Boletín Diario Informativo de AMYTS del 30 de enero de 2023

1. ¡Escucha todos los discursos realizados en el acto del Reina Sofía en defensa de la Atención Primaria!

2. AMYTS en los medios: el acto en la plaza del Reina Sofía copa el protagonismo mediático

3. Nueva edición de la Revista Madrileña de Medicina. ¡Te invitamos a leer los artículos de opinión publicados esta semana!

4. «Pensar en alto y perdiendo el miedo a la polémica», nuevo artículo de Julián Ezquerra en Redacción Médica

5. Nuestra viñetista de cabecera, Mónica Lalanda, nos ofrece una nueva y brillante viñeta que no puedes perderte

1. ¡Escucha todos los discursos realizados en el acto del Reina Sofía en defensa de la Atención Primaria!

Fuente: AMYTS

 

2. AMYTS en los medios: el acto en la plaza del Reina Sofía copa el protagonismo mediático

EL PAIS: El Gobierno de Ayuso ignora al Comité de Huelga de los médicos que creen que imita el método de Margaret Tatcher 

Huffington Post: ‘Terapia de grupo’ con los médicos en huelga en Madrid: “Si todos somos rojos, ¿cómo gana Ayuso?”

 

 

3. Nueva edición de la Revista Madrileña de Medicina. ¡Te invitamos a leer los artículos de opinión publicados esta semana!

Una llamada a abrir el horizonte, haciendo posible alcanzar un acuerdo satisfactorio para todos en la huelga de AP.

Son las siete de la mañana y me he despertado con un inesperado optimismo, así que si alguno espera encontrar en este escrito palabras de desaliento o recriminación a la Administración, que ha llevado a los antiguos SAR a la situación actual, ahora CCA, puede abandonar esta lectura.

Parafraseando a Serrat, “Hoy puede ser un gran día”, date una oportunidad.

Esta oportunidad la tenemos todos. A ustedes, señores gestores de la Administración, no les pido que rectifiquen, pues han seguido sus planes con estricto rigor, pero lo que no esperaban es el eco producido en la sociedad y en distintos profesionales cuando intentaban reorganizar, o mejor dicho, desorganizar a unos cuantos profesionales y dispositivos que trabajaban con ilusión, en muchos casos en las esquinas de nuestra Comunidad.

Reflexionen y dialoguen con los profesionales con el fin de poder trabajar con ilusión y efectividad para nuestra sociedad en el ámbito que nos compete.

A mis queridos compañeros tampoco les pido silencio ni comprensión ante el caos en el que estamos sumidos. Hay que continuar fuertes y ser los ojos y los oídos de una Administración que, por motivos que no alcanzo a entender, deja nuestros dispositivos a la deriva y al libre albedrío.

Tomemos aire, dialoguemos, e intentemos entre todos reconducir esta situación hacia una normalización con equipos completos que desarrollen su actividad motivados y en las mejores condiciones posibles.

Una huelga es el resultado de un desacuerdo y, al fin y al cabo, un fracaso, sin entrar en culpabilizar a las partes. Lo que es claro es que nos perjudica a todos, pacientes, gestores y profesionales.

Por mi parte, y como delegado de AMYTS, no voy a escatimar ningún esfuerzo ni un minuto en conseguir ese diálogo que haga que la Administración reflexione, reorganice y se llegue a buen puerto, con el fin de normalizar el funcionamiento de nuestros centros y equipos de trabajo.

No podemos contemplar ni consentir cómo muchos de nuestros centros, a día de hoy, están cerrados o con personal insuficiente, poniendo en riesgo la salud de nuestros pacientes y desestabilizando emocionalmente a los profesionales.

Ánimo, compañeros, y acierto en la Administración.

Aún tenemos una oportunidad, y hoy puede ser un gran día para despertar de esta pesadilla, que comenzó un 27 de Octubre de 2022 con la extinción de los antiguos Servicios de Atencion Rural.

Jose Miguel Enguídanos Bermejo
Médico de Urgencias. Delegado AMYTS DAO

El abuso de poder en que incurren nuestros gobernantes, sin respetar la diversidad social de opiniones y vivencias, nos conduce a todos hacia el totalitarismo político.

La reciente resolución de la Comunidad de Madrid sobre la gestión de la incapacidad temporal (IT) muestra el alto grado de cinismo al que están llegando nuestros gobernantes cuando, lejos de respetar la ley, la deforman para hacer significar lo contrario y perjudicar, de esta manera, al grupo de profesionales que está en huelga y que habita un nivel asistencial que, por lo visto, quieren eliminar. Es una clara muestra de cómo nuestros políticos utilizar su poder, precisamente político y dentro de su “política”, para atacar a sus gobernados.

Pero esto no es de extrañar en un gobierno, como es el de la Comunidad de Madrid, que va arrasando la realidad con tal de ir consiguiendo sus objetivos “políticos”. Como auténticos iluminados poseedores de un proyecto salvador patrio a aplicar, primero, en la Comunidad de Madrid, y escalar, después, al conjunto de España, lanzan toda la munición de que disponen con el único objetivo de despejar el camino, eliminar los obstáculos (y a quienes se los ponen, si es preciso, o al menos excluirles del entramado social) e imponer su modelo a toda costa, aunque sea después de haber arrasado esa misma sociedad por la que dicen trabajar. El fin justifica los medios, aunque, por el camino, se hayan cargado a quien debe recibir los beneficios de ese fin: la propia sociedad.

Todo vale: mentir, difamar, politizar, atacar, acusar, excluir… Cualquier acción es buena si hace posible llevar a la práctica la “revelación” a la que han tenido acceso… aunque no sea compartida por sus ciudadanos. No importa, los salvadores son ellos, arrogándose el papel de “mesías terrenales”, y tienen que llevar adelante su proyecto sea como sea, cueste lo que cueste… Y siempre habrá personas que les seguirán a donde les lleven, creyéndose sus mentiras por el camino. Todo por implantar el “mensaje revelado”.

Pero esto no pasa sólo en la Comunidad de Madrid. Cierto que no puedo entrar a tanto detalle con el gobierno central: por salud mental, hace tiempo decidí no seguir las correrías de nuestros políticos (porque, en el fondo, tan sólo me hacían enfadar, por no utilizar un término malsonante), y centrarme únicamente en lo que hiciera referencia al ámbito de acción que nos afecta, el sanitario (en el que el nivel autonómico tiene muchas más competencias que el central). Sin embargo, con tan sólo mirar la actitud ministerial en relación al cambio de modelo de elección de plaza MIR, por ejemplo, tenemos de nuevo una muestra del mismo talante, en el que los políticos aparecen como un cuerpo iluminado cuya obligación moral es implantar las soluciones que, en revelación absolutamente personal, o ideológica, han aparecido en sus mentes. Lo que puedan decir u opinar los implicados no tiene la más mínima importancia, salvo que consigan una movilización peligrosa (peligrosa para los intereses electorales de nuestros próceres), en cuyo caso tratarán de hacer mínimas concesiones que calmen, relativamente, los ánimos. Y algunos, ni eso.

Algo de esta forma polémica de tomar decisiones se puede apreciar también en algunos de los cambios legislativos más recientes, y supongo que en parte justificará el malestar de los muchos ciudadanos que, ajenos a los grupos también iluminadamente totalitaristas de cualquier extremo político, salieron en estos días a mostrar su malestar ante el gobierno central.

Estamos, pues, rodeados de políticos con actitudes totalitarias para quienes la opinión general tiene poco valor, pues sólo toman en consideración la de sus “mesiánicos” seguidores, y utilizan mil y un estilos de exclusión del divergente para ir colocando, poco a poco, los sillares de la “nueva sociedad” con la que pretenden colmar, también “mesiánicamente”, las expectativas de sus adeptos seguidores sin tener en cuenta si, para ello y por el camino, ponen en riesgo la sociedad en que vivimos. Nada que ver, por tanto, con el talante socrático que, desde el diálogo abierto, se ha solido presentar como elemento constitutivo, y aparentemente creador, del Occidente que conocemos.

Quizás haya quien se extrañe de esta también extraña insistencia de un simple médico en analizar tan despectivamente la política que padecemos. No la hago como político en absoluto, que no lo soy, sino como simple y llano profesional. La Medicina que conozco, la que traté de vivir cuando la ejercí directamente y la que trato de promover desde mi dedicación sindical y profesional actual ( y ahí está el trabajo realizado en defensa y promoción de la relación médico-paciente) es una Medicina dialogante, que se va construyendo entre todos los implicados, comenzando por los profesionales; poco a poco, con resistencias -sí-, pero cada vez más abierta al diálogo y a la interpelación por otros agentes, como pueden ser en primer lugar los pacientes y, en segundo plano, gestores y otros implicados en el mundo sanitario. Una Medicina que se remodela cada día, que sigue trabajando por mejorar en su servicio a la sociedad, aunque eso no excluya que haya errores e intereses entremezclados. Pero el ideal está claro. Y es una pena que esta Medicina pueda estar tan expuesta a los tejemanejes de los iluminados totalitarios de nuestra política.

Dado que merece la pena trabajar por asegurar una sociedad que se desarrolle en convivencia, empiezo a pensar que hay que desplazar a este tipo de políticos e irlos sustituyendo por otra generación de ellos que sea capaz de valorar la convivencia, la interdependencia, el diálogo y la acogida mutua, y de promover estos valores en nuestra sociedad. Quizás va siendo hora de que, en el momento de votar, que se acerca, dejemos en segundo plano las ideologías particulares (que tienen su valor, y mucho, cuando son bien gestionadas), y demos nuestro apoyo a aquellos políticos y a aquellas formaciones que manifiesten una convicción firme en la democracia, en la diversidad y en el diálogo abierto para promover la convivencia, reforzar la sociedad y hacer frente a los retos que vayamos teniendo que vivir. Porque esta es la sociedad que me gustaría dejar a mis hijos, y a los hijos de mis compañeros y de mis conciudadanos, y no la sociedad amputada y monolítica que nos pretenden imponer algunos.

Por la salud de nuestros hijos, por la salud de nuestra sociedad.

Miguel Ángel García Pérez
Médico de familia, doctor en Medicina, máster en Bioética
Formación y DP AMYTS. Director médico de la Revista Madrileña de Medicina

Fuente: AMYTS

 

4. «Pensar en alto y perdiendo el miedo a la polémica», nuevo artículo de Julián Ezquerra en Redacción Médica

Decía Epicteto de Frigia que “No hay que tener miedo de la pobreza ni del destierro, ni de la cárcel, ni de la muerte. De lo que hay que tener miedo es del propio miedo”. Una frase para analizar y dar el valor que tiene. Miedo del propio miedo. En el momento crítico que vivimos, un tiempo en el que parece que hay consenso en relación a la profunda crisis que sufre el Sistema Nacional de Salud, es complicado que aparezcan opiniones y propuestas de cambio que sean “rompedoras”, que no sean de más de lo mismo, sin planteamientos de alternativas o modelos que supongan un profundo cambio, y lo es por miedo.

Es difícil opinar con libertad y sin miedo a ser lapidado por quienes no piensen igual. Las redes sociales son muy interesantes, pero pueden ocasionar serios problemas si te metes en ciertos charcos. Una jauría de opinadores sale en tromba y te pueden amargar durante un tiempo. Esto genera un miedo que puede resultar insalvable y, por ello, se prefiere optar por el silencio. Pero hay momentos en la vida y trayectoria profesional en los que ya uno está de vuelta de todo y es el momento de hablar con libertad, sin miedo y, cubierto de una coraza, lanzar sus pensamientos a los cuatro vientos.

La política vive momentos convulsos, enfrentamientos que a veces sobrepasan lo esperado, enconamiento, cada día más utilización de la descalificación personal, “ideologización máxima enroscada en las cabezas”, … esto hace que mucha gente tenga miedo y no diga abiertamente lo que piensa. Con ello, lo que se consigue, es que no exista un debate tranquilo y basado en el respeto a las ideas del contrario, de las que se puede discrepar y se pueden rebatir, dejando las descalificaciones personales a un lado. Pero si se exponen y no gustan, lo mismo eres un “izquierdista pancartero” que un “fascista” y así no hay quien, teniendo ideas y propuestas, las haga públicas sin miedo.

La sanidad pública y universal no es gratuita

Lo políticamente correcto es hablar de una Sanidad pública, universal y “gratuita”. Yo es que no entiendo esta frase que tanto se utiliza para definir un modelo de sanidad que, efectivamente, es pública, es prácticamente universal y, desde luego, no es gratuita. La pagamos con nuestros impuestos y con algunos “copagos”, por ejemplo, los de farmacia, las prestaciones ortoprotésicas, óptica, odontología, etc. Vamos que, de gratuita, nada de nada.

El Sistema Nacional de Salud tiene muchas prestaciones y también tiene muchas cosas que sobran. Sobra lo que se deriva de una medicalización excesiva de la vida, el abuso de utilización de servicios, infantilización, falta de educación sanitaria y autocuidados, burocratización innecesaria, utilización de la urgencia de forma inadecuada, etc. Se ha fomentado el exceso de dependencia del sistema sanitario, sobran los anuncios habituales tipo “si le duele o tiene…consulte con su especialista”, de forma que esto ocasiona una demanda inducida que sobrecarga y hace imposible darle respuesta.

Las alternativas son muchas y variadas, pero algunas son complejas: incremento del gasto en sanidad, limitar demandas infinitas, modelos de consenso para un cambio relaciones laborales, el modelo “privatización”, universalizar el modelo mutualidades con libre elección y competencia entre proveedores del servicio (modelo MUFACE. ISFAS y MUGEJU), etc. Hablar de estos modelos y someterlos a un serio y profundo análisis es algo que echo en falta. De ello se podría derivar la toma de decisiones basadas en la evidencia y no tanto en la pura ideología. No creo que lo vea, pero sería necesario.

«Llega el momento de decir que hay que poner límites. Sí, límites a una demanda infinita y en muchas ocasiones innecesaria, a cierto abuso de los servicios»

Y dicho esto, llega el momento de decir que hay que poner límites. Sí, límites a una demanda infinita y en muchas ocasiones innecesaria, a cierto abuso de los servicios, a poner sobre la mesa la necesidad de contribuir a la financiación con pequeñas aportaciones por su utilización, algo que ahora resulta imposible de plantear, no digo implantar, simplemente plantear el debate y el detalle de cómo, cuanto y quien debería hacer estas aportaciones. Sí, hablo de pagar una tasa, que suena mejor, un ticket moderador, algo menos suave, o el denostado copago, eso de lo que nadie quiere hablar. Sobre esto quiero recordar una anécdota que viví hace unos 25 años. Imagina, Calle Alcalá 56, sede del INSALUD, salón de actos, reunidos gerentes de los hospitales, conferencia de la responsable de la sanidad de Suecia, el equivalente a la ministra de sanidad, presentando su modelo sanitario, llega el momento y dice que, en Suecia, el paciente debe pagar una cantidad por cada consulta. Recuerdo cierto murmullo, también que alguien pregunta, ¿cómo es posible que el país modelo de “socialdemocracia” más avanzado plantea un copago?, y la respuesta: “es que en Suecia todos pueden pagarlo y, solo tienen que decidir que prefieren, pagar una tasa por su consulta o tomarse una cerveza”. Nos dejó impactados.

Definir que se debe pagar, quien, qué cantidad, hasta cuanto al año, quien decide lo que se somete a esta tasa y lo que no, todo esto sería necesario someterlo a un riguroso análisis y consenso para no hacer batalla política de ello y evitar el enfrentamiento que haga que el miedo paralice las acciones necesarias. No digo que esto sea la solución, pero si puede ser una parte de estas, por supuesto con otras muchas decisiones que hay que abordar sin miedo. Financiación, mejora de estructuras, planificación de plantillas, adecuación de estas a las necesidades, nuevo marco laboral (fuera en estatuto marco y nuevo estatuto para personal facultativo…), etc., son otros de los debates que deberían terminar con consenso y reforma.

Volviendo al inicio, no tengamos miedo de nuestro propio miedo, hablemos, debatamos, argumentemos, analicemos, valoremos, propongamos, pero no callemos y sigamos escondiendo y evitando el problema que, de no hacer nada, terminará por arrasar nuestro Sistema Nacional de Salud.

Fuente: REDACCIÓN MÉDICA

 

5. Nuestra viñetista de cabecera, Mónica Lalanda, nos ofrece una nueva y brillante viñeta que no puedes perderte