tal fue la respuesta de la ciudadanía que hubo que pedir a muchos que regresaran en días posteriores.

“Sabíamos que lo que estábamos extrayendo iba a estar dando vida”, destaca De la Peña, que apunta que el “caos del tráfico” de esa jornada provocó que las unidades móviles tardaran en llegar a sus destinos. Fue el anticipo de un día caótico. “En el centro recibíamos toda la sangre de Madrid y luego la distribuíamos a los hospitales. Aquí se procesaba y se analizaba todo, estuvimos prácticamente 14 horas seguidas”, asegura la enfermera.

Curiosamente, De la Peña recuerda una jornada con muchos silencios. “Y, de vez en cuando, preguntas”, añade la enfermera, quien incide en que muchos de los presentes tenían “hermanos, padres, hijos” que no sabían si se encontraban entre los heridos. “En la unidad móvil hubo un momento en el que tuvimos que apagar la radio, no podíamos más”, reconoce.

“Es un antes y un después en la profesión”

Los profesionales consultados por Redacción Médica reconocen el impacto psicológico que conlleva enfrentarse a un escenario como el del 11-M. “Es un antes y un después, te reafirma o te echa de este tipo de profesión”, sostiene Alfonso Chamarro. En su caso, la tragedia se convirtió en un baño de realidad que le llevó a intentar superarse como enfermero de Emergencias.

En palabras de Juan José Parra, sucesos del calibre de los atentados de Madrid “demuestran lo importante que es la profesión y tener una sanidad fuerte y preparada”. “Yo me fui a casa con la satisfacción de haber ayudado a muchas personas, y eso está por encima de todo”, concluye el cardiólogo.

Fuente: Redacción Médica

 

5. Sheila Justo denuncia el coste salarial de ser madre en sanidad: de jornadas reducidas a guardias

Que los altos puestos de dirección en la sanidad española estén ocupados mayoritariamente por hombres explica, en gran medida, la brecha salarial que les separa de sus compañeras de oficio. Pero también es significativo el impacto económico que conlleva para estas profesionales el hecho de quedarse embarazadas, especialmente en un puñado de comunidades autónomas en las que todavía no está reconocido el derecho a la compensación por las guardias ‘perdidas’. El primero de estos elementos diferenciadores tenderá a remendarse en el medio plazo por el mero cambio generacional del sector, cada vez más feminizado. Respecto al segundo factor, el horizonte está más difuso. A ello se suma el hecho de que el ‘peso’ del cuidado de hijos sigue recayendo especialmente sobre las mujeres, lo que las lleva con mayor frecuencia a solicitar jornadas reducidas.

“Los sistemas de salud se tendrán que ir adaptando a que cada vez haya más periodos de maternidad, pero eso requiere una mayor planificación”, concluye Sheila Justo, secretaria técnica de la Sección MIR Nacional de la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM). En declaraciones a Redacción Médica, la facultativa recalca que el sector de la Medicina ha superado la concepción antigua del trabajador que está disponible las 24 horas del día. Las generaciones actuales, incide, quieren “más conciliación y vida familiar”, y, al haber cada vez más mujeres en la sanidad, es lógico pensar que habrá una tendencia creciente de descansos maternales y permisos de conciliación por reparto de tareas. Pero este planteamiento ‘choca’ con la realidad de unas plantillas “que están bajos mínimos”.

Respecto a la necesidad de acogerse a jornadas reducidas para el cuidado de hijos, Justo sostiene que, a nivel general, tanto hombres como mujeres pueden solicitarla “indistintamente”, aunque “solo uno de la pareja” si los dos trabajan en el Servicio. Debido a la mentalidad que sigue imperando sobre el papel de las mujeres en este tipo de tareas, lo cierto es que es más frecuente que ese peso recaiga sobre ellas.

De hecho, a nivel general en España, son las mujeres trabajadoras las que solicitan hasta el 84 por ciento de las excedencias para el cuidado de hijos, según ha expuesto este mismo viernes la ministra de Sanidad, Mónica García. “Como en la población general, la tendencia en sanidad va cambiando en el reparto de tareas, pero aún cae más en ellas”, coincide Sheila Justo.

Uno de los principales puntos de fricción se encuentra en la cobertura de las guardias. “A las médicas, a veces, las dejan haciéndolas hasta las 24 semanas de embarazo, algo que está totalmente desaconsejado por la nocturnidad y la prolongación del turno segun el articulo 26 de la Ley de PRL”, detalla la también vicepresidenta de Amyts (Asociación de Médicos y Titulados Superiores de Madrid). La exención de las guardias, defiende, debería concederse “desde la comunicación del embarazo”, aunque este puede ser otro factor determinante en el perjuicio económico al que se enfrentan las facultativas.

Prorrateo de guardias por embarazo en sanidad

La propia Justo subraya que en varias comunidades autónomas (Asturias, Navarra, La Rioja, Extremadura, Andalucía, Castilla-La Mancha y Canarias) sigue sin estar normalizado el prorrateo del pago de guardias que las médicas no pueden llevar a cabo debido al embarazo. Es decir, que no se aplican medidas correctoras para que el periodo de gestación no les suponga un perjuicio económico, que, subraya la dirigente de Amyts, puede llegar a alcanzar el 30 por ciento de su salario.

Para paliar esta situación, sindicatos y organizaciones de facultativos están transitando por dos vías paralelas. La primera de ellas es la de la judicialización, que ya supone de por sí un coste para ellas. “No hay duda de que se gana porque es discriminatorio”, sentencia.

La otra vía es la de la negociación con las administraciones, cuyo futuro, reconoce, es más difusa. «La empresa intenta compensar todas las retribuciones para que no haya un perjuicio del embarazo en la trabajadora. Cada vez hay menor diferencia, pero en estas comunidades todavía están o en vías de conseguirlo«, concluye.

Mención aparte precisan las bajas causadas por las contingencias del embarazo, que son independientes del ‘descanso maternal’ de 16 semanas. Dolor de espalda, vómitos o mareos son algunas de las patologías que las mujeres pueden sufrir durante esta etapa. También en este caso se paga el promedio de la guardia, expone Sheila Justo. “La empresa tiene la obligación de completar salarialmente a la mujer en periodos en los que tiene ausencias relacionadas con el embarazo para que no haya discriminación. Esto mismo ya lo han dicho sentencias judiciales”, incide.

Fuente: Redacción Médica

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