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Boletín Diario Informativo de AMYTS del 7 de febrero de 2022

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1. Atentos mañana: se publicará la adjudicación de plazas del concurso de traslados de médicos de Urgencias y Emergencias del SUMMA y de pediatras de Atención Primaria

2. ¡Nuevo editorial de AMYTS! «¿Una nueva esperanza?», por Ángela Hernández

3. «821 millones», el artículo de opinión de Julián Ezquerra sobre el superávit en el SERMAS y que no puedes perderte

4. AMYTS en los medios: Quemados, medicados e inestables: los sanitarios, al límite tras dos años de pandemia

5. La mascarilla en exteriores solo será obligatoria en eventos multitudinarios y una recomendación en “aglomeraciones”

1. Atentos mañana: se publicará la adjudicación de plazas del concurso de traslados de médicos de Urgencias y Emergencias del SUMMA y de pediatras de Atención Primaria

La Dirección General de Recursos Humanos del SERMAS nos ha comunicado que el martes 8 de febrero de 2022 se publicará en el BOCM la adjudicación de plazas del concurso de traslados voluntario a plazas de personal estatutario de las categorías de Médico de Urgencias y Emergencias del SUMMA y Pediatra de Atención Primaria.

Las Resoluciones de 27 de enero de 2022 por las que se aprueban las relaciones definitivas de adjudicación de plazas se darán a conocer en el Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid y en la página web de la Comunidad de Madrid (www.comunidad.madrid/servicios/salud/concurso-traslados-servicio-madrileño-salud).

Por esta razón, nos han informado que el miércoles 9 de febrero de 2022 se producirán los ceses de oficio del personal estatutario fijo afectado de las categorías arriba señaladas, pudiendo tomar posesión a continuación, el jueves 10 de febrero de 2022, sin perjuicio de los plazos señalados en la base 8ª de la Convocatoria.

En relación a las cuestiones que se puedan plantear en materia de tomas de posesión, ceses y desplazamientos de personal temporal serán de aplicación:

–        La base 8ª de las Resoluciones de 22 de septiembre de 2020, de la Dirección General de Recursos Humanos y Relaciones Laborales del Servicio Madrileño de Salud, por la que se convocan concursos de traslados voluntario a plazas de personal estatutario de las mencionadas categorías del Servicio de Salud de la Comunidad de Madrid (BOCM 30-09-2020).

–        Las Resoluciones específicas de 27 de enero de 2022 de esta Dirección General por las que se aprueban las relaciones definitivas de adjudicación de plazas, los apartados 10 y 11 del Plan de Ordenación de Recursos Humanos (Orden 199/2013, de 22 de marzo, del Consejero de Sanidad).

–        Las Instrucciones de 5 de marzo de 2018 de la Dirección General de Recursos Humanos y Relaciones Laborales del Servicio Madrileño de Salud y las Instrucciones de 25 de enero de la Dirección General de Recursos Humanos y Relaciones Laborales del Servicio Madrileño de Salud.

Fuente: AMYTS

 

2. ¡Nuevo editorial de AMYTS! «¿Una nueva esperanza?», por Ángela Hernández

“A new hope” 

Star Wars: Episodio IV – Una nueva esperanza (1977)

Se está produciendo un fenómeno nefasto para la sanidad de todos. La “fuerza” está en peligro.

Lo ejemplifico con algo que, a mi modo de ver, ocurrió con la pandemia. Desde las primeras noticias de una nueva epidemia en Wuhan, con los sucesivos comunicados de la OMS,  el primer caso se detectó en España el 31 de enero de 2020 en el Hospital Virgen de Guadalupe de la Gomera en un turista alemán que había sido contacto de un paciente diagnosticado de coronavirus en Alemania. Cuando ya hacía semanas que había constancia de cuadros respiratorios con clínica y pruebas de imagen diferentes a las habituales, el primer caso de coronavirus no se diagnosticó en uno de los grandes hospitales terciarios españoles. Nadie se molestó lo suficiente en obtener un kit de diagnóstico.  

Mi pregunta es ¿habría sucedido eso en los años 60 o 70? No lo creo: entonces equipos de médicos y otros sanitarios viajaban a otros países para aprender a replicar los últimos avances médicos disponibles. Pero con ese nuevo cuadro respiratorio nos quedamos en que no había cómo diagnosticarlo y en las directrices de un portavoz oficial que preconizaba que no serían más de uno o dos casos, y un ministro de Sanidad que desaconsejaba el uso de la mascarilla por la calle.  

A la profesión médica le faltó curiosidad. Hubo un acuerdo tácito de mirar conscientemente y con tozudez hacia otro lado. No hubo iniciativa ni ganas, bien por la pereza de entrar en la vorágine de equipos de protección y protocolos, como había sucedido con la gripe A en el 2009 por “otra gripe”, bien porque ya no se contaba con el tiempo o la disponibilidad para obtener lo necesario para descartar un nuevo cuadro, o porque no hubo interés por ningún grupo concreto.

¿Estoy diciendo con esto que los médicos son los culpables de que la detección del coronavirus se hiciera cuando ya era más que probable que se estuviera contagiando a nivel comunitario? No; pero si estoy diciendo que faltaron la garra y la curiosidad que caracterizaron a nuestros maestros médicos en el desarrollo del SNS en el que nos hemos formado, y que ha alcanzado las cotas de excelencia que hicieran innecesario buscar tratamientos fuera de España. ¿Qué ha pasado con la curiosidad y la iniciativa médicas? 

Somos muchos, cada vez más, los profesionales, pacientes e incluso gestores, que percibimos que algo no marcha bien en el SNS. En concreto, que el contrato de los médicos con la sociedad está en peligro. Desde hace varios años el Foro de la Profesión Médica impulsa junto a otras organizaciones que la relación médico-paciente sea considerada Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, con la elaboración de un Manuel de la Relación Médico-Paciente. Si ese vínculo, llegara a romperse, sería muy difícil de restaurar.

¿Cuáles son los motivos de esta situación? Como muchas dolencias, el origen es multifactorial y las causas están estudiadas, pero no así administrados los remedios necesarios. 

Un SNS fragmentado en 17 servicios de salud más las dos ciudades autónomas englobadas en el INGESA, que ha multiplicado los cargos de gestión sin una coordinación efectiva. Una especial predisposición al sacrificio de los médicos, con su máxima expresión en la vocación, que, lejos de ser premiada y reconocida, ha sido estrujada y estirada por las autoridades sanitarias y los gobiernos para una política de contención de gasto sanitario que siempre ha resultado más sencilla por el capítulo 1, el de personal, que acometiendo otras reformas que, sin incrementar el gasto, no habrían conducido al agotamiento mental y físico de los profesionales. Nos encontramos en este momento con los profesionales sanitarios de primera línea al borde de colapso, con especial afectación de los médicos y facultativos de Atención Primaria, Urgencias Hospitalarias y SUMMA 112. Y con una Administración, autoridades sanitarias y gobiernos central y autonómico que no quieren darse por enterados de la situación, o que parecen cómodos con ella. En el caso de la Comunidad de Madrid, en el SUMMA 112, dando pasos hacia un cambio de modelo encubierto de las emergencias sanitarias de la Comunidad de Madrid con la introducción de los “Soportes Vitales Avanzados con Enfermería” (SVAE) y el cierre de los SUAP desde marzo de 2020; en la Atención Primaria, con los médicos de familia, pediatría y odontólogos sin tiempo para atender a los pacientes como se merecen, y que van sintiendo que con las sucesivas olas, y aún más con esta sexta, cada día se acercan un poquito más al antiguo modelo de cupo de los años 80; y unas urgencias hospitalarias con una temporalidad inaudita y que aún no ven reconocida su especialidad, a diferencia de la mayoría de los países de nuestro entorno.  

Hasta lo que, a priori, debería ser un motivo de regocijo, la presión de Bruselas para la reducción de la temporalidad en el sector público, que ha supeditado la concesión de partidas de fondos europeos a su solución, al realizarse en un contexto general de la Administración, se percibe como una amenaza por muchos de los médicos y facultativos que llevan años ejerciendo una medicina subespecializada acorde a los avances actuales de la medicina.  

Todo ello sin haber realizado una adecuada política de planificación de recursos humanos, lo que conduce a un círculo perverso en el que cada vez se atrae a menos médicos al sistema, y los que están en él, ante la sobrecarga, enferman o se marchan. Lejos de establecer políticas concretas y dirigidas a dicho personal, la Administración parece empecinada en tratar a los facultativos como al resto de personal menos para derechos como la movilidad y traslados o la provisión de personal temporal a través de bolsas en el caso del ámbito hospitalario.  

Llegado a este punto, con la Ley 20/2021 de 28 de diciembre, de medidas urgentes para la reducción de la temporalidad en el empleo público publicada en el BOE y la maquinaria de la Administración madrileña ahora sí, aunque reconocido por la propia DG de RRHH sin los medios humanos y tecnológicos suficientes, orientada a reducir la temporalidad a ese preceptivo 8% a finales de 2024. Es sencillo caer en los reproches mutuos. Desde AMYTS podríamos “regocijarnos” en que venimos avisándolo décadas y que, de haberse cumplido los acuerdos firmados con la Administración de 2007 que contemplaban OPE anuales, si dichas OPE se hubieran llevado a cabo con la periodicidad y cantidad suficientes no estaríamos aquí. Habría, por supuesto, quien, desde otro punto de vista, opinara que si en el 2012 se hubiera completado el Plan de Estabilidad del consejero de Sanidad Fernández Lasquetty que contemplaba la gestión indirecta de la sanidad que daba cobertura a 1.200.000 madrileños, el problema de la temporalidad también se habría reducido. Habría tantas opiniones como actores implicados, y nunca llovería a gusto de todos.  

Nos encontramos en un punto de inflexión que puede resultar una oportunidad de dejar de mirar al pasado y de construir un futuro. Y dicho futuro tiene unas directrices (la Ley publicada), pero deja margen de acción.  

Los siguientes capítulos pueden escribirse con el mayor respeto y cuidado de los profesionales existentes y venideros. No merecen otra cosa. Porque han dado y están dando lo mejor de sí mismos incluso cuando lo han tenido todo en contra.  

Toca diseñar un sistema de provisión de plazas respetuoso con las necesidades de subespecialización de los médicos, pero también con la igualdad de oportunidades para acceder a él y poder realizar un desarrollo profesional que no dependa de filias o fobias, sino de méritos y capacidades. No se cuál es ese modelo, podría ser un concurso abierto y permanente, o un modelo de OPE descentralizadas por centros de gasto, como exponía en este artículo nuestro SG Julián Ezquerra Gadea.  

Convendría, a la luz de la Ley 20/2021, tener puestas las luces a distancia y aprovechar para, dañando lo menos posible a los profesionales con contratos temporales que no han sido responsables de que su situación se haya prolongado durante años, a la vez ir sentando los cimientos de un sistema que no vuelva a generar bolsas de temporalidad de dos décadas como sucedió tras el proceso extraordinario de 2001. Un sistema que respete los principios de contratación pública que no genere angustias e incertidumbre en los profesionales y que no suponga el desmantelamiento de equipos que proveen una asistencia de alta calidad a los pacientes, a ser posible sin favorecer comportamientos endogámicos o nepotismos, de forma el acceso a esos puestos perfilados o específicos sea claro y conocido y esté recogido en las plantillas orgánicas de los centros para que la subespecialidad no sea una traba para la movilidad y traslados de los profesionales bien por razones de desarrollo profesional o de índole personal. No es poca la tarea, pero estamos dispuestos a recorrer el camino con la mejor actitud y talante para que llegue a buen término. Una nueva esperanza.  

No quiero terminar este editorial sin dedicar unas palabras a nuestro secretario general, Julián Ezquerra Gadea, cuya jubilación se aproxima (y al que no hemos logrado convencer para demorarla como a muchos nos habría gustado). Su contribución a la defensa de los médicos y facultativos de la Comunidad de Madrid ha sido constante, firme y con una enorme dedicación y capacidad de trabajo. Cuando el próximo 16 de febrero en la Asamblea General Extraordinaria para la elección de la nueva ejecutiva y áreas de actividad de AMYTS,  entregue el testigo, podrá hacerlo con la satisfacción de haber puesto todo lo posible de su parte y de haber contribuido a paliar el deterioro de la sanidad de todos. Ojalá los que sigamos sus pasos podamos decir lo mismo cuando toque pasar el testigo de nuevo. Y ojalá podamos seguir contando con su guía y su consejo.

Es posible que no acaben las cosas como en Star Wars: Episodio VI – El retorno del Jedi (1983), o que, de forma inexplicable o irremediablemente, incluso lográndolo todo vuelva a estropearse como en el intervalo hasta el Star Wars: Episodio VII – El despertar de la Fuerza (2015), pero sin alinearnos con la fuerza, e intentándolo, no sabremos hasta dónde seremos capaces de llegar.

Suerte, “jedis”, que la sanidad nos acompañe.

Ángela Hernández Puente 

Cirujana General y del Aparato Digestivo

Vicesecretaria General de AMYTS

Fuente: Revista Madrileña de Medicina

 

3. «821 millones», el artículo de opinión de Julián Ezquerra sobre el superávit en el SERMAS y que no puedes perderte

Dice Peter Drucker que “todo el mundo comete errores. La clave es cometerlos cuando nadie nos ve”

El título de este con firma queda un poco frio si no se completa la frase para ver el significado: 821 millones de “superávit” en el SERMAS durante el ejercicio 2020. Dicho de otra forma, el SERMAS se “ahorra” 821 millones, nada más y nada menos que en el año 2020, durante la mayor crisis sanitaria de los últimos 100 años. Esta información desvela un serio error en la gestión, algo tan importante que debería tener consecuencias y que, como dice Drucker, el problema es que se ha visto.

La Cámara de Cuentas de Madrid, en su informe de rendición de cuentas de 2020 destaca una “mejora de la gestión” con un superávit de 821 millones (literal en la pag.196 del informe: “Como consecuencia de todo ello, el resultado neto del ejercicio ha sido positivo por importe de 821.303 miles de euros”) Esta es la clave, que el error se ha visto y se hace público. Con ello se generan dos cosas de forma inmediata, una es la indignación entre profesionales que han sufrido, han enfermado y han fallecido durante los peores momentos de 2020. La segunda es cuando piensas en lo que se podría hacer con esos 821 millones y no se hace. Y en esta segunda me voy a detener un poco.

821 millones dan para mucho. Vamos a dar una pocas pinceladas y sugerencias de dónde podía haber ido ese “superávit” que, por cierto, en el sector público es mala gestión. No entro en que el dinero público se debe gastar bien y en cosas necesarias, por supuesto. Lo que no se entiende es hablar de superávit, es decir, beneficio, en el sector público. Si se ha dotado de un presupuesto y no se gasta, lo que ha habido es mala gestión, mala presupuestación.

Pero vamos al tema. Voy a desglosar brevemente y por distintas partidas lo que se podría hacer con ese dinero:

1.- Un verdadero plan de mejora de la Atención Primaria. Aumentar en % de gasto en este nivel para ir acercándolo al deseado 25% del total del gasto sanitario. Fidelizar a los médicos de familia y pediatras, incrementar sus plantillas, modernizar centros de salud, construir los tantas veces anunciados y puestas sus primeras piedras, … olvidándolo hasta las siguientes elecciones. Podría seguir, pero hay más cosas. Y algo que no podemos olvidar, invertir en desburocratizar las consultas, dejar tiempo para poder ser médicos y tener el “placer” de ejercer de médicos, algo olvidado con la actual vuelta al “cupo”.

2.- ¡Qué decir del SUMMA 112! Se está abandonando hasta el extremo de perder 135 médicos en cinco años. Hay que apostar por un servicio de urgencias extrahospitalaria medicalizado, sí, con médicos, no haciendo un cambio de modelo que supone el inicio de un camino que nos conduce al modelo de “paramédicos”. Recomiendo la lectura de este con firma de nuestro compañero Oscar Rodríguez: CON FIRMA. «¿Hacia un servicio de urgencias médicas sin médicos?»

3.- Hospitales, esas macroestructuras tan imponentes y que en muchos de ellos la obsolescencia es patente. Necesitamos un recambio de estructuras, modernizar muchos de ellos, al menos un poco de “chapa y pintura”, mejorar equipos, etc. En ellos trabajan los compañeros de especialidades hospitalarias, los que sufren la tasa más alta de temporalidad, ¡un 54% no son fijos!, no digo nada de los urgenciólogos que llegan al 84%. Plantillas ajustadas, listas de espera que son un insulto a los pacientes, etc.

4.- No quiero olvidar a los que siempre se olvida. Los servicios centrales, la Salud Pública, la farmacia, inspección y los dependientes de recursos humanos, etc. Alguno se preguntará ¿qué tiene que ver en esto recursos humanos (para entendernos mejor, la Dirección General de RRHH)? Pues me explico: de ella depende el atasco de las OPEs, el lento ritmo con el que se desarrollan, la no implantación de la “carpeta digital del profesional, el desesperante ritmo de trabajo que tiene. Solucionar este problema significaría hacerlo también con la eventualidad, poder hacer OPEs anuales sería tener una plantilla estable, con personal fijo, con el mínimo imprescindible de temporalidad.

5.- Pero no olvido algo fundamental y que supone la mayor deuda con los profesionales. La CARRERA PROFESIONAL de todos los no fijos, ese derecho reconocido por acuerdos, firmado en mesa sectorial y refrendado por el Consejo de Gobierno, que los tribunales de justicia reconocen una y otra vez y que el SERMAS, por orden de Hacienda quiero entender, niega de forma sistemática y obliga a recurrir judicialmente aun sabiendo que ello implica más coste.

Podría seguir, la lista de temas pendientes, las necesidades de nuestro Sistema Sanitario son infinitas. Pero me conformaría con ir dando solución inmediata a estos mínimos que he expuesto. No lo veré, al menos como profesional, me quedan días para salir del Sistema y pasar a ser únicamente su usuario, un usuario que desea ver a su médico y que me dedique el tiempo necesario, me mire a la cara, no a una pantalla, hablemos, pueda explorarme, explicarme lo que piensa y proponerme alternativas para que pueda tomar decisiones compartidas; deseo que cuando tenga que ir al hospital, espero lo menos posible, no tenga que esperar meses para la primera consulta o para hacerme una prueba complementaria o, en el caso de necesitarlo, un cirugía.

Además, quiero que si voy a urgencias me atienda un “urgenciólogo” reconocido, un especialista en urgencias, con plaza fija, que disponga de medios y camas, que no tenga que esperar “hospitalizado” en urgencias esperando un ingreso. Y también que, cuando se necesite que una UVI móvil acuda a mi casa, espero que no lo necesite nunca, sea rápida y con un médico a bordo, siempre con un médico, ya me entendéis, no quiero sucedáneos de médico.

Termino como empecé, con una frase. Se que lo que planteo son sueños y, cuando de sueños se trata, siempre conviene recordar al gran Pedro Calderón de la Barca: «¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción; y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son».

Julián Ezquerra Gadea

Secretario General de AMYTS

Especialista en Medicina de Familia

Centro de Salud de Las Rozas, El Abajón

Fuente: Revista Madrileña de Medicina

 

4. AMYTS en los medios: Quemados, medicados e inestables: los sanitarios, al límite tras dos años de pandemia

El diario ABC ha publicado este fin de semana un reportaje abordando la salud mental de los profesionales sanitarios. Y para ello ha contado con las declaraciones de Ángel Luis Rodríguez, responsable del Gabinete Psicológico de AMYTS. Aquí os facilitamos el texto:

Quemados, medicados e inestables: los sanitarios, al límite tras dos años de pandemia

Se enfrentaron al coronavirus en los momentos más duros, cuando el virus aún era un auténtico desconocido. Lo hicieron desprotegidos, con el miedo a cuestas de no saber si se contagiarían a ellos mismos o a sus familiares. Durante unos meses, recibieron los aplausos desde la ventana de muchos españoles, y estos les ayudaban a soportar la sobrecarga con la que lidiaban día a día. Ahora, dos años después, siguen acusando el estrés y la ansiedad, y los problemas mentales han aflorado en los sanitarios más que en ningún otro grupo de la población, cuando sus condiciones laborales siguen siendo tan limitantes como a principios de 2020.

Tras la primera oleada del coronavirus, casi el 46% de los profesionales sanitarios sufrían algún trastorno relacionado con la ansiedad (22,5%), ataques de pánico (24%), síndrome de estrés postraumático (22,2%), depresión (28,1%) o un abuso de sustancias (6,2%), frente al 23,6% de la población general. Son los datos que se desprenden del estudio Mindcovid, financiado por el Instituto de Salud Carlos III y coordinado desde el Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Biomédicas (IMIM) y que analiza la influencia que ha tenido la pandemia estos dos últimos años, además de entre la población, en 10.000 profesionales sanitarios.

Uno de los datos más relevantes que se desprenden del análisis es que del 45,7% de estos sanitarios que adolecía algún trastorno, una cuarta parte (alrededor del 14,5%) presentaba, además, una discapacidad importante que limitaba su trabajo. «De los que están atendiendo a pacientes, hay una probabilidad muy importante de que sufran un trastorno mental, y una nada desdeñable proporción es discapacitante», según explicó el viernes durante la presentación del estudio Jordi Alonso, investigador principal del mismo.

El doble de incidencia

Consecuencia directa del estado de la salud mental de estos profesionales, es que la investigación descubrió que hasta el 8,4% de los sanitarios presentó en los 30 días antes de realizar la encuesta ideación o conducta suicida, mientras que en el resto de la población general esta tasa se situó en el 4,5%. Entre quienes incluso tenían un plan ideado para quitarse la vida, la tasa es del 2,7% (1,1% fuera del ámbito sanitario). Entre los factores que precipitan estos problemas se encuentran ser joven, mujer, padecer enfermedades mentales previas, y tener condiciones laborales malas, como falta de comunicación, supervisión y protección así como la pérdida de ingresos.

Fue el pasado verano cuando tras una sucesión de suicidios entre Médicos Internos Residentes (MIR) la sociedad puso el foco sobre este problema silenciado y que sigue siendo tabú. Fue entonces, tras conocerse más detalles sobre lo sucedido, cuando David -nombre ficticio- se vio reconocido en lo que a él le había ocurrido algunos cuantos años antes, siendo también residente. «Noté que tenía dificultades para realizar mi trabajo, de concentración y atención, por lo que me caían broncas o reprimendas, aumentaba el estrés y empeoraba todo», expone. Pero estas dificultades no se limitaban al ámbito laboral, sino también al personal: «Apareció irritabilidad, y en el poco libre que tenía estaba tan cansado que no quería salir, solo estar en casa descansando».

David rompió con su pareja en aquel momento, y reconoce el «escaso» apoyo entre el personal no sanitario, debido al estigma de la salud mental. Su problema se solucionó con la intervención del Programa Integral de Ayuda al Médico Enfermo, gestionado por el Colegio de Médicos, aunque desde entonces no ha podido dejar la medicación ni el seguimiento. Renunció a la que es su especialidad -Medicina Familiar y Comunitaria- y ha desarrollado su carrera profesional en el campo de la salud laboral.

Sí que estuvo en el ojo del huracán Érika -nombre ficticio-, en plena pandemia en un hospital madrileño. Allí estuvo de UCI en UCI hasta que un día no pudo más. «Llamaba a mi madre y le decía que no lo soportaba, que no quería volver ni un día más. Los días que libraba no quería ni pisar la ciudad de Madrid, solo irme lejos». Cuando le dieron la baja por depresión se preguntó por qué no podía soportarlo más «si gente con 50 años lo estaba aguantando», y se castigaba «por ser tan blanda». Así, estuvo medicándose durante meses, tomando ansiolíticos y antidepresivos, y hoy, casi un año después de abandonar la primera línea de batalla y ponerse incluso a estudiar Economía, sigue necesitando pastillas para dormir. «Es que no se puede aguantar esa presión, ni el trato, porque sientes que no estás reconocido, ni por parte de la sociedad ni económicamente. Das mucho y no recibes nada a cambio», zanja.

Cuidar de los demás

Desde el sindicato médico AMYTS, Ángel Luis Rodríguez, responsable del Servicio Mental, explica que en un primer momento de la pandemia los sanitarios acusaron, sobre todo, la ansiedad. «Tenían miedo de llevar el virus a casa, y eso les acarreaba problemas de insomnio y de irritabilidad, además de dificultar las relaciones con el resto de compañeros», desgrana. «Tras ese momento de mucha adrenalina en sangre, pasaron a la depresión, con una falta de ilusión, y afloraron los casos de ‘burnout’ o ‘quemados’, el síntoma más característico actualmente junto al estrés post-traumático.

Pero entre los que han acudido a estos servicios, destaca que el 3,5% han pensado en el suicidio como vía de salida a una situación que creen que ya no pueden controlar más, con ideas incluso concretas de cómo y cuándo lo harían. Según explica, «entre los médicos es un estigma tener problemas de salud mental», porque parece «que no pueden hacer bien su trabajo» de cuidar a los demás.

Fuente: Diario ABC

 

5. La mascarilla en exteriores solo será obligatoria en eventos multitudinarios y una recomendación en “aglomeraciones”

El Ministerio de Sanidad y la comunidades han acordado formalmente poner fin al uso obligatorio de la mascarilla en exteriores. El cubrebocas solo será obligatorio en eventos multitudinarios. Siempre si las personas están de pie y si no se puede mantener el metro y medio de distancia en el caso de que los asistentes estén sentados. También pasa a figurar como recomendación en aglomeraciones urbanas, según han confirmado a elDiario.es fuentes autonómicas tras la reunión extraordinaria del Consejo Interterritorial de Salud.

Del mismo encuentro también ha salido el pacto de ampliar los aforos deportivos hasta el 75% en interiores y el 85% en exteriores. Algunas comunidades como Andalucía y Madrid pedían volver ya al 100%.

Convocar al Consejo Interterritorial de Salud era un paso necesario en la tramitación de la modificación de la mascarilla, pese a que el Ministerio ya anunció, antes de oír a las comunidades, cuál era la decisión el pasado viernes.

El fin de la mascarilla en exteriores, salvo los supuestos acordados, se publicará el miércoles en el Boletín Oficial del Estado y entrará en vigor este mismo jueves.

Fuente: elDiario.es

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